EPÍLOGO

2.6K 148 122
                                    

Fue una madrugada a principios de junio en la que Natasha se despertó realmente incómoda, no había podido dormir hace ya varias noches y su pequeñita no dejaba de moverse inquieta dentro de ella. Eran exactamente las 3:36 de la madrugada y la idea de un par de galletas con chispas de chocolate cubiertas con crema de maní no desaparecían de su cabeza hace ya varias horas. Natasha miró con remordimiento a su esposo completamente agotado dormir boca abajo con los labios entre abiertos sobre las almohadas de su cama, se sentía realmente responsable de ser la causa de que Steve tuviese unas enormes bolsas bajo sus ojos debido al cansancio y a que no había estado durmiendo bien por su culpa ya que se quedaba velando su sueño y saliendo de madrugada a conseguir toda clase de cosas raras debido a sus antojos.

-Te amo, corazón. -Natasha acarició su cabello y barba con cariño y él ni siquiera se inmutó, parecía un tronco derrumbado a mitad del bosque.

La rubia se colocó un albornoz de seda y decidió salir a caminar al living con Sami en sus brazos, quien se acurrucó en su pecho y ronroneó muerto de sueño también. La rubia abrió una de las ventana de la sala de estar y se asomó ahí para respirar un poco de aire fresco para ver cómo la calle estaba completamente desolada, lo que la hizo pensar que no sería del todo una locura si ella misma iba al mini súper de la esquina a comprar esas galletas, ya que aún tenían crema de maní en la cocina.

-¿Qué dices preciosa? ¿Vamos por esas galletas? -Natasha se acarició el vientre y al imaginar nuevamente las galletas fundirse en su paladar recibió una patadita como respuesta, estaba segura que Steve la mataría, pero nada malo podía ocurrir y su antojo era mucho más grande que su sentido común.

La rubia fue hasta la habitación para colocarse unas sandalias enormes de goma, una chaqueta tipo gabardina que la cubrió hasta las rodillas del frío de la madrugada, tomó dinero, las llaves de la casa, su celular y se encaminó hasta la puerta para salir sigilosamente y emprender su viaje. Eran al menos unos 50 metros los que caminaría así que estaba segura de poder lograrlo, pero antes de que siquiera pudiese poner un pie en el último escalón que bajaba a la banqueta de la calle fue detenida por una voz ronca y confundida que la hizo palidecer y retener el aliento.

-Maldición, amor, ¿qué haces afuera?... ¿Cómo se te ocurre hacer algo así? Casi me matas de un infarto cuando no te encontré en la cama. -Steve le reprochó enfadado, saliendo sin camisa y descalzo hasta donde ella estaba para traerla de regreso a la calidez del apartamento.

-No quisimos despertarte, amor, estás muy cansado. -Nat se justificó, pero su ceño fruncido le indicó que estaba en graves problemas.

-No, no, no... Fue una mala decisión... Dios, sólo de pensar en todas las cosas que te pudieron haber sucedido... -Steve cerró la puerta de la casa, se cubrió el rostro frustrado hasta estirarse los pelos y comenzar a llorar inevitablemente, se sentía agotado, preocupado, aterrado y ahora se sentía completamente inútil por no poder estar al pendiente de su esposa, por haberse quedado dormido cuando debió haber estado cuidándola.

-Mi cielo, lo siento mucho, pero no quise molestarte. Haz hecho tanto por nosotras, sólo mírate estás tan cansado... -Nat caminó hasta él para abrazarlo con cariño, acomodándose de lado a su costado para poder envolverlo bien entre sus brazos ya que su enorme panza ya no le permitía acurrucarse a él como antes.

-Debiste, decirme, amor... Dime que quieres, iré a comprarlo. -Steve sorbió su nariz y besó su sien con cariño, tratando de tranquilizarse para no alterarla más.

-Quería galletas con chispas y con crema de maní... -Le dijo avergonzada mientras él asentía sin más y se secaba los ojos con la ayuda de sus pulgares y con besos suaves de su esposa que cayeron uno tras otro sobre su mentón.

💞𝙎𝙊𝙐𝙇𝙈𝘼𝙏𝙀𝙎 💞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora