CAP 41 TIEMPO

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-Vamos Evans, no seas un maldito cobarde, solo hazlo. -Steve se dijo a sí mismo mientras se veía al espejo con un rostro realmente angustiado, llevaba casi más de treinta minutos encerrado en el baño y estaba seguro que Natasha comenzaría a sospechar.

-Amor, ¿tomarás una ducha? -La voz de Nat se escuchó del otro lado de la puerta cuando entró a la habitación. La rubia necesitaba cambiarse la ropa que se había manchado de salsa al hacer una cena especial por el pre-cumpleaños de esposo.

-Si, sólo dame unos minutos, nena. -Steve puso el pestillo de la puerta con discreción para que ella no lo fuese a sorprender.

-De acuerdo, amor, pondré la mesa. -Nat se quitó la ropa que se había puesto después de ducharse y antes de entrar a la cocina para remplazarla por unas prendas mucho más cómodas y limpias. Shorts deportivos negros de algodón y un cálido sweater de lana color miel, acomodó su cabello y se puso sus pantuflas favoritas de gatitos.

-De acuerdo, nena, yo lavaré los platos sucios... -Steve abrió la regadera y bajó la cadena del excusado a propósito, la podía sentir caminar por toda la habitación, afortunadamente para él, Nat le respondió que estaba bien y abandonó el dormitorio.

Evans tomó una gran bocanada de aire, sacó su celular, se tomó una última foto y se puso manos a la obra. Mientras tanto Natasha se encontraba en la cocina sirviéndole a Sami una gran porción de galletitas en forma de pecesitos para después concentrarse en improvisar una cena romántica en la bonita isla de mármol la cocina ya que el comedor de su departamento era un poco grande para dos.

Natasha revisó que el postre se estuviese enfriando bien en la nevera para luego sacar las pizzas favoritas de Steve del horno junto a las bruschettas de queso mozzarella y vegetales rojos que había preparado. Colocó todo con cuidado sobre una plancha de madera en el centro de la isla, acomodó la vajilla, las servilletas, las copas y encendió un par de velitas blancas para finalmente sacar una botella de vino tinto italiano y atenuar un poco la luz de esa habitación.

Nat suspiró realmente satisfecha por los resultados y se quedó pensando en lo rápido que pasaba el tiempo, estaban por cumplir un año de haberse visto por primera vez y parecía que ya habían pasado todo una vida juntos.

-Sé que eres tu, amor... -Nat río al haber percibido al rubio tras ella cuando piso la cocina antes de que pudiese asustarla a cómo acostumbraba hacerlo, pero había aprendido a percibir sus silenciosos movimientos felinos, maliciosos y juguetones con los que solía sorprenderla siempre.

-¿Qué? No es justo, nena... -Steve reprochó y antes de que pudiese girar para verlo la rodeo por la cintura para abrazarla y apoyó su mentón en su cabeza para ambos mirar con ilusión todo lo que ella con tanto amor había preparado para él.

-¿Qué te parece? -Nat preguntó mientras se mordía el labio ante su silencio.

-Todo se ve delicioso amor, muchas gracias por este lindo detalle, eres la mejor esposa de la vida

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-Todo se ve delicioso amor, muchas gracias por este lindo detalle, eres la mejor esposa de la vida. -Steve se armó de valor y aflojó un poco los brazos que la rodeaban para luego bajar hasta su mejilla y dejar en ella un suave y pausado besó que la hizo fruncir el ceño enseguida.

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