Una propuesta

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Ebbye

_Nerviosa, así me encontraba yo. Es la palabra perfecta para describirme en esos momentos. Pero claro, feliz.

Respiré profundo mientras tocaba el timbre. Era más que obvio que tenía bastante experiencia cuidando niños y no era un problema para mí. Pero no dejaba de sentir esa sensación de que debía hacerlo todo bien.

La puerta se abrió para mí nuevamente, pero rápido me percaté de que una señora mayor fue quien me dejó pasar. Tenía cabello canoso y un poco de arrugas en su cara, una amplia sonrisa adornaba su rostro.

—Ebbye, mucho gusto —le tendí mi mano, la cual ella recibió gustosa.

—Soy Claire, y me encargo de cocinar algunas veces, también limpio la casa. Un placer —nos sonreímos y entramos.

Una efusiva Amy corrió hacia mí y se abalanzó a mis brazos. La recibí gustosa y la cargué. Seguí a Claire hasta la cocina. Era un lugar muy bonito y bien organizado.

Nos sentamos en la isla y saqué la hojas de las comidas de Lili y cinta pegante de mi bolso.

—¿Cómo has estado, Lili? —le pregunté volviendo a tomar asiento a su lado.

—No quiero ir a la escuela ya —Me haló y pegó su boca a mi oído- hoy le dije a mamá que estaba enferma para que no me dejara ir —Vaya. Eso me hizo reír bastante.

—Creí que no tenías clases, eres muy lista —Pasé una mano por su cabeza.

—Ella cree que la señora Lila no se dió cuenta. Lo que pasa es que faltan dos días para que le den vacaciones —intervino Claire con una sonrisa.

—Ah, y aprovechaste para fingir que estabas enferma. Vaya, debí hacer eso cuando era niña —Hice un puchero.

—Sí, hoy solo nos entregarán las calificaciones, pero mamá puede pasar por ellas mañana —dijo moviendo sus pequeños pies debajo del asiento.

—Bueno, ya me voy. La señora Lila me ordenó que te dejara hacer la comida a ti hoy para saber si a Lili le gusta —Claire se limpió las manos con una toalla y tomó su bolso de una silla de la mesa.

—Claro, me parece bien —Asentí bajándome de la silla.

—Te dejé todo limpio y hay suficiente comida en la nevera para que hagas lo que quieras. Siéntete como en casa —le dió un beso en la frente a Lili y a mí en la mejilla y salió de la casa.

—Muy bien, ahora debemos preparar el desayuno. Eres alérgica al pepino, vaya —comenté poniéndome un delantal.

—Sí, lo peor es que me gusta —La escuché decir e imaginé que hizo un puchero.

—Sí, yo soy alérgica al rábano. Pero de igual manera no me gusta —informé abriendo el refrigerador.

—Quiero comer waffles —dijo dando aplausos.

—Vaya, me la pusiste muy fá... —me interrumpió.

—Con mermelada de fresa, pero no hay. Pero hay de piña, puedes hacerlo con piña —Agradecí internamente porque las cosas dulces no eran mi fuerte.

—Perfecto, hagámoslo —comencé a batir los huevos y la harina y, un rato después, Lili estaba comiendo su desayuno.

—Está bueno —Me dió el plato y corrió escaleras arriba, luego bajó con una hoja blanca y stickers —¿Me prestas tu cinta? —Asentí. La saqué de mi bolso y se la entregué.

La pegó en la pared al lado de la hoja que yo había colocado antes.

—¿Para qué es? —pregunté viendo como colocaba un sticker de carita feliz en la hoja.

HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora