La mañana del martes llegó con una atmósfera llena de tranquilidad, una inmensa paz en la que Steve despertó acurrucado al cuerpo de la mujer que se había robado su corazón y que además le había confiado el suyo para cuidarlo y amarlo por lo que le quedaba de vida. Evans suspiró aún adormilado mientras se abrazaba a su cuerpo tibio bajo la manta por la espalda, pegando sus cuerpos desnudos y sumergiendo su nariz en el aroma tan delicioso de su cabellera sedosa y rubia regada sobre la almohada.
Steve no pudo borrar aquella boba sonrisa de su rostro cuando sintió como su abdomen subía y bajaba en cada respiración y como su cuerpo encajaba tan bien entre sus brazos mientras ella ronroneaba entre sueños, pegaba su espalda contra su torso y sumergía sus glúteos dentro de la hendidura de sus caderas, provocando que un par de gruñidos de placer se le escaparan de los labios hasta calentarle la sangre. Natasha era la mujer más hermosa que hubiese visto, así con todo su cabello enredado, sin una sola gota de maquillaje, ella era la mujer con la que quería despertar cada día de su vida y cada día que pasaba a su lado lo confirmaba más.
-Buenos días, preciosa.
Steve susurró en su oído mientras apartaba varios hilos de cabello de su rostro para acomodarlos detrás de su oreja. Aún le costaba creer que habían pasado la noche juntos, que habían hecho el amor y que justo ahora se encontraban completamente desnudos enredados entre las sábanas de su cama.
-Hmmm... -Ella se encogió un poco en su lugar al roce de su barba sobre su piel tan sensible.
-Vamos, amor, despierta ya. -Murmuró de nuevo, pero esta vez decidió iniciar un corto viaje a besos delicados de sus hombros hasta el hueco de cuello, consiguiendo que soltara una risita divertida y después reprochara cómo una niña.
-No quiero, es muy temprano... -Nat chilló en un hilo de voz ronca y arrugó el ceño enfadada sin pretender abrir sus ojos.
Su subconsciente sabía que aún era muy temprano y que su alarma aún no había sonado, así que tenía tiempo de sobra para descansar, podía sentir casi como si hubiese corrido un largo maratón, sus piernas dolían al igual que sus caderas y aunque eran totalmente normal después de todo el tiempo que había estado sin actividad sexual, prefirió entregarse al sueño que sentía.
-Eres una gruñona dormilona, Nat... -Steve besó su mejilla y ella giró su rostro un poco más para ocultar su rostro contra la almohada cuando sintió que su boca se acercaba a sus labios.
-Acabamos de despertar, amor. -Nat subió más la manta y se abrazó a la almohada, quedando esta vez boca abajo para cubrir un poco la desnudes de su cuerpo mientras la vergüenza la inundaba hasta teñir sus mejillas de rojo.
-Cielo, no me importa, sólo quiero besar a mi novia en la mañana y hacer el amor después de despertar juntitos y desnudos.
Steve se apoyó de sus codos aún de lado junto a su cuerpo para subir su mano y apartar su cabello que estaba hecho un desastre sobre sus hombros y espalda.
-Podemos dormir un ratito más... -Hablo con el rostro sumergido en la almohada mientras él se mordía el labio y tiraba de a poquito de la manta que la cubría para descubrir toda de su espalda blanca y llena de lunares, lunares que deseó besar en ese preciso momento para memorizarlos.
-Podemos dormir un poquito más después de que te haga el amor, nena... -Susurró completamente enamorado después de escuchar nuevamente esa risa juguetona que la caracterizaba tanto.
Steve llevó la yema de su dedo índice y medio hasta la curva que iniciaba en sus hombros desnudos y bajaba por toda su espina dorsal para descender lentamente por su espalda cubierta por esos pequeños y lindos lunares que lo invitaron a dibujar una línea imaginaria sobre el lienzo de su piel cremosa y nívea para formar un camino que lo guió hasta su cintura. El rubio la sintió estremecerse en silencio cuando sus dedos acariciaron las dos líneas marcadas en su piel como un triste recuerdo de lo que había vivido hace años en su antigua relación, y eso le dolió en lo más profundo de su corazón, no podía si quiera imaginar que alguien se hubiese atrevido a dañarla de esa forma, a ella que quizá era la mujer más noble y dulce del planeta.
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💞𝙎𝙊𝙐𝙇𝙈𝘼𝙏𝙀𝙎 💞
Romance¿Crees en las almas gemelas? Su trabajo consistía en emparejar al atractivo, descarado, engreído y libertino Steve Evans de 35 años con una linda chica a la que pudiese desposar para poder dirigir junto a sus hermanos la empresa familiar de su padre...