Los siguientes días en los que el joven omega permaneció en la calle, no fueron mejores, pasó frío, pasó hambre pero sobre todo se sintió terriblemente solo.A veces alguna alma caritativa le daba un trozo de pan o una manzana, un vaso de leche o incluso un jersey para cuando refrescaba.
Pero otras veces no tenía tanta suerte y lo echaban a empujones y gritos de los lugares a los que el pobre omega se acercaba para conseguir algo de alimento y algo de calor.
El tiempo pasó y su suerte no cambió, así que los días se convirtieron en semanas y esas semanas en meses, hasta que llegó a ser un año, donde este celebró su triste cumpleaños diecisiete encendiendo cerillas y soplándolas en el callejón dónde solía cobijarse.
Eres era lugares oscuros y solitarios pero lo protegía del miedo a los peligros del exterior, allí tenía sus cartones y algunas mantas rotas que había encontrado en la basura y con las que se cubría en las frías noches.
Un día como tantos otros, iba vagando por las calles en busca de comida o una buena esquina para ponerse y pedir limosna, se moría de hambre y en los cubos no encontraba nada, aunque todavía era temprano para que hubiese gente en la calle.
No conseguía reunir el dinero para comprarse algo y entonces de repente un olor delicioso llegó a sus fosas nasales, caminó y vio la puerta trasera de una pastelería que estaba abierta y que daba a la cocina, en la que había unos ricos pasteles sobre la mesa.
Casi hipnotizado, este se acercó a deleitarse con aquel rico aroma y vio que no había nadie allí, entonces estiró su huesuda y temblorosa mano y se cogió uno, tenía la intención de pagárselo en cuanto reuniese el dinero pero cuando se iba alguien lo agarró por un brazo y se le cayó el pastel.
-¡Ven aquí pequeño ladronzuelo!, ¿a dónde crees que vas?-gritó un beta muy mal encarado.
Este se removió y consiguió soltarse del agarre saliendo de allí rápidamente y echando a correr por la calle seguido del pastelero que corría tras de él.
Muy asustado no sabía que hacer ni para donde ir pero de repente vio un grupo de omegas y betas que revolvían en la basura cerca de allí y se mezcló entre ellos.
El beta se acercó y los empujó con cara de asco y entonces los vagabundos curtidos ya en desgracias y años de vivir en las calles, lo enfrentaron y lo echaron de allí.
Saint jamás los había visto, eran dos omegas maduras, tres betas y dos pre-adolescentes que aún no presentaban.
-¿Estás solo muchacho?-Le preguntó finalmente el más viejo de los betas.
Este asintió tembloroso pues pensaba que lo rechazarían, aún así sacó fuerzas de su cansancio y su miedo y les dio las gracias.
Las omegas le sonrieron y las adolescentes le cogieron de la mano.
-Yo soy Cloe y está es mi hermana Claude, ¿Y tú como te llamas?.
-Me llamo Saint-dijo muy tímido.
-Hola, yo soy Bow, esta es Gloria y esos son Jonás y Pete, nos hemos encontrado en la calle y permanecemos juntos desde entonces, ¿quieres quedarte con nosotros?.
El famélico y cansado omega asintió rápidamente y aunque no los conocía de nada, los seis se veían como una especie de pequeña familia desestructurada pero unida y desde luego era muchísimo mejor, que estar siempre sólo sobreviviendo en la calle.
De nuevo los meses se le pasaron sin darse cuenta, la vida era más fácil pues su familia de la calle sabía los mejores sitios para conseguir comida y ropa, además les encantaba hablar, por lo que Saint aprendió mucho.
Se contaron sus historias y al igual que él, todos tenían un pasado muy difícil y triste pero seguían luchando el día a día.
Este amaba ver los escaparates, se quedaba embobado viendo todas las cosas bonitas que mostraban y soñaba con que algún día podría vivir en una casa de verdad como la de sus padres y comer lo que quisiese, comprarse ropa nueva y ser un gran músico famoso.
Un día rebuscando en la basura, el omega encontró una vieja y rota guitarra, con un arreglito por aquí y un afinamiento por allá consiguió que sonase decentemente pero a él le hizo tanta ilusión como si fuese la mejor y más cara del mercado.
...-Toca algo, Saint... queremos escucharte-dijeron las niñas.
El omega no necesitó que lo repitiesen pues sus dedos se deslizaron suavemente por las cuerdas de esta y se dispuso a tocar pero para asombro de todos el omega también cantaba.
La gente se paraba a escucharlo y le tiraban monedas e incluso billetes delante suyo, este no se lo podía creer, ya que jamás pensó que la vieja guitarra le traería suerte.
En las semanas siguientes, Saint y su familia fueron a mejor pues mientras el omega tocaba la guitarra, las omegas le hacían los coros, las chicas bailaban y los betas pasaban la gorra.
Poco a poco consiguieron dinero suficiente para poder comer comida caliente y comprarse calzado o algo de ropa en las tiendas más económicas.
Todo fue mejor dentro de lo malo, por fin después de dos años había conseguido algo bueno y se podía decir que el castaño con dieciocho años recién cumplidos, volvió a ser un poquito feliz.
Este seguía echando mucho de menos a sus padres como el día en que se fueron pero no tenía más remedio que seguir adelante con su vida.
Un día se enteraron que en la cuidad abrirían un albergue social, por lo que todas las noches el omega y "su familia" iban a pasar la noche y a las mañanas volvían a la calle a buscarse la vida.
Una mañana todos se despertaron con malestar menos Saint, al parecer algo les había sentado mal, entonces se fue solo para los lugares donde solían actuar, tocó y cantó todo el día para alegrar la caminata de la gente y para diversión propia.
Al caer la noche recogió todo el dinero y guardó la guitarra en un estuche que había conseguido anteriormente, entonces a su espalda apareció un alfa con un agradable olor
-Hola hermoso... me encanta como cantas... Te he estado escuchando desde la distancia.
-Gracias señor, me alegro... buenas noch...
-Hey, venga no me has dicho tu nombre, yo soy Tharn....emm soy productor musical...¿y tú cómo te llamas?.
-Saint Suppapong.
-¡Oh vaya! pues lo haces genial... Yo estaría dispuesto a ayudarte y lanzar tu carrera, serías una gran estrella.
El omega poco a poco se relajó pues aquel alfa de olor amable e increíblemente atractivo le daba confianza, además tenía unos preciosos ojos y sus facciones le daban un toque exótico, pensando que que no pasaba nada por charlar un rato con él.
-¡Oye!, ¿qué te parece si te invito a un chocolate caliente y te cuento el tema de contratos, giras, beneficios y demás?-Preguntó el alfa mostrando su mejor sonrisa.
-Emm no sé...debo regresar al albergue.
-Venga solo te robaré diez minutos y si no te convence yo mismo te acercaré al albergue ese, ¿Qué me dices?.
-Bueno está bien, acepto... vamos.
El alfa le indicó el camino por donde supuestamente tenía su coche pero de repente Saint vio llegar una furgoneta negra a toda prisa de la que salieron dos tipos y tiraron de él, acto seguido vio con sorpresa como el alfa se subía también.
-Muy bien Mew, este es el último... Ya hemos cubierto el cupo-escuchó decir este a otro alfa, mientras lo amordazaban y le vendaban los ojos.
-Volvamos ya a la mansión...Los Pruk estarán más que satisfechos.
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3. «Era un omega destrozado»-Zaintsee-Mewgulf -Omegaverse-Terminada
FanficJoong y Anne Pruk son los alfas mayores y jefes de una gran Corporación dedicada al comercio de omegas y betas, los cuales llegan a sus manos mediante engañados y tras ser raptados. Sus hijos Zee y Gulf son dos alfas fuertes y hermosos, con una incr...