Casi cómplice

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Ebbye

_ ¿Esconder un cuerpo? ¿Cómo?¿Qué? De repente me sentí en una película de acción.

—¿De qué habla?¿No solo está herido?¿Lo mató? Debemos llamar a la policía— Me escapé de su agarre y me dirigí hacia las escaleras para buscar mi celular.

Mi corazón estaba desbocado, estaba bastante nerviosa. Pero ni siquiera pude prestarle tanta atención a lo que sentía gracias a la mano que haló mi cabello.

—Te digo que me ayudes, no puedo ir a la cárcel— Seguía halándome fuertemente.

—Si lo mató, tiene que ir a la cárcel— dije haciendo una mueca— .Al menos suélteme— Aflojó su agarre y de inmediato pude sentir alivio.

—Por favor, no puedo sola con el cuerpo— ¿Soy yo o esa señora estaba loca?

—Está bien, iré con usted. Pero solo para revisar que su esposo esté vivo. No voy a participar en un homicidio— le di la espalda y ambas salimos de la casa.

Lo peor de todo era que la calle estaba completamente vacía, no había un alma. Solo pude visualizar un auto negro estacionado en una esquina.

Ruah abrió la puerta de su casa y me guio hasta la sala. Lo primero que visualicé fue un charco de sangre, luego a un hombre mayor en el suelo con el cuello cortado. Fue tanto el asco que las arcadas llegaron a mi sistema y unos segundos después me encontraba vomitando todo lo que había comido en un zafacón.

—Lo siento. No puedo. Llámenos a la policía— Me entró un ataque de pánico y me puse más nerviosa de lo que ya estaba. Decidí alejarme del cuerpo porque iba a vomitar mis órganos.

—Me debes un favor. Solo ayúdame a cargarlo hasta el auto— De repente ya ella tenía una bolsa gigante y empezó a entrar el cuerpo ella sola.

Yo ya estaba llorando, estaba desesperada y sin saber qué hacer. Estaba atrapada con una asesina.

—Si no me hubieras engañado...— susurró al cuerpo.

—¿No dijo que él le pegó?— pregunté porque recordé que ella dijo que él la estaba golpeando.

—Te lo dije para que te compadecieras— sonrió.

Esa señora estaba loca y yo no quería ni siquiera hablar porque realmente tenía mucho miedo, no podía moverme y no sabía qué podía hacerme esa señora loca.

—Realmente le agradezco que haya ayudado a Beth, pero no estoy en obligación de ser cómplice de un asesinato— dije con miedo.

Pero no pude hacer mucho, ella tenía un cuchillo afilado en la mano que movía de lado y lado frente a mí. Me estaba amenazando indirectamente.

Con todo mi pesar agarré los pies mientras que ella lo tomó de la cabeza y, con todo el miedo del mundo, nos dirigimos hacia su cochera que daba justo en la calle.

Intenté echar un vistazo hacia afuera y observé el auto negro estacionado en la esquina. No podía saber si había alguien adentro porque tenía los vidrios ahumados, pero, aún sabiendo que era mi última oportunidad, corrí a ese carro negro como alma que llevaba al diablo.

Tal vez mi casa estaba más cerca, pero en el tiempo que tardaba poniendo la llave en la puerta, ella podía alcanzarme.

La situación era muy loca, realmente. Vaya, ¿Cómo pueden hacer eso los asesinos? Es sofocante y eso que yo no lo maté.

Pero corrí y corrí. Ni siquiera iba a voltear a verla porque no me podía distraer.

Cuando estuve frente al auto, miré hacia atrás. Ella venía con el cuchillo como una asesina en serie. ¿Por qué a mí? Esa fue la pregunta que me hice en ese momento mientras mis lágrimas caían. Estaba desesperada.

Toqué la ventana del auto con mis palmas.

—Sube— me dijo el conductor. Agradecí internamente el hecho de que había alguien adentro porque no sé qué hubiese pasado si hubiera sido lo contrario.

En una situación normal no es cuerdo subirse con un desconocido, pero era eso o la loca asesina. Preferiría un desconocido miles de veces. Pero no era un desconocido, descubrí eso cuando me senté en el asiento del copiloto.

Fruncí el ceño de inmediato porque, ¿Qué demonios hacía él en una esquina de mi casa?

—¿Qué pasa?— me preguntó confundido.

—Llama a la policía, esa señora mató a su esposo y me estaba obligando a esconder el cuerpo— dije intentando recuperar mi compostura. Había corrido mucho.

—¿Es en serio?— Miró a Ruah, quien al parecer se había quedado sin energía.

Asentí.

—Harald, házlo ahora— De inmediato tomó su celular y marcó.

—Hay una patrulla a unos metros de aquí— dijo colocándole seguro a las puertas.

***

Tal vez eso que acabé de contarles no es relevante en esta historia y no tiene nada que ver aquí, pero igual quise contarles porque si Harald no hubiese estado ahí, posiblemente yo hubiese muerto. No sé qué hacía él ahí pero supuse que quería ir a mi casa y no se decidía.

La policía llegó unos minutos después, a Ruah le dio algo extraño y al final terminó diciendo que mató a su esposo. No pudo ocultar el cuerpo. Yo di mi versión de los hechos y solo me dijeron que me mantuviera al pendiente por si necesitaban más información.

—Llévame a tu casa— dije de repente. Ambos estábamos parados al lado de un auto de la policía.

—Claro— Sonrió tomándome del brazo.

Alto ahí, idiota.

Ambos entramos a su auto y emprendimos camino a su casa. Realmente no quería quedarme sola, el susto que había pasado era horrible.

—¿Qué hacías vigilándome?¿Desde cuando lo haces?— pregunté mirando su perfil.

—No te estaba vigilando. Fui a la pastelería que está cerca y luego me detuve ahí para atender una llamada— Obviamente no le creí.

—Me temo que eso es mentira, pero sea lo que sea, gracias. Me salvaste la vida— Sonreí.

¡Dios!

Él no dijo nada hasta que llegamos a su casa. Yo aún estaba nerviosa, admito.

Su casa estaba igual que como la había visto la última vez.

—¿Qué es lo que quieres, Harald? Sé que me sigues— De verdad quería saber qué demonios le sucedía.

—¿Quieres saber?— Se detuvo en el último escalón y se volvió hacia mí.

—No te estaría preguntando— Rodeé los ojos.

—Quiero que estés conmigo de nuevo.



HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora