Doce

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Saint suspiraba continuamente pues el aburrimiento por el encerrado en aquella cárcel de oro, le estaba resultando más que agobiante.

Había invertido parte del tiempo en leer los libros de una gran biblioteca que había descubierto en otra de las habitaciones, había dormido lo que le había parecido un año entero y también había comido hasta saciarse.

Deseaba ver al alfa con todas sus fuerzas, extrañaba sus besos y sus caricias, su olor y su voz grave pero también temía el momento de tenerlo enfrente pues no quería contarle su terrible historia.

Le era demasiado vergonzoso y tenía por seguro que éste ya no lo vería con buenos ojos.

Cinco largos días con sus interminables noches habían pasado ya desde que ellos habían intimado y se habían unido a través del lazo.

En todo ese tiempo, Zee no había ido a verlo, ni tampoco lo había llamado, por lo que éste empezaba a pensar que se había olvidado de él.

Cuando ya tenía las esperanzas casi perdidas por completo, una tarde escuchó la puerta principal y las voces de las empleadas saludar al alfa.

El castaño omega se quedó paralizado pues estaba tan eufórico que no sabía que hacer, dudaba si esperarlo en la cama o allí en la biblioteca disimulando su aburrimiento.

Finalmente escuchó llamarle y como un rayo acudió inmediatamente, encontrándose con un gran paquete envuelto en papel de regalo.

-Hola pequeño-dijo Zee tras besarlo en los labios-... abrelo... es para ti.

-¡P-Para mi!, ¿Q-Qué es?- exclamó el omega sonrojado y sorprendido pero sin rasgar el papel.

-Venga, abrelo!, ¿qué te pasa?, he dicho que es para ti.

Este asintió emocionado pues nunca nadie le había hecho un regalo antes, además creía que el alfa estaría aún molesto por haberse encerrado en el baño sin contestarle y no despedirse de él pero al parecer no era así.

El omega lo abrazó y el alfa se embriagó una vez más, de su dulce olor para luego atrapar sus dulces labios de nuevo pero esta vez en un beso tan apasionado y sediento que Zee no le quedó duda de lo mucho que el omega lo necesitaba.

-Venga... abrelo ya... Creo que te gustará mucho -insistió el alfa soltando por fin al omega.

El castaño obedeció y rápidamente rasgó el papel de regalo encontrándose un estuche con una hermosa guitarra en su interior.

Este jamás había visto ni tocado una de esas tan de cerca, era la más cara del mercado y lo más que había hecho, era verlas tras el cristal del escaparate de la tienda de instrumentos, en la calle en donde solía ponerse a tocar.

La suya la había encontrado en la basura y la había perdido junto con sus cosas cuando Mew lo había capturado, aunque esta era ya muy vieja y algo desafinada, le había cogido mucho cariño.

-¿Es pa-para mí?, ¿en s-serio?-preguntó emocionado-... ¡Oh Dios!, ¡es hermosa!, ¡es increíble!, ¡gra-gracias Zee!, ¡Muchas gracias!- chilló saltando a sus brazos y besándolo una y otra ve.

-Anda...anímate y cántame algo, pequeño... Me gustaría escucharte- dijo el alfa muy emocionado por haber acertado con el regalo.

El omega lo miró y sonrió, entonces cogió la guitarra en una mano y con la otra arrastró al alfa hasta el sofá, para que éste se sentara y tras hacerlo él también, comenzó a tocar y cantar una hermosa canción.

Zee jamás pensó que aquel omega desvalido podía estar tan lleno de talento y tan desaprovechado obligado a cantar, mendigando en la calle simplemente por ser un omega y no tener recursos, realmente era muy injusto.

Se creo una burbuja de placer y armonía donde ambos se sintieron vivos y felices.

Al terminar, el alfa aplaudió eufórico al igual que lo hicieron Greta y Sofía, las cuales habían aparecido por la puerta de la cocina al escuchar los primeros acordes.

El omega se sintió como si estuviese en una nube pues todo era como en un sueño del que no quería despertarse nunca.

Esa casa, la guitarra y ese hermoso alfa que la vida había puesto en su camino, después de todo de todo lo horrible que había sufrido desde niño, era como un recompensa y el mayor de los presentes.

Atrás quedaba ya el Saint que había sido, ese pobre omega destrozado, perdido y solitario pues ese ya se estaba quedando sepultado en el pasado.

Atrás quedaba ya el Saint que había sido, ese pobre omega destrozado, perdido y solitario pues ese ya se estaba quedando sepultado en el pasado

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3. «Era un omega destrozado»-Zaintsee-Mewgulf -Omegaverse-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora