La verdad

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Ebbye

_Y así pasó una semana. Harald no me habló y yo tampoco lo busqué. 

 Beth decía que debía disculparme. ¿Pueden creerlo? ¿Yo por qué debía disculparme? Bueno, tal vez me pasé de la raya al decirle que desapareciera.

—Él fue tonto, peor tú fuiste cruel. Ambos deben disculparse— dijo Kat cuando le conté lo que había pasado. Yo era una persona terca y orgullosa, no pensaba dar mi brazo a torcer tan rápido.

Mamá siempre decía que era bueno tener orgullo, pero que a veces hay que perderlo para no perder a una persona. El pequeño problema era que no me importaba perder a Harald, no porque no me atraía, sino porque nunca lo había tenido. Vamos, estaba demás decir que la relación de Harald y yo era bastante rara.

 Pero yo no soy de esas personas que hieren y no se arrepienten. Tengo una conciencia que se encarga de molestarme en las noches. Además de que le tengo miedo al karma.

Y es por eso que el martes a las cuatro de la tarde yo estaba tocando la puerta de la casa de Harald. Llevaba un vestido corto, el mismo que me coloqué en nuestro primer encuentro.

Fue el mismo Harald que me abrió la puerta. Llevaba ropa casual y unos lentes que se le veían demasiado sexys.

Su mirada al verme fue de fastidio. Idiota.

—Hola— Pasé adelante sin que me invitara.

—¿Qué quieres?— preguntó dirigiéndose a su oficina. Lo seguí.

—Quiero que hablemos— respondí y luego dejé mi bolso en una repisa junto a la escalera.

—Yo no quiero— Entró y se sentó en su escritorio— no somos nada, ¿Recuerdas?— Me miró serio.

—¿Y?— Arqueé una ceja.

—Que no estoy en obligación de hablar contigo. Vete— Empezó a teclear en su computadora, tratando de ignorarme.

—¿Por qué no me sacas?— Sonreí seductoramente, recordando mis viejos hábitos.

—No quiero utilizar la fuerza contigo— contestó sin mirarme.

—¿Y si quiero que uses la fuerza conmigo?— Puse mis codos en su escritorio.

—Tú lo pediste— Se levantó, caminó hasta mí y tomó mi brazo.

Me guio hasta la puerta, pero no la abrió.

—Dime rápido lo que sea que ibas a decir y vete— Soltó mi muñeca y suspiró.

—Lo siento— dije en voz baja.

—¿Qué hago con tu lo siento?¿Lo invierto en mi empresa para que me dé ganancias?— preguntó con expresión burlona. Luego se cruzó de brazos.

—Está bien, solo quería decirte que lamento haberte dicho que desaparecieras. Pero me voy— Estaba ofendida, pero no iba a demostrarlo, así que abrí la puerta para largarme de allí.

—Si das un paso más, en serio estarás en problemas, niña— Cerró la puerta y me atrajo hacia él, quedando más cerca.

—Me dijiste que me fuera, idiota— fruncí el ceño. Tenía una bipolaridad increíble.

—Eso significa que no lo hagas— dijo como si fuera lo más lógico del mundo.

—Creí que solo las mujeres teníamos un lenguaje inverso— actué sorprendida.

Se acercó más y me dio un beso en la frente, justo como lo hizo un año atrás. Sentí algo raro en mi estómago ante ese gesto.

Yo me alcé y le di un beso en la comisura de los labios.

Pero todo se tornó caliente cuando me subió en su cintura y comenzó a besar mi cuello. Oh, no, no. Eso no debía pasar. 

Ebbye, ¿Dónde quedó tu dignidad. En el mismo sitio donde se fue mi cordura cuando Harald apretó mi trasero, supongo.

A la mierda todo.

—Hoy es martes y viniste a las cuatro, justo como aquel día— Me acostó en el sofá.

—Con la diferencia de que hoy tengo bragas— Quité su camisa.

—Yo te las quito— Sonrió y me quitó toda la ropa.

Sus labios atacaron mi cuello y sus manos empezaron a jugar conmigo, su dedo pulgar comenzó a hacer movimientos circulares en mi zona más sensible, haciéndome desfallecer.

—Harald— gemí enterrando mis uñas en sus hombros cuando llegué al orgasmo.

Se quitó los pantalones y empezó a pasar su lengua por mi intimidad, haciéndome llegar al clímax nuevamente. Se sentía demasiado bien, justo como la primera vez.

Y no sé en qué momento pasó, pero Harald me embistió de una manera bestial, me gustaba la rudeza con la que hacía las cosas. Estaba muy excitada, tanto que mi respiración era inestable por momentos.

—Córrete para mí— Besó mis labios después de pedir aquello.

Él lo pidió y yo se lo di. Unos minutos después también llegó a un orgasmo, se deshizo de su preservativo que ni sabía que existía hasta ese momento y se acostó conmigo en el sofá, yo me coloqué su camisa y mis bragas, él se quedó en bóxers. Me sentía demasiado bien.

—¿Por qué terminaste con Ryan?— Acarició mi pierna izquierda por las yemas de sus dedos.

¿Por qué terminé con Ryan? Porque era muy egoísta.

—Teníamos problemas en la cama, por así decirlo. Era tan egoísta que no podía darme un orgasmo. Solo le importaba satisfacerse él y hacerme creer que era yo la del problema— Harald no se burló, como pensé que lo haría.

—Si un día no te sientes satisfecha, solo dímelo— Besó mi hombro.

—No tengo problema con nosotros. Pero, ¿Quién te dijo que volveremos a tener sexo? No volverá a pasar— sonreí mirando hacia el gran ventanal.

—Eso decías hasta hace unos minutos— Escuché su melodiosa sonrisa en el lóbulo de mi oreja.

—Tuve un momento de debilidad— intenté sonar creíble. Intenté, repito.

—¿Por qué no tienes otro momento de debilidad ahora?— Tomó mi barbilla y me besó. Ya sabía hacia dónde iría todo.

Alto ahí, burro.

—¿Por qué te fuiste?— Lo separé de mí— ¿ A qué te dedicas? Quiero saber si estoy teniendo sexo con un mafioso— bromeé, pero Harald ni se inmutó— ¿Eres mafioso?— Abrí los ojos grandes.

—No seas tonta. Mi empresa se dedica a la inteligencia artificial— rodó los ojos. Ah—. No quiero que tengas ningún tipo de contacto con Ryan, si se mete contigo, dímelo— ordenó.

—¿Qué? Aún no respondes mi pregunta— Me senté encima de él.

—En serio lo digo, aléjate de él— repitió.

—Responde mi pregunta, haré lo que me dices si respondes mi pregunta— Ambos podíamos exigir.

—Nunca me fui, nunca me he ido— dijo sin más preámbulo.

—¿Qué? Pero tu casa...— me interrumpió.

—Sí, ya sé. Te alejé porque...me interné en un hospital mental— Acarició mi cabello—. No, no estoy loco. No me mires así— Sonrió cuando vio mi cara de desconcertada— veía a Rina en todos los lados y eso me estaba afectando. Así que tuve que ponerme bajo tratamiento, no quise decirte nada porque no quería que te vieras involucrada en nada de esto.

Nunca se me había pasado por la cabeza que esa fuera la razón de su partida.

—Entiendo, supongo que ahora estás bien. Me alegro que hayas buscado ayuda, eso es muy importante— asintió— Ahora responde ¿Por qué tanto interés en Ryan?¿Estás celoso?

—No tengo por qué estarlo. Eres mía ahora y no me digas que no eres de nadie porque tus orgasmos me pertenecen, sabes que me gustas y que es mutuo, me deseas y me extrañas. Así que quédate conmigo, todo lo que quieras puedo dártelo. Me gustas y no voy a dejar que nadie te toque.

Así que ese era el modo posesivo.

Editando Harald en 2022, holi.

HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora