¡No vuelvas a llamar!

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-¡Amor! - Fernanda corre a abrazarme pero la detengo. - ¿Amor? ¿Te pasa algo?- todos en el aula se quedaron observando tan vergonzosa escena.
-Lo siento Fer, tengo un dolor insoportable en la cabeza, espero puedas entenderme.
-No te preocupes, amor... ¿Quieres ir a la enfermería? - asentí.

Me dirigí al baño a lavarme el rostro y al salir me asusté al ver a Isra esperándome al lado de la puerta del baño.

-¿Que haces aquí?... ¡Me asustaste! - me adelanté, el caminaba detrás de mi.
-¡Tú estas muy raro! A ti te pasa algo.
-No, no es verdad. - dije inexpresivo.
-¿Por qué no confías en mi?
-Si lo hago.
-No, ¡Deja de mentir! Sé que no lo haces, hace mucho que estás raro, no me dices nada. ¿Acaso no soy tu mejor amigo?
-Israel, hay cosas que no puedo decirte y es por tu bien... Porque te quiero.
-Dime la verdad. ¿Estás metido en negocios ilegales, verdad? - me paralizó escuchar eso, ya no estaba metido en algo turbio pero por alguna razón no puedo librarme de mi pasado. - ¿Le atiné?
-Claro que no, ¿Cómo se te ocurre?
-¿Entonces? - me toma del hombro.
-¡Solo déjame en paz!

Terminaron las primeras horas de clase y llegó el tan esperado receso. Me dirigí a la dirección para solicitar retirarme antes de que terminen las clases. Mi gran excusa era un insoportable dolor de cabeza.

Finalmente, conseguí el permiso y me dirigí a mi aula a retirar mis cosas.
El aula estaba vacía, pues todos estaban en el patio menos una persona que entró repentinamente.
-¿Ya te vas? - se escuchó su cálida voz. Yo solo asentí. - ¿Que tienes? ¿Sigue doliendo te la cabeza?
-Si, mucho. - dije mientras ponía mi mochila al hombro.
-Entiendo, espero te mejores, Erick. Descansa, te hará bien. - toma mi mano y entrelaza sus dedos con los míos.
-Eso haré. - Me retiro del aula. Al pasar por el patio intercambio miradas con Israel y salgo sin decir ni una sola palabra.

Ya en casa, no dejo de pensar, como de costumbre me encuentro solo en esta gran casa, aunque trato de dormir no logro conciliar el sueño.

"¿Que voy a hacer ahora?", "¿Que más quieren de mí?", "¿Que es lo que me pasará?" son las preguntas que no dejaban de dar vueltas en mi cabeza. "¿Quién será la persona que no quiere que sea feliz? ¿Por qué?".

Buscaba dejar de pensar en eso, tenía otro motivo que también me alarmaba,"¿Por qué Christopher no me ha llamado? "

Luego de pensarlo por unos cuántos minutos, decidí llamarlo. Esperaba no cometer un error, si volvía a contestarme Joel estaría en un serio problema. Pero no fue así, después de varios intentos me contestaron.
-¿Aló? - fingiendo mi voz, fui el primero en hablar.
-¿Que quieres? - de una manera tan grotesca Christopher me respondió.
-¿Christopher? Soy Erick.
-Por eso, ¿Que es lo que quieres? Ya deja de llamar.
-¿Pasó algo? - no comprendía lo que sucedía.
-¡No vuelvas a llamar!
-¡Por favor! No me pidas eso, tú y yo quedamos en algo... No-no me apartes de él. - hubo silencio.
-No puedo contestarte más, al menos no por este número... Espera mi mensaje. - colgó.

Lancé con tanta fuerza mi teléfono sobre la cama, no entendía nada y eso me enfureció. Las lágrimas se apoderaron de mi rostro, eran lágrimas de impotencia ante mi situación.

Arrodillado al pie de la cama, lloré. El teléfono empezó a sonar pero decidí no contestar - Ya se cansarán de llamar. - susurré.

-¡Erick! ¡Erick! - alguien me llamaba a gritos. Sequé mi rostro antes de asomarme por la ventana. Ahí estaba ella, parada frente a la puerta de mi casa gritando a todo pulmón mi nombre.

Antes de Joel. // JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora