Antes de Joel. // Joerick

Retomar mi vida.

- ¡Joel! ¡Joel! - gritaba mientras lo veía alejarse corriendo a orillas del mar, de aquel mar que fue testigo de nuestro amor. - Ya no corras más... - gritaba tratando de alcanzarlo.

Él se detuvo y me sonrió. - ¡Búscame! Y cuando me encuentres seremos felices... - después de decir eso se desvaneció regalando me una sonrisa.

- ¡Joel! ¡Joel! - gritaba desesperadamente.

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¿Erick? ¡Ya levántate! - Madeleine estaba tratando de despertarme.

- Déjame seguir soñando. - susurré.

- No, tienes que despertar. - fue tanta su insistencia que accedí.

Había pasado ya una semana y media desde aquella vez en la que Madeleine conversó con José. Fernanda venía a verme a diario y yo fingía no saber nada de su pasado.

Por su parte, Madeleine me había prohibido tener contacto con Christopher debido a que sus sospechas aumentaban, estaba tras los pasos de Fernanda y descubrió algunos datos interesantes aún así no se arriesgó a ser descubierta por lo cual no ha salido de casa desde aquel viaje a la cafetería. Sobre sus clases, está llevando cursos online por lo cual no se atrasa.

- ¿Por qué me despiertas tan temprano? - pregunté.

- ¿No lo recuerdas? Tienes tu cita con el doctor... Recuerda, tú mamá me encargó que te acompañara y es lo que voy a hacer.

- Pero aún son las 9:00 am. - Me quejé.

- Agradece que te dejé dormir más de lo debido. - Madeleine se había convertido en una gran compañía, disfrutaba pasar tiempo con ella. Lo único que no me gustaba es que me diera clases en las tardes para no atrasarme en la escuela. Aún así, sentía que era la única persona en la que puedo confiar.

- ¡Levántate! ¿No te emociona? Hoy te quitaran ese estúpido yeso que no ha sido más que un estorbo.

- Si, siento que ya no lo soporto ni un día más...

- ¡Anímate! Te dejo para que te alistes, yo bajaré a preparar el desayuno.

- Esta bien... Madeleine. - ella volteó a verme. - Gracias... Gracias a ti ya no me siento tan solo. - le sonrío.

-No tienes que agradecer... También la he pasado bien este corto tiempo que llevo viviendo aquí. - se acercó a la puerta y al salir la cerró.

Me alisté y a los minutos entró ella con mi desayuno. Ella ya estaba lista, desde muy temprano así que desayunamos juntos como todos los días.

- Te escuché hablando mientras dormías... ¿Siempre eres así de raro? - preguntó.

- ¿Qué fue lo que escuchaste? - pregunté apenado.

- Escuché que lo llamabas...

- Soñé con él, fue tan lindo hasta que desapareció. - suspiro.

- ¡Ay Erick! Oye... Agradece que la que te escuchó fui yo y no Fernanda, no sé que hubiera hecho si te escuchaba llamar con tanta desesperación a su rival. - ella rió.