Capítulo 43

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_Después de ese día pasó un mes. Harald y yo estábamos bien, más que bien.

Bell se había ido, gracias al cielo. Harald le había dicho que se alejara de nosotros para evitar problemas. Y obvio, ella inventó que solo estaba de visita y que se iría pronto a Alemania. Bien por ella. Además de que le comentó que sentía algo por él, pero por suerte detuvimos todo a tiempo.

Pero tengo algo que decir en este punto, Bell no era el problema mayor. Había algo con lo que yo no iba a poder lidiar y comenzó un viernes.

Harald salió temprano después de ir al gimnasio juntos. Yo me arreglé y me fui al trabajo. Usualmente yo llego primero a casa, pero ese día se quedó en la oficina y no dormimos juntos.

De todas formas no encontré nada raro, Harald era muy ocupado y lo entendía. Yo solo esperaba que Levan lo ayudara en la empresa para que pudiera tener más tiempo libre.

Sí, el tiempo empezó a ser un problema para nosotros. Al siguiente día sí llegó, pero cuando yo ya estaba dormida. Como era mi día libre me quedé dormida y tampoco lo vi cuando se fue. Solo me contestaba a veces los mensajes.

Pero lo entendía, hasta que llegó una foto a mi celular que me dejó pasmada cuando me estaba quitando la bata en la clínica.

Era un número desconocido que ni foto de perfil tenía.

Era una foto que parecía tomada por un paparazzi. Se veía a Harald abriéndole la puerta a una mujer rubia. Ella estaba en un ángulo en el que no le podía ver su cara.

En ese mismo instante llegó una nueva foto. Harald estaba bajando del auto y tenía a la misma mujer agarrada por la cintura.

El pie de foto me puso los pelos de punta: Aquí te adjunto unas fotitos para que veas que tú hermoso Harald te es infiel. Puedes seguirlos cuando quieras y los encontrarás juntos porque es su nuevo juguetito. Con amor, alguien.

¿Qué estaba pasando?. No, eso no podía ser cierto, Harald me amaba. Me lo había dicho muchas veces.

Harald nunca iba a engañarme. Ignoré ese estúpido mensaje.

-Querida Ebbye- susurró alguien detrás de mí.

Me volví hacia él solo para mirarlo con un odio profundo.

-¿Qué haces aquí, Ryan?- no pude evitar preguntar entrando el celular en mi bolso.

-Adivina- sonrió.

-No me interesa- contesté sin ganas y me preparé para irme. Pero Alan entró, deteniéndome en la puerta.

-Hey Ryan- saludó.

Vaya, se conocían. De todas formas tomé a Alan por el brazo y caminé Co él hacia el estacionamiento.

-¿Ryan te estaba molestando?- preguntó acercándonos a nuestros autos.

-Ryan me ha molestado la existencia siempre- contesté con disgusto.

-Si lo odias tanto, ¿Por qué trabajas aquí?- sonrió. Le parecía divertido el asunto.

-¿Qué intentas decir?- fruncí el ceño.

-Que Ryan es el hijo del dueño. ¿No lo sabías?- arqueó una ceja. ¿Qué demonios?. Eso significaba que estaba trabajando en la veterinaria del padre de Rina, la exnovia de Harald.

Ay no, no. Respiré profundo y me despedí de Alan, no sin antes hacerme prometerle que le contaría el porqué de mi odio hacia Ryan.

Dejé mi cabeza en el volante un momento. ¿Por qué tantas coincidencias?.

Llegué a la casa y, como supuse, Harald no estaba.
¿Debía decirle que estaba trabajando en la veterinaria del padre de Rina?. No, no debía. Porque se pondría como loco. Pero debía decirle.
No, claro que no. Para nada.

No llegaré a casa, amor. Duerme mucho y cuídate, nos vemos pronto.

Y de inmediato me llegó otro mensaje del número desconocido que agendé como alguien.

En ella había una foto, esa foto era reciente porque lo decía. Harald se veía entrando en un restaurante con la misma mujer. Esta vez ella tenía un vestido rojo que se le veía muy bien. Y esta vez podía ver su cara. No la conocía, nunca la había visto.

¿Por qué no vas y los miras de cerca?. Aquí adjunto la dirección.

Me envió la dirección del restaurante, pero no era necesario. Ya sabía cuál era, era el mismo lugar donde fuimos a comer después de mi graduación.

Bloqueé el celular y cerré los ojos un momento sentada en el sofá. ¿No era trabajo?. Debía serlo. Pero es que la manera en la que ella le sonreía me daba un mal sabor en la boca. No debía desconfiar de él. Lo que va a pasar pasa y punto, no tenía porqué preocuparme. Si él me amaba nunca me engañaría.

Pero alguien siguió enviando fotos. Unas más cercanas que otras.

Sentía que me estaba volviendo loca. Casi no pude dormir esa noche, recuerdo.

Me desperté muy temprano y escuché la puerta principal abriéndose. Bajé sin ganas y lo encontré cerrando la puerta.

-Hola- dije bajando las escaleras.

-Hola, cariño- se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. Ni siquiera en la boca.

-¿Todo bien?¿Qué hiciste?- lo abracé por el cuello.

-Solo estaba cerrando un trato, pero me atrasé y tuve que prepararlo casi toda la noche- respondió oliendo mi cabello.

-¿En serio?¿Con quién?- quise que sonara casual mi pregunta, pero destilaba curiosidad.

-Solo un socio de una nueva compañía- respondió y luego se alejó de mí con la mirada hacia otro lado.

Sentí una punzada en mi pecho, me estaba mintiendo en mi cara.

Ni siquiera el perfume de mujer que tenía en su traje me molestaba tanto como su mentira. Pero intenté sonreír.

No pasaba nada, aún. No había problema.

-Ve a darte un baño, amor- lo empujé hacia las escaleras.

Él me dio una sonrisa cansada y subió. ¿De qué podía estar cansado?.

Me sentía mal, demasiado mal.

Y otro estúpido mensaje llegó. Lo abrí sin ánimo.

Por Dios que esa última foto me hacía desmayar.

Ay no, mis ojos se aguaron y entré a la cocina para que él no me viera.

En la imagen se podía ver a Bell y a Harald. Él no era muy notable, ella sí.

Aún así era claro que se estaban besando.


Yo lo mato. Yo le preguntaría y si me dice que no, lo seguiría.

Esto me da un mal sabor de boca. En serio.

Odien a Harald por un momento.

Los amo, XOREADERS.

HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora