Indiferencia

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Ebbye

_Sí, ya sé lo que piensan. Ya sé que estaba loca, me había metido en un tonto plan de conquista solo por petición de Lila. Al diablo, ella no me obligó. Pero presentía que era un plan suicida. Era un mal plan.

¿Por qué debía ser yo la que tenía que entrarme en ese plan?  No lo sabía, pero ahora tocaba averiguarlo.

Era obvio que el me atraía, pero no debía enamorarme de él. ¿Por qué no?  Ni idea, pero estaba negada a volverme loca por él. Si el plan salía mal, yo era la única que iba a terminar perdiendo.

Indiferencia.

Ese fue el mensaje mañanero que recibí de Lila. Vaya, esa parte era pan comido. Había sido indiferente con los hombres del restaurante que me coqueteaban y pedían mi número, ¿Qué podía salir mal?

Ese martes estaba entusiasmada y eso es raro. Es como estar feliz por suicidarse, bueno, no tan así. Pero algo así.

Esta vez no fue un vestido, esta vez me coloqué un pantalón de mezclilla y una blusa con escote. Supongo que funcionaría.

Estaba nerviosa, pero intenté sonreír frente al espejo mientras me colocaba un labial rojo. Dejé mi cabello suelto y me coloqué unos tacones. Me veía bien. No solía vestirme así, pero me veía sexy, supongo.

Llegué a su casa. Él volvió a recibirme, pero no dejé que me escaneara. Pasé adelante y me quité los tacones.

—Hagámoslo ya, tengo que ver a alguien— Me quité los tacones.

Lo vi fruncir el ceño y caminar hacia mí. Tenía un pantalón deportivo y el abdomen desnudo, pero no le di el gusto de mirarlo como idiota.

—¿Qué?— Escuché mientras ambos subíamos las escaleras.

Ambos llegamos a su habitación. Rápidamente me quité la blusa. Estaba nerviosa, pero no iba a mostrarlo.

—¿Te pasa algo?— preguntó extrañado desde la puerta.

—No, de hecho estoy muy bien— Le sonreí y luego quité mi sujetador, mordiendo mi labio en el proceso.

Se acercó peligrosamente a mí y me intentó besar, pero hice mi cara hacia un lado.

Entonces atacó mi cuello, haciéndome jadear. Mi intención no era resistirme, era hacerle creer que no me interesaba.

Sus besos bajaron por mi cuello hasta mis senos, desabrochando mi pantalón en el proceso. Me subió a su cintura y me dejó caer en la cama.

Terminó de quitar mi pantalón y abrió mis piernas. Estaba excitada, sentirlo encima de mí mientras tocaba mis piernas y sentía su erección chocar con mi feminidad era la cosa más excitante.

Abrió mis piernas y bajó su cuerpo. La anticipación era horrible y no quería esperar, quería sentirlo allí.

Me dio un beso en el clítoris, haciéndome gemir. Luego quitó mis bragas y lamió mi zona sensible. Sentía que iba a desmayarme en cualquier momento, iba a morir allí y moriría feliz.

Introdujo dos dedos en mí mientras su boca me acariciaba.

Llegué a un orgasmo enseguida. No pude aguantar más. Bien, mi turno.

Lo observé mientras se quitaba lo único que le quedaba y me levanté, lanzándolo a la cama. Su ceño se frunció porque sé que le gustaba tener el control, pero no lo dejaría. I'm sorry.

Tenía una gran erección y realmente yo no sabía qué carajos iba a hacer. Pero mi lengua atacó su pene y con mi mano lo masajeé de arriba hacia abajo. Supe que le había gustado cuando escuché sus maldiciones.

Estaba poseída por algún demonio lujurioso, estoy segura.

Pero no dejé que se viniera en mi boca. Me levanté y me senté encima de él. Empecé a moverme en un vaivén mientas sus grandes manos se clavaban en mi cintura. Su boca atacaba mis pezones, haciéndome llegar a un punto alto de excitación.

—Ebbye— susurró mordiendo mi oreja.

Lo miré, sus ojos tenían algo que no entendí en ese momento, pero que ahora sé que fue placer.

—Harald— mordí su cuello cuando sentí una fuerte embestida.

Intentó colocarse encima de mí, pero no lo dejé y seguí encima de él.

Ambos llegamos al clímax, yo primero, él después, me quedé allí encima de él por un momento, sintiéndolo en mi interior y tratando de regular mi respiración.

Tomó algo de la mesita de noche y lo puso frente a mí. Una llave.

—Te compré un auto— agarró mi trasero con su otra mano.

—Vaya, muchas gracias— tomé la llave— .Pero no lo quiero— la dejé en la cama y me levanté.

—¿Qué? ¿Es broma? Cualquiera lo querría— se levantó y le di la espalda. Empecé a amarrar mi cabello en una cola alta.

—Pues yo no, no lo quiero. No te sientas obligado a hacer estas cosas, es solo sexo. Que no te importe lo demás. Voy a bañarme, ¿Vienes?— Me volví hacia él y le guiñé un ojo.

Sentí sus pasos acompañarme a la ducha y quise reírme de su cara atónita.

Abrí la llave del agua y llené la bañera.

—Siéntate— le dije tomando asiento. El agua estaba caliente.

—Yo debería decir eso. Ahora parece que tú me contrataste. ¿No ibas a verte con alguien?— arqueó una ceja abriendo mis piernas.

—Sí, pero estoy en horas laborales, él puede esperar— Le sonreí mirando la espuma que empezaba a surgir, tapando nuestros cuerpos.

—Recuerda que no puedes tener otra relación— Miró hacia otro lado.

—Lo sé— dije moviendo mi pie por su abdomen.

—Eras tímida cuando te conocí, pero hoy pareces otra. Me gusta la nueva tú— Movió su mano suavemente por mi pierna.

—Soy una persona dedicada a mi trabajo, solo eso— me senté a horcajadas sobre él, penetrándome nuevamente. Empecé a moverme y luego salí de él. Empecé a acariciarlo nuevamente, su cara me decía lo mucho que disfrutaba mi toque. Cuando estuvo a punto de llegar a su anhelado orgasmo, quité mis manos de él y me levanté.

Tenía una cara incrédula, que me hizo reír internamente.

—Se me hace tarde— Salí del agua y tomé una toalla.

Lo había dejado frustrado sexualmente y estaba segura de que se había enojado.

—¿Estás loca?— Lo vi salir del baño con una toalla alrededor de él.

—Mi hora de trabajo ya terminó. Te veo el viernes, jefe— Me acerqué y le di un beso en la comisura de los labios.



HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora