La graduación

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Ebbye

_Sus palabras me golpearon justamente donde podían causarme efecto. Me había extrañado. ¿Me había extrañado?

—¿En serio? Yo no, no pensé en ti ni una sola vez. Posiblemente no nos volvamos a encontrar, así que deja de intentar endulzarme para que volvamos a acostarnos— Lo alejé y me levanté. Tomé las llaves y me dirigí hacia su cochera.

Sí lo había extrañado, maldita sea. Pero no iba a caer en su juego otra vez.

Pulsé el botón de la llave y un BMW rojo me indicó que las puertas estaban abiertas. Un lujo. Me enamoré al instante.

—Ebbye— Lo sentí detrás de mí.

—¿No había un auto más barato?— cuestioné volviéndome hacia él.

—No— rodó los ojos— ¿Estás segura de que quieres irte?— preguntó serio mientras se acercaba— no quiero que te quedes sola en casa, pensando en tu hermana— cruzó sus brazos sobre su pecho. Lo que dijo me llegó al corazón, no por sus palabras, sino por la sinceridad en su voz. Y agradecía su preocupación.

—Gracias por preocuparte, pero Beth es en lo único que puedo pensar porque ella es mi prioridad— no quise herir su corazón, si era que tenía, pero tuve que decirlo. Tenía que pensar en ella porque era lo único que tenía.

—Lo entiendo, está bien. Pero llámame si necesitas algo— Se rascó la cabeza.

—No lo haré, pero gracias— Sonreí dándole la espalda.

—Ebbye, no es broma— Lo escuché bufar detrás de mí.

—Sí, lo que digas— fue lo último que dije y salí de allí.

No volví a ver a Harald durante esa semana, solo me dispuse a acompañar a Beth, también a comprar su vestido. Así se me fueron los días, hasta que llegó mi graduación.

Me coloqué el vestido con mucho cuidado sin arruinar mi maquillaje porque Katherine había hecho un gran trabajo con mi cara y me estaba mirando sentada en mi cama, esperando que me dañara lo más mínimo para matarme. Bueno, exageré, pero algo así.

—Ebbye, estás hermosa— Fingió que lloraba.

—Tonta, tú también. No me hagas llorar— La miré por el espejo.

—Dios, dejaría a Levan por ti— Sacó su lado lésbico. La fulminé con la mirada porque, aunque lo hacía en broma, odiaba que dijera esas cosas —Ya, lo siento— Sonrió.

Beth estaba en casa nuevamente, tenía todas las cosas necesarias que la ayudaban a respirar y a estar estable. Por más que le dije que no era necesario que viniera a mi graduación, ella insistió y dijo que no podía perdérselo.

—No sé si tendré una, déjame ir a la tuya— mis ojos se aguaron en el momento en el que dijo eso y ahí fue que entendí una cosa: Si me dieran a elegir volver a cuidar a Beth incluso con cualquier enfermedad que tuviera, lo elegiría. Ella hizo que entendiera a corta edad el significado de la vida y de muchas cosas y por eso la amaba.

Toqué la puerta de su habitación y ella abrió de inmediato. Se veía hermosa con el vestido que compré.

—Estás sexy— comentó tocando mi vestido por todos lados.

—Tú más. Ese púrpura te queda genial— miré su hermoso vestido.

Tomé mi bolso, la hoja del discurso y salimos las tres en mi auto nuevo. Por cierto, le conté a Beth sobre Harald y le dije que él me lo había regalado.

—Quiero conocerlo, su nombre suena sexy— fue lo que dijo con una mirada pícara. ¿En serio? La fulminé, ella aún no estaba en edad para pensar que los hombres eran guapos.

Katherine puso música en su celular, discutiendo porque en la radio solo estaban hablando de noticias.

—Me gusta este auto— comentó Katherine.

—A mí también me gustaría un Harald que me regalara cosas. Me gusta mi nuevo cuñado— la fulminé de nuevo por el retrovisor. Kath se rio en apoyo, solo le regalé una hermosa mirada asesina para que se callara.

—No es mi novio— le dije por décima octava vez en la semana. Pero en todo el camino no dejó de repetir lo bien que le caía Harald sin conocerlo.

Llegamos y de inmediato empecé a buscar a Lila y a Lili con la mirada. La encontré sentada en las filas del medio.

Lili no estaba con ella, tampoco Levan. Harald era quien estaba robándose las miradas por su impecable físico y vestimenta. Llevaba un traje negro, se había cortado un poco el cabello. Igual se veía bien.

Harald es de esas personas que llorando se ven bien y cubierto de lodo también se vería bien. Hasta disfrazado de banana se vería bien. Dios, un disfraz de banana se vería súper ridículo.

Llegué hasta ellos, sentándome al lado de él. Aunque después tenía que ir a mi asiento. Estaba por comenzar la ceremonia.

Los ojos de Harald solo me escaneaban de arriba hacia abajo. Y con su mirada me demostraba lo mucho que le gustaba mi atuendo.

—Ya sé que estoy deseable, pero no me mires así— susurré sonriéndole a Sam, un chico que me prestaba sus apuntes.

—No le sonrías— pellizcó mi pierna. Me quejé.

—¿Qué te pasa?— Lo fulminé. Idiota.

Kath y Beth llegaron a mí y me levanté para presentarlos.

—Beth, ella es Lila y él es Harald— ella saludó amablemente y a Harald lo miró con una risa demasiado acentuada. 

—Un placer— Harald se colocó de cuclillas y la saludó.

—Eres lindo— le dijo. Ay no.

—Sí, no sé porqué Ebbye me rechaza. Tú también eres muy linda— Qué idiota. Bufé y me fui porque ya era momento.

—Fue horrible para cada uno de nosotros. Envejecimos bastante en el proceso. De hecho, me tuvieron que amputar el dedo pulgar porque escribí demasiado— todos se rieron ante mi estúpido chiste—. Estudiar en la universidad fue lo más difícil que he hecho. Muchos no dormimos, no comíamos. Pero aquí estamos. Acabamos de cerrar un capítulo que fue importante, pero ya es hora de subir otro escalón. Me agradó estar con ustedes porque fueron el mejor grupo. Gracias a Sam por prestarme sus apuntes. En serio te amo. No pienso aburrirlos así que a celebrar, feliz resto de la noche— concluí con mi discurso.

Los maestros y otras personas me felicitaron.

—Ahí viene nuestra veterinaria— intentó susurrar Lila.

—Podemos irnos— dije dándole un abrazo a Kath.

Todos empezamos a caminar hacia el estacionamiento.

Yo me quedé a la par de Harald. Él tenía cara de perro, pero el silencio no estaba incómodo.

—Sam, ¿Eh?— Me golpeó con su hombro.

—¿Estás celoso?— Sonreí.

—Sí, mucho— respondió, pero no era en broma porque estaba serio—. Y no quiero entrar en modo posesivo porque no creo que te guste.

HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora