Capítulo 48

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_ Harald frunció el ceño y no pude evitar reírme ante su expresión.

-Kat solo lo dijo para molestarte- expliqué terminando de bañarme.

Me levanté y tomé una toalla.

-No lo puedo creer- salió enojado hacia su oficina.

Lo dejé en paz y fui al armario, tomé una de sus camisas y me la coloqué. Sin bragas.

Toqué la puerta de su oficina cuando me detuve en el pasillo.

-Entra- dijo desde el otro lado.

Caminé y me senté en la orilla de su escritorio. Con las piernas abiertas para él.

-Estoy trabajando en lo del restaurante- tragó saliva. Así que cerré su ordenador.

-Ya no- arqueé una ceja.

-Estoy enojado contigo, Ebbye. Me dejaste pensar que estabas enferma- me fulminó.

-Tenías que sufrir un poco- alcé mis hombros, restándole importa- ¿En serio te vas a negar a mis piernas abiertas?- empecé a desabotonar la camisa- ¿Te vas a enojar por una tontería?- me terminé de sacar la única prenda que llevabas.

- Me voy a la habitación- se levantó- ¿A caso no vienes?- sonrió.

Se puede decir que esa fue nuestra noche de reconciliación. Hubo sexo ardiente, ustedes ya saben.

Al día siguiente no me tocaba trabajar. Harald y yo fuimos al edificio en construcción, también me presentó a la rubia. ¿Fue incómodo?. Solo un poco, ya que ella no sabía lo que estaba pasando.

-No creí que Harald te lo diría tan rápido. Pero ya estamos muy adelantados con todo, ya están pintando el primer piso-longitud sonrió.

-Oh, bueno- miré hacia otro lado.

-¿Quieres ver el piso de arriba?- cuestionó H a mi lado.

-Claro- eran seis pisos en total. Todo me gustaba, pero lo que más amaba era el área que parecía una guardería donde podíamos tener a los animales sin adopción. Morí de amor con el lugar.

Ambos salimos hacia el estacionamiento. Luego recordé que había algo que no le había dicho a Harald.

-¿Sabías que el dueño de la veterinaria donde trabajo es el padre de Rina?- lo miré. ¡Él ya lo sabía!.

-Sí, desde que empezaste- nos detuvimos frente a su auto.

-¿Por qué no me dijiste o te pusiste extraño como sabes hacer?- solté su mano.

-Soy loco y posesivo, pero jamás interferiría en tu trabajo- me dio un beso en la frente.

Llegó un mensaje a mi celular, lo saqué del bolsillo trasero y me dispuse a leer.

Estoy en el bar donde solíamos venir cuando éramos novios. ¿Podrías venir?.

Ryan.

El lugar estaba cerca, sabía donde era, pero ¿Iba a ir?¿Qué tenía que decirme?.

-Oye, cariño. Kat está por aquí cerca y tomaré un café con ella. Puedes ir a casa- le di un beso en la boca.

-¿Segura?¿Quieres que te lleve?- frunció en ceño. Negué.

-No te preocupes, llegaré temprano a casa- le di la espalda y me dirigí al café.

Allí estaba Ryan sentado. Lucía fuera de este mundo. Se le veía desconcentrado e ido.

-¿Y bien?- golpeé la mesa con un dedo para que se enterara de mi presencia.

-Oh, aquí estás- sonrió con amabilidad- ¿Quieres algo?- buscó con la mirada entre las mesas para encontrar un mesero.

-No, no quiero nada. Esto no es una charla amistosa. No es un encuentro entre amigos. Me encantaría que fueras al grano- dije seria.

-Estoy enamorado- soltó de pronto. ¿Y a mí qué?- y por fin entendí algo. El amor no se trata de egoísmo. Ese egoísmo y esa obsesión que tenía Rina fue lo que la mató...

-No, no. No hagamos esto- lo último que quería era conversar sobre su hermana difunta.

-Déjame terminar, por favor- respiró profundo y luego continuó- lo que tú y Harald tienen es amor, ahora lo sé. Siento todo lo que te hice, en serio lo siento. Sé lo que te hice pasar, a ti y a Harald. Necesito que me perdones para poder estar en paz- pidió con la voz aguda.

-Ryan, la cosa es que no sé si puedo hacerlo. No me molesta tanto por mí, me molesta por Beth. Porque ella no merecía eso. Tú lo sabes, era una niña. Pero usaste mi lado más débil para dejarme en el suelo. Yo te perdono, pero se quedará en tu conciencia para siempre. Perdónate tú, eres el único que no podrá dormir en las noches- me levanté y salí de allí rápidamente.

Me estaba pidiendo perdón, pero ¿Y Beth?. ¿A caso son cosas que pueden hacerse y luego pedir disculpas?. No.

Llegué a casa de Harald. con los ojos un poco llorosos, pero me calmé en cuanto vi a Harald en la cama. Debíamos vivir juntos otra vez, pero aún no.

-Hola- sonrió quitándose sus lentes.

-¿Cómo estás?- me acerqué a él y le di un beso- la señora de la limpieza me abrió. Ya se fue- me senté a su lado.

-Después te daré las llaves- cerró su ordenador- ¿Cómo te fue?- fijo su vista en mí completamente.

-Fue bien, como siempre- le resté importancia.

-¿Cómo está Kat?- agarró mi mano derecha y me dio un beso en los nudillos.

-Está bien, supongo- me dejé llevar por su tacto.

Pero comenzó a besarme, haciéndome olvidar todo. Quitó mis pantalones y abrió mis piernas, para luego comer mi feminidad con salvajismo.

-¡Harald!- gemí cuando estuve a punto de llegar al orgasmo.

-¿Te gusta?- de detuvo un momento, pero aún sentía su aliento cerca de mí.

-Sí, por favor. Hazme terminar. Por favor- rogué sintiendo el fuego en mi vientre.

Harald me volvía loca de muchas maneras, sabía como hacerlo.

-¿Cómo dijiste que está Katherine?- volvió a cuestionar.

¿Por qué de repente preguntaba eso?. Estábamos teniendo sexo, ¿Kat qué tenía que ver?.

-Te dije que está bien. ¿Por qué preguntas por ella de repente?- fruncí el ceño. Mi clítoris necesitaba su atención. Estaba deseosa por él, lo necesitaba dentro de mí de una buena y maldita vez.

-Oh, porque fui hacia donde Lila hace un rato y me encontré con ella. Le pregunté si no estaban juntas, pero me dijo que ni siquiera habían hablado hoy. Esta vez sí te mataré, Ebbye Weeten.


Mátame a mí, Harald.

Hey, what's up?.

Vamos terminando con Harald y Ebbye no deja de cometer errores. Extrañamente se me antoja caliente que Harald se enoje con ella. Rawrrrr.

Estoy loca, no sé lo que digo.

Los amo, XOREADERS.







HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora