Capítulo 45

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_ Lo decía en serio, y eso era lo más horrible de sus palabras. No me agradó en absoluto que lo dijera.

Había cometido un error al no confiar en él, pero, ¿Cómo podía?¿Cómo? Si todo indicaba que no era inocente. Nunca le pedí un edificio o un auto. Yo solo lo quería a él.

Pasaron unos dos días y Harald no daba señales de perdonarme. Yo en su lugar también me hubiese enojado. Pero también me pondría en su lugar. Antipático.

Era viernes, tomé el pretexto más idiota y me dirigí a su oficina. Debía estar ahí.

-Dice que no puede recibirla ahora, señorita- me dijo su secretaria con una sonrisa falsa.

-Necesito hablar con él, es urgente- pedí ya harta de ella. Se estaba burlando de mí.

¿Ese era el tipo de empleados que tenía Harald en su empresa?. Llevaba ropa demasiado corta. Por un milisegundo me imaginé a esa mujer seduciendo a Harald.

No esperé ni un segundo y corrí hacia su oficina. Abrí de inmediato antes de que ella me detuviera.

Harald me miró con el ceño fruncido, sin una pizca de gracia en su impecable rostro.

-Lo siento, señor. No pude detenerla- la sentí llegando detrás de mí.

-Está bien, déjala- ordenó y volvió la vista a su ordenador.

Ella se marchó y cerró la puerta detrás de mí.

-No me gusta tu secretaria, la odio. ¿Por qué le permites ese uniforme tan revelador?- reclamé acercándome a su escritorio.

-¿Por qué te importa?. No tienes que reclamarme nada. Terminamos, Ebbye- levantó la vista e inquirió con voz dura.

-¿Crees que vamos a terminar por una estupidez?- me senté frente a él.

-No, tú hiciste una estupidez y vienes a reclamarme cosas. Debiste preguntarme por lo menos, no seguirme e irte- se levantó enojado.

-Si no me hubieras mentido en mi cara, posiblemente te preguntaría. Tampoco soy idiota, Benson. No me creí ninguna foto, las ignoré, incluso. Pero llegó un punto en el que solo me tocó dudar. Eres un hombre, los hombres son mentirosos. He tenido demasiadas experiencias malas como para confiar en todo el mundo. Te amo, pero me amo más- dije con calma.

-No me conoces, al parecer. Ya vete, en serio no quiero verte- pidió restregando su cara.

-No, aún no. Primero vine a pedirte algo. Quiero que averigües quién me envió esas fotos. Es obvio que quien lo hizo no nos quiere juntos. No creo que haya sido Ryan- tomé un bolígrafo y un pedazo de papel de su escritorio.  Escribí el número y lo dejé en su computadora.

-¿Ahora lo defiendes?- se cruzó de brazos.

Me levanté y caminé lentamente hacia él. Se quedó como una roca. Solo miraba mis labios y luego mis ojos.

-Eres mío, Harald. No creas que te librarás de mí tan rápido- le di un casto beso en la comisura derecha.

Tomé mi bolso y salí de allí, sin siquiera mirar a la estúpida secretaria.

Más tarde me encontraba platicando con Lila, Kat y Alan en un pequeño bar.

Les presenté a Alan y de inmediato les cayó bien. Entre margaritas empecé a contar toda la historia de Harald y yo, también mi historia con Ryan. Las dos chicas ya sabían algo, pero no con tantos detalles.

-Se le pasará, ya verás- dijo Lila. Ella lo conocía más que nadie.

-Creo que esta vez tardará un poco- opinó Kat tomando un shot.

-Yo tengo un plan- dijo Alan.

Eran muchas copas las que habíamos bebido. Yo estaba completamente borracha.

Lila estaba casi dormida, Kat estaba ligando todas las bebidas que le daba el bartender y Alan estaba seduciendo una copa. Así como suena.

-Amor, ven conmigo esta noche y te haré disfrutar bastante- le dio un sensual beso al vidrio- te haré pasar una gran noche- rodeó la orilla con sus dedos.

-Hay muchas chicas, ¿Por qué la copa?- preguntó Kat.

-Esta es mi chica, esta nadie me la podrá quitar- besó la copa repetidas veces. Nosotros solo nos carcajeábamos.

-Te grabaré si continúas- le advertí sacando, en un intento fallido, mi celular.

-Eso es- dijo, como si a su mente llegó la mejor idea del mundo- Kat, enciende tu cámara, supongo que tienes a Harald en tus contactos- ella asintió y obedeció, luego le hizo una señal para que supiera que estaba grabando.

Yo solo me reía como idiota sin asimiar lo que estaba pasando.

Pero me di cuenta cuando Alan se acercó, tomó mi rostro en sus manos y unió sus labios con los míos. ¿Qué carajos?. Estaba tan borracha que no me fijaba en qué sentía, besaba bien. El problema es que no habían sentimientos de por medio. No me sentía como cuando Harald me besaba, para ser más claros.

Nos separamos y solo sonrió como tonto para luego volver a su asiento. Kat dejó de grabar.

-¡Listo!. Ahora Harald lo verá- dijo la pelinegra con emoción.

Un minutos, paremos todo. ¿Harald?. No, eso no podía pasar.

-No, Kat. No lo subas- intenté quitarle el celular.

-¡Tarde!- exclamó alzando el celular en el aire.

Solo me volví a sentar. Lila se acercó a Alan y lo tomó del brazo.

-Vamos a llevarte a casa, por tu bien- lo haló con fuerza.

-Si me llevas tú, preciosa, entonces vamos- accedió con voz seductora.

Ella era la que estaba menos borracha, así que ella podía.

-Lo llevaré- avisó. Ambas asentimos.

-Nosotras te ayudamos a ponerlo en el auto- me ofrecí. Pero era obvio que nosotras estábamos peor que él.

Así que cuatro idiotas estaban caminando hacia el estacionamiento con traspiés y una descordinación. Al final Lila tuvo que subirlo ella sola.

-Nos vemos- la rubia nos dio un beso en la mejillaa cada una.

-¡Bingo!. Harald vio el video hace quince minutos- exclamó con bastante felicidad.

-Estoy en problemas- me puse frente a ella.

-Eso es lo de menos, y dime...¿Cómo estuvo el beso?- me guiñó el ojo.

-Estuvo muy bien, besa bastante bien. Tendría una noche de sexo ardiente con él, pero solo eso. Está muy bueno, la verdad. Podría convertirlo en mi juguetito sexual- sonreí como idiota.

Kat alzó las cejas y miró detrás de mí.

-Solo si yo te lo permito- pronunció la voz de Harald detrás de mí.


Estás muerta, Ebbye.


HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora