Acercamiento inesperado.

70 8 1
                                    

Y llegó el día, Madeleine me acompañó a la escuela en el auto de papá.
En la puerta de la escuela nos esperaban Fernanda e Israel, quienes me ayudaron a llegar al aula.

- ¡BIENVENIDOOOO! - gritaron mis compañeros en unísono.

- ¿Y esto? - me sorprendió, no llevaba una buena relación con todos mis compañeros de aula.

- Estamos muy emocionados de volver a verte en el aula, mi amor. - sonríe Fernanda.

- Gracias. - sonreí por el gesto y me senté en mi lugar habitual.

Las horas pasaron, llegó la hora del receso y decidí quedarme en el aula y comer lo que me mandó Madeleine. Como era de esperarse, no me quedé solo, nos quedamos solos Fernanda y yo.

- En serio me emociona verte en el aula nuevamente. Está aula era muy aburrida sin ti. - se sienta a mi lado.

- Gracias, ya me aburría de estar en casa. - finjo una sonrisa.

- ¡Que rico! Es raro ver no traigas manzanas. - ríe.

- Es que Madeleine preparó esto para mí. - su gesto cambia al mencionarla. - ¿Quieres? No voy a comerlas todas. - aparento estar triste.

-¿Por qué estás así? - pregunta probando mis papas.

- No es nada... Bueno si, tengo que contártelo. - se preocupa. - No he sabido nada de Joel desde antes del accidente, Christopher no quiere contestarme el teléfono ni los mensajes, eso me tiene mal... ¿Que fue lo que hice? - doy un golpe a la mesa.

- ¡Tranquilizate! ¡Por favor! - sus lágrimas caen por sus mejillas rosadas.

- ¡No llores, bonita! - seco sus lágrimas.

- Perdona por mostrarme tan vulnerable pero es que no puedo evitar sentir rabía. - aprieta su mano.

- ¿Rabia? ¿Por qué?

- Porque tú lo amas tanto y él ya te olvidó... ¿Y que pasa contigo? ¿Qué pasa con lo que sientes por él? ¿Acaso no le importa? - su voz se quebró. - ¡La vida es tan injusta! Uno se enamora de quién no puede enamorarse de nosotros.

- ¡Cálmate! - no sé cómo se le hace tan fácil fingir mientras a mí me cuesta. - Me hace tanta falta, no lo puedo negar, no sé cómo de mi vida él se pudo marchar, supongo que siempre fui yo él que quiso encontrarlo pero él no quería que lo hiciera, por eso se alejó.

- ¿Erick? ¿Ya no lucharás por encontrarlo?

-No lo sé, jugó con mi vida y ahora me pregunto por qué tuve que enamorarme de él, quererlo como lo quise y luego lo perdí... Mi mente me dice que lo deje ir pero mi corazón se aferra a este sufrimiento, a su recuerdo.

- Es raro... Pensé que llorarías al decir todo eso.

- Ya no, he llorado tanto por las noches que me quedé sin lágrimas. - Me abraza. - Ten cuidado con el yeso, aún duele un poco.

- Olvídate de eso, vamos a comer. - dijo mientras comía.

La mañana duró mucho pero llegó la hora de irnos a casa, Fernanda se ofrecía a acompañarme pero yo insistía en que Madeleine pasaría por mi.

Se me hacía raro que Madeleine no llegara aún, ya había pasado 20 minutos y ella es muy puntual, tomen de ejemplo la hora en la que me levanta todos los días.
- Erick, ya es tarde... Llamala.

- Sí, eso haré, es raro qu eno esté aquí.

- ¿Y si le pasó algo? - preguntó angustiada.

Antes de Joel. // JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora