Capítulo 33

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_Era Harald. Estaba frente a mis ojos. Yo no esperaba encontrarlo así. Sí pensaba ir a su casa y arreglar las cosas, pero no me esperé eso.

La pelinegra le había dicho “mi amor”. Ahí fue cuando la sangre empezó a correr rápido por mis venas. ¿Eso qué significaba?.

Él me miró, nuestras miradas se mantuvieron un tiempo. Pero no fue por más de quince segundos.

-Harald...- pronuncié en voz baja, pero había demasiado silencio como para que ellos no me escucharan.

Ella frunció el ceño, tal vez preguntándose cómo nos conocíamos.

Él seguía intentando no mirarme, mientras yo sentía unos celos colosales. No podía ser. En tan poco tiempo no podía ser. Él y yo teníamos algo especial.

-Bell, ¿podemos entrar?- pasó de mí olímpicamente. Me ignoró tanto que me dolió.

-¿Se conocen?- ella me preguntó directamente.

-Nos conocemos demasiado- pronuncié. Él se acercó, la tomó por la cintura y la pegó a él. Extrañamente la estaba empezando a odiar sin conocerla. No era personal, pero llegar y descubrir que estaba con mi Harald, me estaba haciendo enojar. Harald era mío, en dos meses eso no tenía porqué cambiar.

Ahí fue cuando empecé a sentir que me estaba desvaneciendo. Estaba poniéndome débil.

-¿A quién debería conocer, a esta extraña?- me miró de reojo.

-No soy una extraña- pronuncié. Me estaban dando ganas de llorar- lo sabes- me acerqué.

- Amor, vámonos- le dio un beso en la frente, justo como lo hacía conmigo.

Entonces, empecé a sentirme mareada y con náuseas. Creí que me iba a caer, así que me recosté del auto.

Bell se acercó y me agarró del hombro.

-¿Estás bien?- preguntó bajando su mano por mi codo. La aparté con más fuerza de la que debería.

-Estoy bien- miré a Harald, que dio un paso hacia adelante, pero se detuvo en seco.

No pude más, los odiaba juntos. Y todo me quedó claro. En ese momento me percaté de algo, mientras yo sufría por Beth, él estaba con otra, sustituyéndome.

Saqué las llaves del bolso y entré al auto, respiré profundo antes de empezar a conducir.

Conduje hasta la casa de Katherine, toqué la puerta un par de veces después de bajarme del auto. Al parecer había terminado de bañarse porque salió con una toalla.

Al verme se talló los ojos, para asegurarse de que no me estaba imaginando.

-Hola- dije, dándole un abrazo. Ella me apretó contra sus brazos.

-Ebbye, no puedo creer que estés aquí. ¿Dónde has estado?. Bueno, ya sabemos dónde estuviste, pero entra, tienes que contarme porqué lo hiciste- me haló hacia adentro y me llevó a su habitación mientras se vestía. Fruncí el ceño cuando estuve sentada en su cama.

-¿Qué hice?¿A qué te refieres?- pregunté viéndome en el espejo frente a la cama.

-Irte con Ryan a Italia, tal vez- respondió desde su clóset.

-Sal, tengo que contarte todo- miré mis manos.

Ella salió enroscada en un vestido corto y se sentó a mi lado.

-Cuéntame lo que pasó, anda. Creí que las cosas estaban bien entre tú y Harald y de repente haces esto. Dime, ¿Ryan te obligó?- tomó mis manos entre las suyas- además de que luces terrible, dime qué pasó- me miró comprensiva.

-Estaba preparada para la décima cita, estaba lista. Pero Beth se enfermó de repente y la llevé al hospital- empecé, sintiendo un nudo en mi garganta.

-¿Cómo está Beth?- cuestionó preocupada.

-Beth murió ese mismo día, Kat. Y lo que me pidió fue que lanzara sus cenizas en un río de Italia. Cuando me fui, Ryan robó las cenizas y me obligó a escribirle muchas cosas a Harald. Me obligó a terminar con Harald, sino, me amenazó con votar lo único que me quedaba de Beth. No podía hacer nada porque me hizo pasar por loca, robó mis documentos y rompió mi celular. Pero hace poco me devolvió mis cosas y pude venir- para cuando concluí, Kat estaba llorando a mares y yo también.

La abracé, porque al fin sentía que me quitaba un peso de encima, ella no me iba a rechazar y lo sabía. Ella amaba a Beth, era su amiga.

-No me digas eso, dime que es mentira- y así nos quedamos un rato llorando en el hombro de la otra.

-Me encontré con Harald en la veterinaria donde voy a trabajar. ¿Cómo pudo reemplazarme tan rápido?- pregunté limpiando mis lágrimas.

Kat se separó de mí y suspiró.

-No estoy de acuerdo, de hecho ella me cae mal. Pero entiéndelo. Ryan le envió una foto contigo, en una cama. Estoy seguro de que te quiere, intenta recuperarlo, él entenderá. Siento lo que te pasó- otra vez empezó a llorar.

Y no me iba a rendir. No lo iba a hacer, porque estaba enamorada de Harald. Era mío y no iba a permitir que nadie me lo quitara. Era mi culpa, pero las cosas no eran como él las creía.

Así que salí de la casa se Katherine, y de inmediato me dirigí a la casa de Harald.

Se me dejó entrar, como siempre. Pero alguien más me abrió la puerta.

-Hey, hola- Bell me saludó. Harald está adentro en su oficina, yo ya me voy, pasa.

¿Ahora era la señora de la casa?.

Toqué la puerta de su oficina. Estaba nerviosa, pero debía reclamar lo que me pertenecía. Sonaba muy posesiva, lo sé, pero estaba demasiado celosa como para admitirlo.

Escuché que me permitió entrar y pasé. Tenía la vista en su ordenador y al mismo tiempo intercalaba la vista hacia unos documentos.

-Harald- pronuncié y se quedó paralizado. Levantó la vista y de inmediato se levantó.

-¿Qué demonios haces aquí?- preguntó enojado.

-Tenemos que hablar. Escúchame- pedí casi en un ruego.

-¿Por qué debería?¿Te cansaste de Ryan y ahora vuelves?. Me decepcionante, en serio. Así que vete porque eres la última persona a la que quiero ver. No te quiero ofender. Lárgate de aquí y vete otra vez con Ryan- me dolía todo lo que me decía.

Un sollozo se escapó de mí porque sabía que ya todo estaba perdido. Lo había perdido. Rendida, saqué su tarjeta de crédito de mi bolso y me acerqué. La puse en su escritorio y la miré con última vez.

-Las cosas no son como crees. Pero te entiendo. De todas formas, gracias- intenté sonreír.

Así que, derrotada, me dirigí a la puerta. Sabiendo que no solo había perdido a mi madre y a Beth.

HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora