Ebbye
_Estaba un poco loca, lo admito. Pero estaba desesperada.
Cuando llamé me sentía muy valiente, pero después me acobardé. Solo que había una diferencia: ya no había vuelta atrás.
Pero eso era lo que menos me preocupaba, Beth era mi prioridad en ese momento. Solo podía pensar en ella.
Ven a mi casa mañana, te enviaré la dirección.
Eso fue lo único que dijo y colgó. Y qué bueno, no quería escuchar más nada. Yo sola me estaba tragando mi orgullo.
No sabía que estaba haciendo aunque obviamente estaba a punto de prostituirme, pero sí sabía porqué lo estaba haciendo.
Ese día no debía cuidar a Lili por lo que reunirme con él, que ni siquiera sabía su nombre, estaba bien para mí.
Me había enviado la dirección y la hora: las cuatro. Y desde las tres y treinta y siete minutos yo estaba para a un lado frente a la enorme mansión del vecindario.
El hombre tenía dinero y eso era obvio. El jardín bien cuidado, las rejas de la casa, la fuente y el color de la mansión de dos pisos gritaban lo caro que fue comprar cada cosa. No quería imaginar lo que sería por dentro.
Toqué el timbre con manos temblorosas y de inmediato se abrió la gran puerta que tenía un nombre incrustado en el hierro: Benson. Oh, se llamaba Benson.
Debía caminar más si quería llegar a la puerta de la casa, pero me detuve y tomé asiento en la fuente. Aún me faltaban diez minutos.
Me dispuse a observar el jardín y al señor que estaba regando las flores. Me quedé allí por al menos cinco minutos hasta que una mujer se acercó a mí. Era una señora de mediana edad. Tenía un delantal y un moño recogido.
—Mucho gusto, mi nombre es Vicky. Soy la cocinera del lugar —Me tendió la mano con una sonrisa amable.
Me levanté y le devolví el gesto. Luego me dispuse a sacudir la parte trasera de mi pantalón.
—Soy Ebbye, es un placer —me presenté.
—Dice el señor Benson que puede pasar. Dijo que no come personas. Lleva diez minutos sentada ahí y él la ha estado mirando desde el balcón —susurró acercándose a mí.
Por inercia miré hacia el balcón. Allí estaba él. Tenía un traje negro como la primera vez que lo vi. También tenía un vaso con alguna bebida.
Me estaba mirando fijamente y sin expresión alguna. Bajé la mirada y le di una sonrisa nerviosa a Vicky, quien empezó a caminar hacia adentro para que la siguiera.
Todo era hermoso por dentro. Había una escalera a un lado de la sala de estar. No pude fijarme mucho en lo que había porque la señora me guiaba y sus pasos eran rápidos.
Subimos por la escalera y mano derecha llegamos a una habitación. Vicky dió dos toques con su nudillo y luego abrió la puerta.
Me hizo entrar a mí y luego cerró la puerta, no sin antes darme una sonrisa un poco rara, como si sintiera compasión por mí.
Uh, tal vez estaba entrando yo solita a la boca del lobo, pero creo que necesitaba introducirme en esa oscuridad.
—Buenas tardes —Fue lo primero que dije, mirando hacia el piso.
Levanté la mirada y pude observarlo mejor. Su cabello estaba desordenado. Estaba sentado detrás de un escritorio y, por la ambientación, confirmé que era su oficina. Ya se había acabado el vaso de licor. Y supe que era licor por la botella a un lado de él.
Me observó de pies a cabeza sin ningún tipo de discimulo
—Siéntate —ordenó sirviendo más bebida en el vaso —¿Quieres? —Ofreció mirándome fijamente. Negué.
Tomé asiento frente a él y me dispuse a mirar todo a mi alrededor.
—Entonces...quieres aceptar el trato —dejó el vaso a un lado.
—Sí —Fue lo único que dije.
—¿Por qué? —¿Acaso no se podía reír? Su voz fría junto con su ceño fruncido no me daban simpatía.
—¿Es relevante la razón? —Arqueé una ceja. Sonrió por primera vez. Pero no se ilusionen, fue una sonrisa sarcástica.
—Es relevante cuando cambias de opinión de la noche a la mañana cuando te negaste rotundamente —Quitó su estúpida pero sexy sonrisa.
—Oh, bueno. Necesito el dinero y no puedo esperar mucho tiempo —confesé al fin.
—Está bien para mí. Aquí está el contrato. Léelo dos veces, necesito que estés segura —me tendió un documento.
Lo tomé entre mis manos y, mientras más leía, más me estaba arrepintiendo. Pero eso era lo que era y punto. Al menos era lo que intentaba grabarme.
Si buscaba otro trabajo tardaría al menos un mes para recibir dinero y Beth no podía esperar ni una semana. Pero ese hombre era rico e intentaríamos hacer negocios.
El contrato decía que debía ofrecerle mis servicios los días martes, viernes y sábado. Pero también decía que no era necesariamente sexo, que también podía acompañarlo a lugares.
También decía que no podía haber más que solo sexo, es decir, nada de sentimientos. Muy bien, no pensaba enamorarme de él de todas maneras.
Nada de sadomasoquismo al menos que ambos llegáramos a un acuerdo más adelante. Nada de relaciones, ninguno podía tener otra relación a parte de esa.
Debía llevar la ropa que él me dijera, eso era fácil. Solo esperaba no andar disfrazada por la calle.
Cuando llegué a la parte donde decía la cifra que me pagaría, mis ojos se abrieron más de lo que ya estaban. En serio ese hombre necesitaba sexo urgentemente. Era mucho dinero.
—Creo que estoy de acuerdo, señor Benson —dije llegando al apartado de las firmas.
—¿Segura? —asentí —igual podemos renovarlo después de un año —me tendió un bolígrafo.
Un año...un año. Un año estaba bien pero tal vez eso no iba a durar mucho.
Respiré profundo antes de plasmar mi nombre en ambas hojas. Listo, lo había hecho.
—Te veo el viernes, Ebbye —Guardó el documento en su escritorio.
—Supongo, señor Benson —me levanté y tomé mi bolso.
—Puedes llamarme Harald, ese es mi nombre —Se levantó también y se acercó a mí.
Tragué saliva mirando sus labios.
—Harald —asentí con una sonrisa nerviosa.
Caminé hacia la puerta, pero antes de abrirla, supe que la relación que íbamos a empezar sería muy vergonzosa.
—Te veo el viernes. quiero que vengas sin bragas.
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HARALD (Editando)
Romance¿Te gusta llorar como Magdalena cuando pasa algo malo con los protagonistas?. ¿Te enamoras a diario de esos personajes fríos y sin corazón que te hacen temblar?. ¿Te gusta reír por horas frente al celular y que tu familia te vea como si estuvieras l...