Cuarenta y siete

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El alfa estacionó su coche y ayudó a su omega, el cual mantenía sus ojos tapados por petición suya.

...-No los abras aún, pequeño... no hagas trampa.

-¡Venga Zee!, ¡estoy muy nervioso!, ¡déjame verlo ya!.

El alfa rió y empezó a caminar llevando a Saint de la mano.

-Ven por aquí.... sigue caminando...sigue sigue...a verrr....aquí, si....¿bien estás listo, cariño?-preguntó al fin sonriendo mientras el omega asentía-... ok vale... puesss....¡ya!, puedes mirar-dijo el alfa muy entusiasmado.

Saint sacó la venda de sus ojos y miró la hermosa casa que estaba ante él, ésta no era muy grande pero era preciosa, estaba toda pintada de blanco y tenía flores en todas sus ventanas y también un jardín con columpios.

-¡Oh Dios mío, Zee!, ¡es maravillosa!, ¿es ésta?, ¿De verdad viviremos aquí?-preguntó el omega muy feliz mirando a su alfa.

Este lo rodeó con sus brazos y lo estrechó contra su pecho.

-Ésta es amor... aquí viviremos con nuestros bebés de ahora en adelante.

El omega estaba pletórico, le parecía imposible tener aquello ante él después de todo lo malo que habían vivido, la vida parecía recompensarle al fin con lo que había estado soñando toda su vida, una hermosa familia y un lugar al que llamar hogar.

Entraron sonriendo y Saint se llevó otra gran sorpresa.

-Bienvenido a casa, cielo-dijo el alfa tras él.

El omega se quedó impresionado, el salón de la casa estaba a media luz, había una chimenea con el fuego encendido y la mesa puesta como en una cita romántica con flores y petalos de rosa por el suelo.

Este se giró y miró a su alfa sin poder creérselo.

-¿Q-Qué es todo esto?, pensé que estarían los niños y tu familia.

-Mi familia vendrá mañana con ellos... Ésta noche es para nosotros... quiero que estés tranquilo y quiero que sepas lo mucho que te amo-dijo el alfa cogiéndolo de la cintura y besándolo tiernamente.

-Ahhh ya... creo que ya sé por dónde vas-dijo el omega sintiendo su cuerpo temblar ante el agarre y la proximidad del alfa que dejaba pequeños besos su cuello.

-Te he extrañado tanto bebé...te necesito -dijo el alfa acariciandole el cuerpo mientras le desabrochaba la camisa para besar sus pezones.

Saint sintió un calor sofocante, hacía mucho que no estaba con el alfa íntimamente y su celo después de tener a Pete había sido fácil de llevar, incluso con Perth cerca no había caído en la tentación.

El amor que sentía por el alfa había sido mucho más grande que apaciguar un simple deseo banal pero ahora allí con él abrazándolo y besando su cuerpo encendido en deseo, estaba despertando su celo con gran intensidad.

El alfa sonrió pues el aroma de Saint estaba impregnando todo el salón, así que lo cogió en brazos y sin dejar de besarlo lo llevó a la habitación donde esas cuatro paredes estaban destinadas a presenciar la intensidad de su amor.

El alfa dejó al omega sobre la suave y cómoda cama y se quitó la ropa mientras el omega se tumbó esperándolo a la vez que gemía y suspiraba reclamando su atención.

El alfa se subió a la cama y cubrió el pequeño cuerpo del omega frotando su enorme bulto contra el del castaño, haciéndolos gemir de placer con cada estímulo que el roce hacía en sus pollas.

Poco a poco, la ropa del omega voló hasta el suelo también, el alfa se la quitó mientras cubría de besos y pequeños mordiscos cada centímetro de su ardiente y entregado cuerpo.

Saint estaba muy mojado, su agujero se lubricaba soltando chorros de néctar, el cual el alfa saboreó chupando y metiendo su lengua haciendo perder la razón al omega que gritaba de deseo pidiendo ser penetrado.

Zee sonreía ante eso y entonces metió uno de sus dedos en su interior y empezó a penetrarlo una y otra vez.

...-¡Oh si! ¡Aaah...!- gritó- ¡quie-ro más!, ¡Si, dame más!

Un segundo dedo del alfa fue introducido en el interior del omega, mientras éste gritaba de deseo, entre tanto Zee le agarró la polla y comenzó a bombearsela también, le envié cantaba contemplarlo gozar con el placer que él le producía.

-¡Oh Dios me co-corro!, ¡oooh... ooh....!

El alfa entonces soltó la polla y sacó sus dedos del interior del omega y los sustituyó por su enorme polla, la cual introdujo poco a poco en el interior del omega, mientras este gritaba y gemía aún recuperándose de su clímax.

El alfa se acomodó y cuando vio que el omega estaba listo, comenzó a darle suaves estocadas metiendo y sacando su polla del interior de su hermoso amante, el cual seguía gimiendo y chillando de placer, clavandole las uñas en la espalda.

Este sentía una y otra vez su interior ser invadido por el miembro erecto de su alfa, hasta que de repente este comenzó a hincharse, entonces los colmillos del alfa se agrandaron y por instinto giró su cuello para dejarle espacio y pudiera olfatearlo y lamerlo.

El alfa sintió su nudo hincharse del todo y entonces clavó sus colmillos en el cuello del omega derramando su semilla en el interior de éste.

Saint pegó un gran chillido de dolor, luego el alfa lamió la herida para que su saliva la cicatrizase y esperó a que su nudo bajase, mientras recuperaban el aliento juntos entre beso y beso.

Al cabo de unos cuantos minutos, Zee se bajó del omega y se tumbó exhausto a su lado, entonces Saint se giró, se abrazó enredando sus piernas en él y colocando la cabeza en su pecho.

-Te amo Zee Pruk.

-Y yo a ti, Saint Suppapong.

3. «Era un omega destrozado»-Zaintsee-Mewgulf -Omegaverse-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora