Capítulo 34

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_Salí de su casa con el corazón desbocado y hecha nada. Sentía que había caído en un hoyo profundo. Harald pensaba que yo era una zorra, a eso se refería cuando decía que no quería ofenderme.

Es decir, si él hubiese hecho lo mismo, yo tampoco daría mi brazo a torcer así de fácil. Pero me doliera que no me entendiera. No, ni siquiera me escuchaba.

Encendí el auto y me dirigí a la carretera, quería pasar por donde Lila, claro, si no me odiaba también.

Pero, de pronto, empecé a sentirme mareada y empecé a perder el pulso. Mi vista se estaba nublando, intenté quedarme despierta. Pero solo sentí un fuerte golpe y un dolor horrible en mi brazo antes de desmayarme.

Desperté desorientada, abrí los ojos lentamente. Sentía que había dormido por años. Una luz en el techo me hizo cerrarlos nuevamente. Levanté mi mano para tapar mi cara, pero sentí un punzón en mi muñeca. Miré que tenía una vía intravenosa. Al parecer solo era suero. Intenté recostarme, pero mi brazo izquierdo no me lo permitió. Tenía un yeso que me envolvía el brazo por detrás de mí cuello, manteniéndolo en mi pecho.

Me senté en la camilla con todo el esfuerzo que tenía, haciendo una mueca por la molestia de la aguja de mi muñeca.

Miré a mi alrededor y empecé a recordar lo que había pasado. Pero no recordaba bien con qué me había estrellado.

Alguien entró a la habitación, Kat se acercó a mí inmediatamente y se sentó en la orilla de la camilla.

-¿Estás bien?- cuestionó tomando mi mano. Solo asentí- voy a llamar a una enfermera- se levantó y salió, luego volvió con una enfermera.

-Qué bueno que ya despertaste. Estamos haciéndote análisis. Necesito que me digas porqué te estrellaste. ¿Te sentías mal?- preguntó mientras me inyectaba algo en el tubo.

-Me sentía mareada- fue lo único que dije.

-De todas formas te diremos lo que tienes, aunque el doctor sospecha que es principio de anemia, estás por debajo de tu peso ideal. Tu amiga nos comentó un poco lo que pasó así que ya sabemos por dónde va esto. No te preocupes, si es anemia, debes comer bien y te recuperarás pronto- sonrió y salió de la habitación.

Miré a Kat y nos quedamos viendo mucho rato sin decir nada. Luego ella se acercó y volvió a tomar mi mano.

-Te rechazó, ¿Verdad?- acarició mi cabello. Asentí. Se estaba refiriendo a Harald.

-Ni siquiera quiso escucharme- confesé al punto de las lágrimas.

-Siempre podemos amarrarlo a una silla y que te escuche- dijo en tono de broma. Yo me quedé seria. La idea no estaba tan mal.

-No te preocupes, por ahora tengo que cuidar mi salud. Quiero arreglar las cosas con él, pero no me voy a humillar. Si su orgullo es más importante, allá él- puse mi boca en una línea y miré mi brazo enyesado.

-¡Dios!, casi lo olvido. Alguien está allá afuera muy preocupada por ti- se levantó y salió un momento, luego entro con Lila.

De inmediato la rubia se acercó a mí y me dio un cuidadoso abrazo para no lastimarme.

-Lo siento tanto- acarició mi espalda.

El hecho que de ella no me odiara y que estuviera conmigo ya era bastante. Sonreí agradecida porque Lila fue la primera persona que me ayudó cuando más lo necesité.

-De verdad siento mucho todo lo que pasó- lloriqueó en mi hombro. Supuse que Katherine le había contado todo- ahora estamos contigo y no dejaremos que nada te pase- se separó de mí. Kat solo nos miraba con una sonrisa desde la puerta- le dije a Harald que tuviste un accidente, pero, ya sabes...- se detuvo para no decirme algo que podía dolerme.

-No te preocupes. No lo haré escucharme a la fuerza- en el fondo me dolía demasiado- ¿Cómo está Lili?- cambié el tema.

Al día siguiente me dieron el alta, no sin antes de que el doctor me advirtiera de mil cosas sobre mi salud. Como lo habían predicho, tenía principios de anemia y me dieron una hoja con todos los productos que debía y que no debía comer. Ah, también Lila me pidió, no, me obligó a quedarme en su casa mientras me recuperaba, argumentando que no podía darme sola en casa con un brazo inservible y muriéndome. Era una exageración, pero al final no pude con ella y tuve que aceptar.

Así fue como ella cargaba una pequeña maleta por mí hacia dentro de su casa. Lo primero que vi fue a una hermosa cabellera rubia correr hacia mí a toda velocidad y luego detenerse de pronto. Como no podía subirla en mis brazos, Amy se enganchó en mis pies y me miró desde abajo. La miré con una sonrisa.

-Preciosa, ¿Cómo estás?- me agaché y le di un beso en la mejilla.

-Estoy bien. Te extrañé demasiado- me abrazó por el cuello.

-También te extrañé- acaricié su cabello con mi mano libre.

-Pero ahora vamos a vernos más, así vamos a jugar. Mamá me compró una colección de muñecas nuevas- saltó en mis brazos mientras aplaudía.

-Sí, pero luego, Ebbye tiene que descansar- escuché a Lila a lo lejos- ven a dormir un poco- me llamó desde el pasillo de la segunda planta.

Me dirigí con Amy detrás de mí a la habitación donde de supone que dormiría. Me quité la ropa y me acosté, ni siquiera escuché muy bien lo que Lila me decía. Solo pude escuchar que me decía que me sintiera cómoda y como en casa. Estaba muy agotada, así que no supe más.

Me desperté al escuchar voces, pero me dirigí al baño y me lavé la cara antes de bajar.

Era la voz de Lila, estaba discutiendo acaloradamente con alguien, al principio creí que era con su ex-esposo. Cuando bajé más, me di cuenta de quién la tenía tan enojada.

Harald.


Chicas y chicos. ¿Qué tal?. Esta vez les traigo dos capítulos porque me tienen emocionada. Pero estoy un poquito desanimada y estoy pensando seriamente en no continuar la novela porque ustedes no se unen al grupo de Facebook ni me siguen en instagram.

Ok, no. Me puse en modo dramático.  Como quieran, no me sigan, no se unan al grupo. Al final, solo algunos entrarán a mi mansión cuando sea famoso, famosa. Y los que quieran entrar sin haberse unido al grupo no los dejaré entrar. Toxicidad modo on.

Los amo, Xoreaders.

HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora