Capítulo 29

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_Entre salidas y citas, Harald y yo llegamos a la número diez. Era sorpresa, no sabía hacia dónde iríamos, él escogió el lugar.

Solo me dijo que me vistiera elegante. Hasta el día de hoy no lo sé, pero ese día no ocurrió como esperaba.

Habíamos ido al cine, volvimos a la casa de verano, tuvimos una cena todos juntos, su familia y la mía. Todo estaba perfecto, Harald me trataba como su prioridad y para mí él era demasiado importante.

-En media hora te  recojo- recibí un mensaje de su parte.

-Claro, me estoy arreglando- respondí con un emoji.

Me puse unos pendientes y un brazalete plateado que Harald me había regalado con la inicial de su nombre. Tonto.

Llevaba un vestido rojo largo con un escote profundo, era muy sexy porque además, llevaba la pierna izquierda descubierta.

-Beth- llamé, de inmediato se acercó a la puerta de mi habitación.

-Dime- respondió quitándo la vista del cómic que tenía en la mano.

Pero noté algo más. Estaba apagada y parecía débil. De inmediato me preocupé, últimamente no había estado tan pendiente a ella, porque estaba ocupada con Harald.

-Beth, ¿Te sientes bien?- revisé el tanque de oxígeno, estaba todo bien. Pero ella no parecía normal.

-No, me siento mal- dijo y dejó caer el libro. Ahí fue cuando mi corazón se aceleró.

Toqué su cara y su cuello, rezando internamente porque estuviera bien.

-Ebbye- dijo antes de caerse en mis brazos.

Beth era pesada para cargarla yo sola, además de que el tanque hacía eso extra.

-¡No!- grité por la frustración de no poderla cargar. Ya con las lágrimas al tope, me dije que no podía quedarme quieta y, después de muchos esfuerzos, la subí al auto. Los paramédicos tardarían demasiado. Intentando controlarme, manejé nerviosa hasta el hospital.

Una camilla se acercó a nosotras y se la llevaron, no tardó mucho tiempo hasta que el doctor que siempre atendía a Beth me dijo que entrara a verla. Por su cara supuse que no era nada bueno lo que estaba pasando.

-Ebbye, ella quiere hablar contigo. Quiere despedirse, no quiere verte llorando- me agarró por los hombros en el pasillo a unos pasos antes de la habitación donde ella estaba.

Eso que me dijo me hizo casi desmayarse, ¿Despedirse?. No, ella estaba bien.

No le hice caso, ¿Cómo querían que no llorara?.

Entré hecha un mar de lágrimas. Beth estaba conectada a unos aparatos.  Tenía los ojos entreabiertos. Me acerqué a ella de inmediato.

Tomé asiento en un pequeño sofá a su lado y tomé su mano y la besé.

-Ebbye- dijo débilmente- hace días me estoy sintiendo mal, pero no quise decirte. Fue egoísta, pero estás feliz y no te quiero ver preocupada por mí. Este es el momento, hermana, me voy a ir. Ya no aguanto más, viví diez hermosos años al lado de la mejor hermana que pude tener. Quiero que estés feliz porque yo lo estoy. No pienses en que morí, piensa en que ahora estaré con mamá. Le diré lo bien que me cuidaste...le diré que me dejó en las mejores manos cuando se fue- hizo una pausa para tomar aire. Cada palabra que decía era lenta. Con cada frase que decía, sentía un dolor horrible en el pecho.

-Elisabeth, escucha. No digas eso. Tú no puedes dejarme ahora, estás bien ahora. Estamos juntas, mamá tiene que quedarse sola por más tiempo. ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal?- lloré en su mano.

Ella sonrió, sonrió. El momento era demasiado malo como para reírse. Ella me acarició la cara para luego continuar.

-Por mucho tiempo vi como llorabas de noche. Llorabas por la muerte de mamá, llorabas porque no teníamos dinero, llorabas por mi enfermedad. Pero luego llegó ese riquito que te hace sonreír. Amo a Harald porque te hace feliz. Conmigo siempre has estado preocupada, no te dije que estaba mal porque estabas demasiado feliz además, decírtelo no iba a cambiar nada. Antes o ahora, esta es la vida que me tocó. Tuve que madurar siendo una niña y no culpo a nadie, Ebbye- secó lentamente mis lágrimas.

-Beth, para mí nunca fuiste una carga. Eres mi hermana pequeña y te amo. Nunca te cambiaría ni por Harald ni por nadie. Sigues siendo la bebé que me vomitaba cuando nació. Hemos tenido una vida dura, pero ahora estamos bien. No tienes porqué irte ahora. Elisabeth, no sé qué haré sin ti- volví a llorar con fuerza.

-¿Sabes porqué estoy feliz?. Porque pudiste vivir tu vida sin mí y odiarme por tener a alguien enfermo a quien cuidar. Te amo, Ebbye. Y me entristece que a donde sea que vaya, no te veré. Solo quiero un último deseo antes de irme, es lo único que quiero- respiró profundamente. La vi soltando unas leves lágrimas que parecían invisibles.

-No, no, no lo haré porque tú no vas a irte a ningún lado, Beth. Hemos llegado lejos. Tal vez no has podido ir a la escuela como los demás, estar con amigos como los demás. Pero tienes una vida conmigo y no puede acabar ahora. Si te vas, todo lo que hemos construido juntas será en vano- dejé caer mi cabeza en la camilla. Me estaba doliendo la cabeza.

Me estaba sintiendo débil, sentía que las piernas me temblaban y que si me paraba, no iba a poder caminar.

-¿Recuerdas cuando fuimos a Italia con mamá?. Estábamos paradas en el puente del río Arno. ¿Lo recuerdas?- preguntó con una sonrisa. Asentí porque ya no podía hablar- quiero que lances mis cenizas ahí. Quiero estar en un lindo paisaje. A mamá le gustaba ese lugar, quiero estar ahí- pidió con la voz rota.

Asentí.

-Lo prometo, lo haré. Elisabeth, Elisabeth, mírame- me levanté cuando empezó a cerrar sus ojos.

-Te amo, Ebbye. Gracias por ser la mejor hermana del mundo. Dile a Kat que la quiero, dile a Harald que también lo quiero...que... quédate con él, te quiere. Están enamorados, pero son los únicos que no lo saben- abrió sus brazos para que le diera un abrazo.

La apreté contra mí y la abracé fuerte.

-También te amo, cariño. Pondré tus dibujos en la pared. Todo lo que has hecho es perfecto. Eres hermosa, no lo olvides. Te amo, te amo, te amo, Elisabeth- seguí llorando.

Sus pequeñas manos se cayeron de mi espalda. Así fue como supe que Beth se había ido.

Señores, yo tengo los ojos hinchados porque no pude evitar llorar con este capítulo.

Beth era una niña demasiado buena. No quería que fuera tan rápido, pero en algún momento debía pasar.

La muerte de Beth no es lo peor que puede pasar. Qué triste. Espero que lloren.

Un minuto de silencio por las personas que padecen de cáncer.

Los quiero.

HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora