CAP 36 ROMÁNTICO

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-Nat, por favor abre la puerta. Llevas ahí más de una hora. -Steve tocó nuevamente la puerta del baño y pegó la oreja con angustia en espera de escuchar algo que le diera una señal de si debía tumbar o no la puerta.

Hace más de una semana que habían llegado a la preciosa casa en la playa que Tony les había prestado. Habían sido días realmente maravillosos, solían hacer el amor cada mañana después de despertar y repetían en la tina antes de salir a desayunar en la terraza que poseía la propiedad. Aquel era un agradable y privado paraíso cuya enorme piscina se unía ante la vista con el inmenso mar color turquesa que rodeaba todo el frente de la construcción. Ambos solían pasar mucho tiempo al exterior, nadando, jugando en la orilla del mar con Dod y Sami, leyendo, recorriendo el muelle que poseía en lugar, tomando el sol y siestas en las que se acurrucaban en una cómoda hamaca después del almuerzo, justo bajo la fresca sombra de una rústica palapa sobre la arena blanca.

El lugar era impresionante y no había una sola parte de la casa que no les regalara la majestuosa vista pacífica de la espuma del mar chocar contra la orilla. Su habitación en especial y el living tenía una de las vistas más bonitas y si querían podían simplemente atravesar las puertas de vidrio y caminar directo hasta la playa para refrescarse.

Por otro lado, Natasha había progresado con sus clases de natación y ya era capaz de flotar sobre el agua por sí sola, todo iba estupendo y cada día que pasaba sentían estar enamorados un poquito más del otro

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Por otro lado, Natasha había progresado con sus clases de natación y ya era capaz de flotar sobre el agua por sí sola, todo iba estupendo y cada día que pasaba sentían estar enamorados un poquito más del otro. Además, no había un solo rincón de la casa en donde no hubiesen hecho ya el amor, entregándose al amor tan puro y deseo que sentían al verse andar con poca ropa dentro de la casa. Aquella parecía ser la vida soñada de cualquiera, todas sus tardes llegaban a su fin en silencio mientras recorrían descalzos la orilla de la playa tomados de la manó, compartiendo besos muy tiernos mientras se hacían promesas de amor que jamás dejarían que nada y nadie pudiese romper, cenaban bajo la luz de la velas y las estrellas y terminaban su día uniendo sus cuerpos con una inmensa devoción, con un inmenso amor que los hacía caer finalmente dormidos entre los brazos del otro.

Si, aquello parecía ser un sueño demasiado bueno y en verdad deseaban poder enfrascarse en esa cajita romántica que los tenía realmente felices y relajados. En otras circunstancias, aquel escape romántico hubiese lucido más bien como la perfecta luna de miel de un par de recién casados.

-Nena, por favor... Me estás asustando... -Steve volvió a golpear la puerta, habían estado durmiendo tan bien sobre el sofá que ni siquiera había sentido el momento en el que ella había abandonado el living.

-Dame unos minutos, por favor... -Su voz se escuchó demasiado apagada y eso lo terminó de desquiciar.

-Amor, dime qué sucede. Déjame entrar, ven conmigo... -Steve se imaginó por dónde iba el asunto y temió que los días buenos hubiesen llegado a su fin.

El rubio escuchó el agua del grifo correr en el lava manos y después de algunos segundos el click del seguro al ser removido llegó hasta sus oídos, la puerta del baño finalmente se abrió, dejándolo ver a una rubia deshecha con los ojos y la nariz enrojecidos, indicando que había estado llorando.

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