Capítulo 47

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_Lo que Katherine dijo nos dejó a todos en silencio.

Harald me miró de inmediato y, por primera vez, pude leer qué sentimiento tenía: arrepentimiento.

Alan se levantó y se acercó a mí, pero Harald lo agarró por el cuello para que se detuviera.

Lila tenía su mano cubriendo su boca por la sorpresa.

Y Kat, bueno, estaba casi disfrutando la expresión de Harald.

-No es cierto, ¿Verdad?- Lila cuestionó a mi lado. Pero me quedé en silencio, solo adorando la expresión de Harald.

-Yo...me voy- dije después de unos segundos.

-No, no. Espera- intentó detenerme Alan.

Pero salí de allí. Solo que Harald me interceptó. Me detuvo por el brazo y se colocó frente a mí.

-¿En qué etapa estás?- preguntó. Parecía inseguro y se le veía demasiado miedoso- Por favor, Ebbye. Dímelo- se podría decir que yo estaba disfrutando.

No le respondí, quería dejarlo sufrir un poco más. Obviamente le diría que no tenía cáncer porque, aunque lo tuviera, no pensaba esperar que me perdonara por lástima.

-Puedo buscar el mejor doctor y que tengas el mejor tratamiento, sólo habla conmigo- puso sus manos en mi cara.

Pero otra vez no dije media palabra.

-Te llevaré a casa, ven conmigo- me guió hasta su auto.

-No quiero- me detuve en la puerta del copiloto.

-Amor, por favor- rogó, golpeándome la pierna con su rodilla para que entrara.

-Dije que no quiero, ni siquiera me has perdonado. Así que no es justo que me perdones por lástima, Harald- me volví hacia él.

-No, no. Te perdoné. No, ni siquiera había algo que perdonar. Te amo, Ebbye. Por favor, entra- su cara ya me estaba dando pena, así que hice lo que me dijo.

Cerró mi puerta y luego entró junto conmigo, para luego colocarme el cinturón.

Todo estaba en silencio, lo único que se escuchaba era el ruido de la brisa mientras avanzábamos. Hasta que alguien rompió la paz.

-¿Recuerdas lo que pasó en este auto cuando nos conocimos?- preguntó con la vista hacia el frente.

¿Se refería al haberme sentado en sus piernas y meterme mano?. Sí, aún lo recordaba.

-No, ¿Qué debería recordar?- me hice la desentendida.

-Sí lo recuerdas,  estábamos aquí y luego tuviste un orgasmo encima de mí. Fue demasiado excitante- comentó. Miré hacia otro lado, recordando.

-No fue tan bueno para mí- mentí, riéndome e intentando que no me viera.

-¿Y por qué temblabas cuando te tocaba?¿Estabas convulsionado?- se burló.

-¿Por qué de repente estamos hablando de sexo?- cambié el tema.

-¿Por qué cambias el tema?- contraatacó.

-No te importa- contesté a regañadientes.

-Inmadura- rió.

-¿Soy yo la inmadura?. Eres tú el que no me quiere perdonar por una idiotez- rodeé los ojos.

-Te dije que ya pasó, olvídalo- insistió.

-Lo dices porque crees que tengo cáncer- arreglé mi cabello.

-No, lo digo porque te amo. Iba a hablar contigo después de la cena.

-Por cierto, eres un salvaje. No debiste golpear a Alan, sobre todo cuando te dijo la verdad- regañé.

-Hace tiempo que ya quería hacerlo, se lo merecía. Por eso lo golpeé, por decirme la verdad. Porque te descuidé demasiado. Pero ya resolví ese problema- guiñó un ojo.

Idiota guapo.

-¿Qué resolviste?. Casi nunca estás en casa y ese es otro problema en nuestra relación- lo miré fijamente.

-Lo sé. Y renuncié, eso te lo iba a decir. Abriré un restaurante- esas simples palabras me causaron un alivio inmenso.

-¿Es en serio?- arqueé una ceja. Asintió.

-Sí, pero vamos a lo importante, ¿Cómo te enteraste de que estás enferma?. Imagino que te has estado haciendo las revisiones, así que no puede estar avanzado- se colocó serio. Yo casi estaba olvidando el tema.

-Bueno...- miré mis manos unidas en mi abdomen- ¿Podemos hablar adentro?- pregunté con cara de dolida. Aunque realmente quería reírme.

Entramos y subimos a la que solía ser nuestra habitación. Estoy segura de que ambos pensamos lo mismo cuando entramos.

-¿Puedes quitarme el cierre?. Voy a darme una ducha. Tú y Alan me ensuciaron de ensalada- puso mala cara cuando mencioné su nombre, pero igual asintió. Se colocó detrás de mí y bajó mi cierre, luego depósito un beso en mi espalda. Alto ahí, burro- puedes acompañarme- invité. Aceptó con gusto. Entramos al baño- pero no te quites la ropa, tú te quedas aquí- señalé el piso.

-Bien...- aceptó con mala gana. De todas maneras tomó asiento en el piso mientras yo me desnuda y me entraba en la bañera.

Harald estaba a mi lado mientras yo tomaba un refrescante baño. De repente tomó mi mano y besó mis nudillos.

-Te amo, Ebbye. Quiero que vuelvas a vivir conmigo. Ahora tendremos más tiempo- entró su mano en la espuma y me la puso en el brazo.

-No, yo no acepté tus disculpas- lo miré con indiferencia.

-Por favor, necesito cuidarte. Voy a hacer todo lo que tú digas, por favor. Perdóname. Ahora no sé porqué soy yo que estoy pidiendo perdón- sonrió.

-Bueno, mereces sufrir un poco, Harald. Yo también te amo y lo sabes. Pero estas cosas no pueden pasar siempre. No puedo irme cada vez que discutimos. Tú no puedes enojarte por una semana por una tontería. Así que esta relación no funcionará si somos tan inmaduros- sonreí.

-Estoy de acuerdo. Así que, mientras estemos juntos, tenemos que hablar. Porque tú te quedas callada y no me cuentas. Y yo me enojo como un idiota, eso no significa que no te amo. Significa que te amo tanto que no puedo discutir contigo- vaya, ¡qué argumento tan ridículo!.

-Somos muy diferentes, lo sé. Pero no puedo terminar contigo aunque me enoje, no mientras te ame, Harald. Pero me dijiste que no eres mío cuando sí lo eres. Tendré que ponerte un anillo de compromiso- acaricié su mano.

-¿Por qué yo no te lo pongo a ti?- preguntó sacando una cajita de su bolsillo.

¿Qué diablos?.

-¿Qué?- fruncí el ceño.

Sacó el anillo y lo colocó en mi dedo anular. Tenía un diamante hermoso en el centro.

-Ni siquiera te preguntaré si quieres casarte conmigo- besó mis nudillos otra vez.

-¿Por?- arqueé una ceja.

-Porque es obvio que dirás que sí- me dio un beso en los labios, dejándome sin aliento- ahora hablemos de lo que es realmente importante, debemos actuar ya con tu enfermedad, no quiero quedarme viudo- se puso serio- antes de que me cuentes, tengo que decirte que ya sé quién fue que te envió las fotos. Fue mi secretaria. Y ya la despedí- dijo como si nada.

Vaya, arpía desgraciada.

-Esa estúpida- susurré- pues bien, ¿Es buen momento para confesar que no estoy enferma?- sonreí con inocencia.


Hola mis chicos, Happy New year. Espero que este año todos tengamos lo que deseamos y que el corona se vaya, sobre todo eso.

Aquí un capítulo para no perder la costumbre. Tengo que anunciar que a Harald le quedan 3 capítulos. Lo siento, de verdad. Pero ya desarrollé la trama que quería y no tengo más para este libro. De todas maneras yo les agradezco que estén aún conmigo en esto.

Los amo mucho, XOREADERS.





HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora