Hoy era el día. Él día en él que nos mudábamos a Australia. Dejaba atrás mi vida en Francia para empezar una nueva. Nuevo lugar, nueva casa, nuevo instituto, nuevos vecinos... Resumiendo, empezar de cero en Australia. Echaría de menos a mi padre, acostumbraba a estar con él cada día y ahora que me iba y ponía un océano de por medio seria imposible.
Y ahí estaba yo, metida en un avión durante horas, aburrida, escuchando música y deleitándome con el paisaje de las blancas nubes que parecían no moverse. Teniendo tanto tiempo libre me puse a pensar en como la relación de mis padres llego a su fin de la peor manera posible, siendo capaces de tirarse él microondas a la cabeza, agradezco a dios que nunca lo hicieran.
Mi padre siempre había sido un hombre de negocios, siempre iba bien vestido y bien peinado, era cuidadoso con todo lo que hacia durante el día, pero en cuanto llegaba a casa algo en el cambiaba. Consumía una cantidad abusiva de drogas y alcohol, no tenía ganas de nada, no pasaba tiempo conmigo y se pasaba aquellas pocas horas que tenía para relajarse y estar con su familia, chillando a mi madre y peleándose con ella constantemente. Cuando llego aquella ruptura por la que yo rezaba cada noche por el bien de todos, solía quedarme los fines de semana con mi padre y él resto de la semana vivía con mi madre. Mi padre venia a recogerme al colegio cada día para llevarme a comer a nuestra cafeteria favorita, así no tenía que esperar a los fines de semana para verlo. Pero eso ya se acabo. Adiós francia, hola Australia. Adiós papa.
Al llegar a Australia recogimos nuestras maletas y nos metimos en un taxi, mi madre le dijo la dirección al conductor y este se puso en marcha. Él viaje en taxi fue bastante largo, yo miraba por la ventanilla observando la diferencia de Francia con Australia. Los edificios de allí eran diferentes a los de Francia, eran de arte moderno pero sin llegar a llamar mucho la atención. Había muy buenas vistas, los campos eran muy verdes algo que en Francia no se veía mucho. Pasamos al lado de un hospital, mi madre lo señalo y dijo que trabajaría ahí, que el puesto que le habían ofrecido era tan bueno que no se podía rechazar por que el hospital donde trabajaría era el mas conocido de todo sidney. Al llegar a nuestro destino bajamos del taxi y cogimos las maletas, mire al frente y me encontré con una casa enorme que ya había visto en fotos, era exactamente igual. Si mal no recordaba la casa tenía tres pisos, un jardín muy amplio por donde podría correr mi perro, una entrada enorme, cinco habitaciones de las cuales dos no necesitábamos para nada, cuatro baños de los cuales dos tampoco eran necesarios, un comedor digno de un palacio real, un salón mas grande que nuestra casa de Francia, una cocina americana y un garaje de dos plazas para dos coches que no teníamos.
Llegue a mi cuarto y lo mire detenidamente, una cama, una mesa de estudios, una televisión, un armario que parecía un vestidor, una ventana y un color gris en las paredes, tenía que pensar que haría con esa habitación. Me decidí a deshacer la maleta. Deje toda mi ropa recogida en aquel vestidor y aun me sobraba espacio para mas ropa, puse mis cuadernos y cosas personales sobre la mesa junto con mi ordenador portátil. Saque el cargador del móvil y lo deje en un cajón con mi estuche y lleve mis cosas de higiene al baño que estaba junto a mi cuarto. Perfecto. Deje la ventana abierta antes de bajar abajo, me aburrida tanto que decidí salir a dar una vuelta para aprenderme los caminos.
Según iba caminando me daba cuenta de que Sidney era precioso. Siempre me había gustado Australia, o por lo menos lo poco de Australia que había visto en las revistas. No podía negar que siendo mi primer día en aquel lugar añoraba Francia, había dejado tantas cosas atrás que tenía que hacerme a la idea de que ya no volvería a esa vida, al menos no por un tiempo. Todo lo desconocido da miedo y suponía que al no conocer aquel lugar me sentía pequeña entre tanta inmensidad.
Cuando encontré un paso de cebra decidí cruzar a la otra acera, nada mas poner un pie en esta una moto paso tan rápido que si llegaba a encontrarme un metro mas adelante me habría atropellado. Aquella moto sobrepasaba él límite de la velocidad permitida, acaso quería que lo detuviesen? No me extraño ver a la policía pasar por delante de mi a toda prisa con las sirenas puestas detrás de aquella moto. Será un ladrón, pensé.
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MI PESADILLA. (Michael clifford)
Teen FictionLa mafia es mala. Las mentiras son malas. El amor en una mafia es malo. Un mundo falso es malo. Michael Clifford es malo. El amor hacia Michael Clifford es la ruina.