Cosas turbias

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Ebbye

_ Lili gritó mi nombre a la par que corría rápidamente hacia mí.

Sonreí y la tomé en mis brazos, le di un abrazo y caminé con ella a la cocina. Pero allí había alguien que no había conocido.

Era un chico, era como de mi edad. Tenía el cabello rubio y era muy parecido a la madre de Lili. De hecho, eran idénticos. Pero Harald no se parecía a ellos, quise hacer conjeturas, pero no era momento.

El chico estaba sentado frente a mí, alzó una ceja. Estaba esperando que me presentara. Tenía unos ojos azules muy profundos.

Dejé a Lili en el piso y arreglé mi blusa.

—Mucho gusto, soy Ebbye. Soy la niñera —Me acerqué y tendí mi mano.

Se levantó y la tomó. De inmediato me invadió la incomodidad, se quedó demasiado tiempo con mi mano agarrada. Además de que la acariciaba. ¿Qué carajos?

Miré nuestras manos unidas y las aparté con nerviosismo. Su mirada no me gustaba. Me daba escalofríos. Con eso en mente me dispuse a sonreír.

—Soy Levan, el tío de Lili. Pero puedes decirme Levan —Sonrió. Me quedé seria.

¿Eso fue un chiste? Porque a mí no me causó ni una pizca de gracia.

—Lo siento —dijo al notar que no me reía.

—¿A qué te dedicas? —pregunté poniéndome el delantal para hacer el desayuno.

—Acabo de graduarme en Administración de empresas y vine para trabajar con Harald —contestó sentándose y cargando a Lili.

—Qué bueno, realmente espero que no intentes ser comediante o morirás de hambre —Le di la espalda y me dispuse a cocinar.

Escuché su risa ronca entrar por mis oídos.

En todo el tiempo que me tarde preparando el desayuno, sentí una mirada en mi nuca. Quería volverme y decirle que era acoso mirarme de esa manera, pero me contuve.

—Aquí tienen —Coloqué un plato al frente de cada uno.

—¿No vas a comer? —Preguntó probando de su plato.

—No, comí antes de venir —Me quité el delantal.

—Tío, ¿Qué te parece la comida? —Lili sonreía y devoraba su plato.

—Está muy buena dijo mientras me observaba fijamente.

¿Qué le pasaba?

Lili se levantó y colocó un emoji en la hoja.

—Creo que lo he hecho muy bien hasta ahora —comenté acariciando su cabello. Ella asintió y luego corrió hacia donde su tío.

—¿Qué quieres hacer ahora? —cuestioné tomando asiento frente a ellos.

—De hecho puedes tomarte el día, estaré aquí toda la semana. Sé cómo cuidar a Lili. De hecho ahora iremos al centro comercial —Se levantó.

—¿Estás seguro? —Fruncí el ceño.

—Sí, yo quiero ir —Saltó Amy.

—Voy con ustedes —Me acerqué a él —disculpa, pero no confío en ti. Soy su niñera y no la dejaré con un desconocido —Se carcajeó ante mi susurro.

¿Acaso eso era gracioso?

—Me caes bien, de hecho, si me dejabas con Lili, le iba a contar a mi hermana —Arqueó una ceja.

Crucé los brazos sobre mi pecho.

—No iba a hacerlo. Tal vez para Amy seas su tío, pero para mí eres un desconocido y ella está a mi cargo- le di la espalda y fui a la sala para tomar mi bolso.

—Entonces vamos —Sacó unas llaves de sus bolsillos.

Y así fue como los tres emprendimos camino hacia un centro comercial. Ni siquiera sabía lo que iban a hacer allí, pero no los iba a dejar solo.

No me fiaba de él aún. Tenía una sonrisa macabra y una mirada psicópata.

—Por cierto, ¿A qué venimos aquí? —pregunté saliendo del auto y llevando a Lili de la mano.

—Tengo que comprar algunas cosas para mi habitación —respondió caminando hacia el lugar.

Lili y yo lo seguimos en silencio. Levan pasaba su tarjeta de crédito por todos los lados mientras nosotros lo seguíamos. Él coqueteaba, le coqueteaban y no tardaba ni un minuto en pedir números a las chicas que por ahí pasaban.

Entre esto y aquello me quedé sola sentada en un banco mientras Lili y Levan iban por un regalo para ella. Me dolían los pies y no quise acompañarlos.

Estaba viendo mi celular, jugando un puzzle que Beth me había descargado. Estaba entretenida y descansando mis pies hasta que algo raro pasó.

Una muchacha se acercó a mí. Primero tomó asiento a mi lado y me sonrió. Claro que le devolví el gesto.

—Vi que estabas con Levan. ¿De casualidad eres  la nueva niñera? —cuestionó y le presté atención.

—Disculpa, ¿Quién eres? —Me fijé más en su apariencia para saber si la había visto.

No, no la había visto nunca. Era una pelinegra que llevaba el cabello trenzado y un labial rojo que resaltaba bastante en su piel blanquecina.

—No, no lo creo. Solo solía ser la niñera de Lili también — Al parecer Lili había tenido muchas niñeras.

—¿Qué pasó? —cuestioné con curiosidad.

—Me despidieron, cometí un error que no era para nada ético. Me acosté con Levan y Lili nos encontró —dijo con vergüenza. Oh, vaya.

Me sorprendió lo directa que era, no tenía motivo para contarme su vida privada.

—Ya veo —La miré sorprendida.

—Sí. Fue muy bueno cuidar de ella. Es una niña muy tranquila —asentí secundando lo que dijo.

Me quedé sin saber qué decir. ¿Qué se supone que debía hablar con ella?

—Supongo que ya conociste a Harald —me dió una sonrisa ladina. Asentí en silencio —ten cuidado. Ojalá y no termines como ella —fruncí el ceño. ¿Ella?

—¿A qué te refieres? —hasta ese punto ya estaba lo suficientemente intrigada.

—Se suicidó. También cuidó de Lili por un tiempo, tenía algo con el señor Benson y nadie sabe lo que pasó, pero se lanzó del techo de su mansión —informó en un susurro.

Vaya. Eso era demasiada información viniendo de una extraña.

Pestañeé varias veces, intentando entender lo que esa chica me había dicho.

—¿Por qué?¿Qué pasó? —tal vez era cosa del pasado, pero quería saber. Mucho más sabiendo que yo comenzaría a trabajar para él.

—Se enamoró — y se quedó callada por los siguientes segundos.

—¿Es razón suficiente para suicidarse? —Mientras más sabía menos entendía.

Mi ceño fruncido era testigo de mi curiosidad.

—Para ella esa era la única salida después de enamorarse de un hombre que solo la quería para sexo.

HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora