Chicago, Sábado, 3pm
-Señorita Potts, alguien pregunta por usted en la recepción, entró al edificio por la azotea.
-¿Qué? ¿Por la azotea? -Potts se extrañó muchísimo y se puso enseguida de pie.
-Insiste en entrar y no se irá hasta que lo reciba.
-¿Quién es? -Virginia comenzó a sentir pánico.
-No quiso darnos su nombre, solo dijo que viajó de muy lejos para verla. -La chica hizo una mueca chistosa y se disculpó por no poder darle más detalles.
-De acuerdo hágalo entrar y pídale al departamento de seguridad que estén alerta.
La rubia fue hasta su ventana un tanto pensativa, en espera de que aquel misterioso hombre hiciera acto de presencia, no recordaba tener a algún cliente en espera o empleado de algún otro departamento de la empresa.
-Señorita, el señor... Mmmm... -La asistente hizo una pausa.
-Anthony... Anthony Evans... -Tony presentó así mismo.
-El señor Anthony Evans está aquí. -Su asistente repitió sus palabras y Potts casi se rompe el cuello cuando giró su cabeza sorprendida de haber escuchado aquel nombre provenir de la mismísima boca del hombre que había estado atormentado sus pensamientos durante toda la semana.
-Retírate, Sue, gracias.
Potts le hizo una seña a su asistente de que todo estaba bien para después fruncir el ceño, cruzarse de brazos y mirar fijamente al hombre que estaba plantado a mitad de su oficina con un ramo de rosas rojas entre sus manos. Era tan cliché.
Virginia abrió sus labios nerviosa ante el inmenso silencio que se formó entre ambos, pero en un intento por hablar primero, se sintió repentinamente atrapada y observada detenidamente cuando el Inglés de cabello oscuro se quitó los lentes y le regaló una seductora sonrisa que iluminó su rostro por completo. El hombre lucía tal cual estaba en la foto que Natasha le había enviado por correo, sólo que en persona no aparentaba tener 58 años, de hecho se veía radiante y con un cutis bastante cuidado.
-Hola, señorita Potts. -Su voz cómo el ronroneó de un felino que estaba a punto de atrapar a su sorpresa le atravesó los sentidos hasta dejarla muda. ¿Qué se suponía que diría? Había sido él quien había viajado miles de kilómetros ¿sólo para decir hola?
-Yo... ¿Qué se supone que es esto? -Virginia lo miró sonreír de nuevo y dar un paso al frente que hizo sus piernas temblar y retroceder un poco.
-Vine a buscar a mi alma gemela.
Tony comenzó a caminar hasta ella quién se había quedado sin palabras para después simplemente recibir el ramo de flores que él le había llevado hasta ahí. Evans había quedado deslumbrado con su belleza, con su aspecto tan único, aquella mujer era de ese tipo de las que ya no se encontraban tan fácilmente y no se rendiría hasta conquistarla y hacer que cambiara ese concepto tan erróneo que tenía de él.
-Mmm... Me pareció decirle a Natasha que nuestra cita sería el lunes por la tarde, en Londres. -Virginia se alejó rápidamente de él tartando de disimular su desconcierto mientras se aclaraba la garganta y se resguardaba detrás de su escritorio.
-Me rehusaba a esperar tanto tiempo, así que vine por ti.
Tony giró sobre sus pies y caminó con elegancia hasta su escritorio, desabrochó su saco y tomó asiento frente a ella mientras Potts abría sus labios nuevamente para reprochar, terminando por cerrarlos de nuevo al no encontrar las palabras que necesitaba para expresar ante aquel osado acto de locura.

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💞𝙎𝙊𝙐𝙇𝙈𝘼𝙏𝙀𝙎 💞
Romansa¿Crees en las almas gemelas? Su trabajo consistía en emparejar al atractivo, descarado, engreído y libertino Steve Evans de 35 años con una linda chica a la que pudiese desposar para poder dirigir junto a sus hermanos la empresa familiar de su padre...