Capítulo 37

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_Yo estaba sentada en las piernas de Harald en su oficina mientras intentaba hacerle entender que no hiciera nada en contra de Ryan, que ya no iba a molestarme. Que no era necesario.

-Si no me haces caso, voy a irme- amenacé bufando. Ya no quería más problemas.

-¿Por qué me sobornas con algo así?. No puedo no hacer nada después de lo que te hizo- acarició mi pierna, intentando convencerme.

-Lo digo en serio, Harald. No quiero que te metas en problemas- advertí dejándome caer en su pecho.

-Está bien, no haré nada- dijo, pero era obvio que no lo decía en serio.

Así que lo dejé estar.

-Tengo que irme, y tú tienes que trabajar- me levanté de él.

-Quédate- me hizo sentarme otra vez- no te tuve por dos meses- aspiró mi cuello.

-No, aún sigo enojada contigo. Todavía no me creo el cuento de Bell- me levanté nuevamente.

-Fuimos novios en secundaria, solo eso. No me interesa para nada. ¿Y tú qué me dices?. No sabía que estabas en contacto con Alan- se puso serio.

-¿Cómo ibas a saberlo si estabas con tu amorcito Bell?- rodeé los ojos.

-Igual ese tipo no me cae bien- se levantó.

-Somos dos- tomé mi bolso y le di la espalda.

-Iré a tu casa cuando salga- fue lo último que dijo antes de que yo saliera.

Llegué al primer piso con una sonrisa, por fin empezaba a darme cuenta de que no todo era malo si lo tenía a él. Estaba en un enamoramiento sin sentido. Sobre todo porque nuestra relación no estaba definida. ¿Él también estaba enamorado de mí?. No importaba esa cuestión en ese momento. Me conformaba con lo que teníamos.

-Me dieron órdenes de llevarla- se apareció el chófer de Harald de pronto. No pude negarme así que solo asentí. Harald lo mataría si no me llevaba a casa. Además mi brazo enyesado pedía comodidad.

Llegué y lo primero que hice fue darme un baño que duró unos largos minutos. Harald me visitaría, así que estaba nerviosa. ¿Por qué? Nos habíamos visto demasiadas veces. Parecía una adolescente enamorada.

Al parecer Lila aún estaba trabajando y Lili estaba con su padre. Ambos vivían cerca, así que cualquiera podía llevarla a la escuela. Ni siquiera Claire, la cocinera, estaba en la casa cuando llegué.

Me vestí y me quedé en la habitación, Lila llegó minutos después.

-Estaba en el supermercado. Traje muchas cosas que están en tu dieta así que voy a prepararte algo- sonrió entrando a la cocina cargada de bolsas.

-Oye, no quiero que te...- entré detrás de ella.

-Por Dios, no te preocupes. Aparte de que eres la mujer que trae loca a mi hermano, me caes demasiado bien. Déjame cuidarte, que estoy de vacaciones- se volvió hacia mí. Asentí.

Solo estábamos nosotras dos en la mesa comiendo algo que ella había cocinado. Y me hizo contarle lo que había pasado con Harald. Y sí, también me hizo contarte la escena caliente de la oficina. Aún con toda la vergüenza que tenía me hizo darle detalles. ¡Por Dios!.

Se suponía que Harald llegaría a las 7 para cenar con nosotras, pero no llegó y Lila y yo cenamos juntas bajo sus vergonzosos comentarios.

-¿Ya le escribiste?- me preguntó al verme pendiente al celular y nerviosa.

-Le envié demasiados mensaje- contesté preocupada.

-No te preocupes, llegará. Seguro se le presentó algo en la oficina- me sonrió. Pero era obvio que ella también estaba preocupada.

-Voy a llamarlo- me levanté y caminé por la cocina.

Lo llamé unas cinco veces en un minuto, pero no respondía y me estaba mordiendo las uñas de la desesperación.

Entonces, supe que Harald estaba loco cuando el celular de Lila sonó. Ella se levantó y se fue, para que yo no escuchara. Luego la vi bajar con su bolso.

-¿A dónde vas?- pregunté. Pero ella no me dijo.

-Solo por ahí- me dió una sonrisa nerviosa.

-¿En serio, Lila?¿No puedes inventar otra excusa?- fruncí el ceño.

-Solo quédate aquí y no te preocupes, Harald está bien- se acercó a mí y me acarició el hombro antes de salir.

Yo solo me quedé en la mesa de la cocina mirando el celular. Estaba segura de que él se había comunicado con ella, ¿Por qué no conmigo?¿A caso me estaba evitando?.

Lo que menos me importaba era que me había dejado plantada. Aunque me molestaba el hecho de que no me había avisado que no llegaría.

Me moví de la cocina a la escalera, de la escalera a la sala, al balcón, otra vez a la cocina, a la habitación y por último regresé a sentarme en la escalera, con mi vista frente a la puerta. Esperando que dos personas cruzaran por ahí.

Ya era de noche, alrededor de las nueve cuando la puerta se abrió. Me quedé allí sentada, solo para no parecer ansiosa. Claro, la última oración es una completa mentira. Me levanté rápidamente.

Lila entró primero, lucía tan prolija como se fue. Me miró y no dijo nada, luego entró el más esperado. Harald.

Tenía la cabeza mirando hacia el suelo, como si lo hubiesen regañado en el camino. Y cuando levantó la cabeza, me sorprendí.

Tenía un corte en el labio y un hematoma en un pómulo. Tapé mi boca por la sorpresa.

-¿Qué demonios?- pregunté acercándome a él.

-Tú cúralo, ya estoy cansada de él- me dijo enojada- y discúlpate, se ha estado mordiendo las uñas desde hace horas preocupada por ti- le golpeó el hombro antes de subir las escaleras.

-Vamos- lo halé por el brazo y subí con él a mi habitación.

-Lo siento- dijo cuando le estaba poniendo un poco de pomada en el pómulo.

-¿Por?. Ah, ¿Por desaparecer sin avisarme?- cuestioné arqueando una ceja.

-Sí, pero déjame explicarte- ni se inmutó cuando le puse alcohol en el labio.

-Tienes un minuto- sonrió. Pero me vio seria y se quedó serio en cuestión de segundos.

-Bueno, se me presentó un problema y no pude evitarlo. De verdad lo siento pero...- lo interrumpí.

-¿Puedes ir al grano?- me senté a su lado cuando terminé de desinfectar sus heridas.

-Estaba en la cárcel.


¿Qué hizo ahora?.


HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora