Una pareja y su responsabilidad

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Narrador omnisciente:

Wolfver llevaba un largo rato esperando desde que el trío de aves vigías se marcharon con Blinkus y con Mike, lo que le había dejado bastante disgustado.

Al no saber que esperar del comportamiento de esta tribu con su pareja humana, no hacía más que maldecir entre gruñidos mientras se paseaba de un lado a otro con los brazos cruzados, aunque al menos podía sentir un ligero consuelo pensando que Blinkus lo acompañaba, ¿No?

-Creo que ese es el lobo que tenemos que llevar -Sonó una voz sobre su cabeza.

-¿En serio?, lo has deducido porque es el único lobo en toda la zona, o es que hay alguna otra razón -Contesto sarcásticamente otro voz.

-Chicas no empecéis a discutir, o el jefe nos regañará a todas- y surgió otra.

Wolfver estaba mirando hacia todas direcciones, buscando el origen de esas voces, pero por mucho que se esforzaba no veía nada por ningún lado, lo que le estaba empezando a poner seriamente más molesto de lo que ya estaba en un principio.

-Chicas dejad de jugar con el gran alfa de los lobos -pidió la primera voz masculina que oía.

En ese momento, Wolfver se giró una última vez, para al fin dar con el origen de aquellos a quienes escuchaba. Eran tres chicas águilas arpías, exactamente igual de grandes, y de plumaje gris claro, el cual, hacían resaltar sus ojos oscuros, tan negros como el abismo que sobrevolaban.

Al parecer, habían estado volando tras Wolfver, evitando su campo visual mientras hablaban, para divertirse un poco a costa del lobo que las buscaba confundido.

Justo a su lado, y con una mirada de reproche hacia las chicas por su mal comportamiento, se encontraba un halcón peregrino macho, de plumas negras por su espalda y blancas por el pecho, cuyo pico comenzaba con un amarillo brillante, y acababa con una punta negra y afilada, con unos ojos azulados como el cielo a cada lado de este.

-Perdone por el comportamiento de mis compañeras, -se excusó por ellas- creo que lo mejor será nos presentemos. -Y posándose en el suelo comenzó- Yo soy Galae, y ellas son las trillizas Margó, Marda, y Martia, hemos venido para llevarle a nuestra aldea.

En ese momento Galae bajó de su espalda una tela marrón enrollada, de hilos gruesos sujeta a cuatro cuerdas en cada esquina.

-Le transportaremos en esta tela señor, cada una tirará de un extremo, y le llevaremos hasta nuestra aldea lo mas rápidamente posible. -Explicaba Galae manteniendo una actitud respetuosa.

Wolfver miró la tela, luego miró a Galae y por último se fijó en el acantilado, eso bastó para que incluso a un gran alfa como él se le erizara el pelaje de la cola. Lo pensó detenidamente, pues era obvio que la idea de la tela era bastante peligrosa, pero también era el único que había quedado varado al otro lado de la aldea.

-Está bien, ¿Qué es lo que debo hacer? -preguntó el lobo resignado

Galae extendió la tela, y con cuidado, guió a Wolfver hasta el centro de la misma ayudándolo a recostarse.

-Deberá quedarse lo más quieto posible, su peso debe estar distribuido para que yo y mis compañeras podamos cargarle sin problemas.

Tras su explicación, Galae realizó una señas, y el trillizo de arpías sujetó cada una un extremo de la cuerda para seguidamente comenzar a volar junto a él. De forma progresiva Wolfver había empezado a notar como su cuerpo era elevado del suelo, hasta que ya no era capaz de sentirlo, y seguidamente comenzaron a avanzar en el aire.

Si Camino a Tú Lado (Furry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora