Ebbye
_Ese tipo no se equivocó cuando me dijo que nos veríamos luego y, rayos, adivinó mi futuro. Estaba en el mismo lugar. Una casa grande y elegante, justo como no era yo. Me sentía rara en ese sitio, como si todo encajara menos yo.
Toqué el timbre y no pasó ni un segundo para que se abriera la puerta para mí.
Pasé y esta vez me percaté de muchas cajas selladas por doquier. Casi tropiezo con una pero logré reestablecerme. ¡Ay no! Podía romper algo. Al parecer se estaban mudando. Con razón la última vez todo estaba tan vacío.
—¿Hola? —saludé y me quedé parada allí en el medio de la escalera. ¿Quién me había abierto la puerta?.
Pasaron unos segundos hasta que al fin alguien bajó.
—Lo siento, Lili está muy inquieta —Supuse que era la madre de Amy la que bajaba sudando por las escaleras. Era una señora de cabello rubio, se le veía muy elegante y sus ojos me recordaron a Lili. Se notaba que eran madre e hija.
—No hay problema. Soy Ebbye —tendí mi mano.
—Lila, un placer. Vamos a sentarnos —Nos dirigimos a los sofás terciopelo que eran lo único que adornaban la casa —¿Quieres algo de tomar? — cuestionó sonriente.
—Agua está bien —respondí con una sonrisa amable.
—Viniste desde muy lejos solo para tomar agua —Alzó una ceja. ¿Por qué suponía que venía desde lejos?.
—Bueno, es lo que se bebe cuando se tiene sed —Ella asintió ante mi respuesta.
Se fue por unos minutos y volvió con un vaso de agua. Lo miré disimuladamente. No sabía si le había echado alguna pastilla.
—No tiene nada —Se carcajeó. Me dió vergüenza de inmediato.
—Lo siento, yo no... —oh, vaya, que incómodo.
—No te preocupes, yo lo haría en tu lugar, pero no te voy a secuestrar, no te preocupes. Pero ahora hablemos de lo que realmente importa —Dejó su vaso en la mesa del centro y luego cruzó sus manos por sus piernas.
Asentí y tomé un trago de agua, lo dejé junto al de ella y me dispuse a prestarle atención.
—Iré al grano. Estoy muy agradecida por traer a mi hija ayer y quiero darte trabajo. Nuestra niñera estuvo a punto de dar a luz en el mercado y dejó a Lili sola. No la culpo ya que se le perdió mientras tenía contracciones, pero ahora mismo necesito una y no te conozco. Pero no dejaste a Lili allí aún sabiendo que estaba perdida y quién mejor que tú. Dime por favor que puedes trabajar para mí porque necesito a alguien urgente —soltó rápidamente.
Me quedé un rato callada. Reaccioné unos segundos después.
—¿En serio? —pregunté sorprendida. Pensé que pasaría dos meses antes de conseguir otro trabajo —¿Cuáles son los términos? —cueationé después de que Lila asintió.
—Eso te lo explicaré luego, pero te adelanto que la tienes que cuidar todos los días menos martes, viernes y sábado. Esos días los tengo libres y no tienes que pasar la noche aquí si no quieres. Mi trabajo termina a las ocho de la noche —explicó tomando de su bebida.
—Vaya, no sé qué decir. Supongo que sí, ¿porqué no? —Sonreí. Sonreí de verdad porque me empecé a sentir mal.
Mis ojos empezaron a aguarse. ¿En serio iba a seguir pagando el tratamiento de Beth sin problema?.
—Hey, ¿Qué pasa? —preguntó acercándose a mí.
—Solo, perdí mi trabajo ayer y no creí que... —No pude terminar. Tal vez estaba siendo dramática, pero el dinero en mi vida era de vida o muerte.
—Comprendo, entonces no debemos perder tiempo. Te veo mañana temprano para que firmes un contrato, ¿Está bien para ti? —Asentí y ella me dió un abrazo.
Vaya, una desconocida me hizo sentir bien.
—¿Porqué necesitas el trabajo? — preguntó reincorporándose.
No solía contar sobre mi vida a extraños, pero empecé a entrar en confianza con esa mujer, además, iba a trabajar para ella.
-—Tengo una hermana pequeña, tiene diez años y tiene cáncer. Solo somos nosotras dos y a menudo tengo que comprar medicina y pagar el hospital así que me he pasado la vida cuidando de ella —contesté bajando mi cabeza. Era vergonzoso contar mis cosas a desconocidos.
—Oh, no sé qué decirte. Por suerte me encontraste a mí. Pero no te preocupes por el sueldo, acostumbro a pagar bien —Me guiñó un ojo cuando levanté mi cabeza.
Sonreí porque no podía hacer más y al cabo de un rato, me despedí y me dirigí feliz hacia el hospital.
Abrí la puerta número cinco y entré. Beth estaba recostada, estaba despierta. Al parecer estaba cantando algo que veía en el televisor.
—Hola —saludé. Ella me miró y sonrió de inmediato. Me acerqué a ella y le dí un abrazo —¿Cómo estás?- pregunté sentándome a su lado en la camilla.
—Pues, aquí, con cáncer —respondió carcajeándose. Era una niña bastante extrovertida y graciosa. Yo a su edad y con su enfermedad no lo habría soportado.
—No digas eso —la reprendí y luego le dí un beso en la frente.
Asintió obediente y recostó su cabeza cubiera con una peluca castaña en mi hombro.
—¿Cómo has estado? —me preguntó pasando su pequeña manito por su cara.
—Conseguí un nuevo trabajo, abandoné el que tenía —respondí feliz. Ella frunció sus pequeñas cejas.
—Te pregunté cómo estás tú — reclamó cruzando sus brazos sobre su pecho. No, no parecía una niña de diez años.
—Estoy bien, cariño —Acaricié su cabello.
—No lo estás, no deberías trabajar tanto —Hizo un puchero.
—Prometo que no lo haré. Tendré libre los martes, viernes y sábado. Podremos hacer cosas juntas —Sonreí con alegría. Ella al principio se negó a mirarme. Pero luego se emocionó porque al fin podía respirar un poco y tener tiempo para ella.
Allí pasamos la tarde, pero la hora de las visitas ya habían terminado y era hora de volver.
Al siguiente día mi mente estaba bastante relajada y feliz. Era como empezar de nuevo, era una emoción indescriptible.
Me vestí escuchando un poco de música y arreglé mi cabello. Era un martes muy bonito así que me puse un vestido floreado. Era primavera.
Otra vez estaba parada frente a esa casa, no sabía si era suerte o destino, pero había conseguido trabajo y estaba que saltaba de la alegría.
Cuando entré, las cajas ya no estaban, supuse que se habían dedicado a vaciarlas. Además todo se veía mejor. La casa estaba más llena.
Al parecer Lili estaba en la escuela y llegaba hasta las doce. Lila era madre soltera y tenía solo a su hija y sus dos hermanos, se había terminado de mudar, pero solo vivirían ella y su hija.
También me mostró una habitación donde me podía quedar a dormir si algún día no podía irme. La paga era buena, no cubría todas mis necesidades, pero ayudaba bastante y podía arreglar bastante nuestra vida.
Me dió unas hojas con el contrato y la firmé después de leerlo detenidamente. Luego me entró unas hojas de lo que comía Lili y lo que no, sus mañas y alergias. Los productos que usaba, su horario de clases, sus tareas, su horario de dormir. En fin, todo lo que debía hacer para que la pequeña estuviera a salvo.
Me despedí de ella con una sonrisa prometiendo llegar temprano al siguiente día. Pero justamente cuando iba saliendo, me topé con ese hombre de cabello negro que llamó mi atención desde el primer día.
Intenté no lucir extraña y le sonreí con respeto, él me observó sin sonreír y pasó por mi lado.
—Nos volvimos a ver —Fue lo último que escuché de sus labios antes de irme.
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HARALD (Editando)
Romance¿Te gusta llorar como Magdalena cuando pasa algo malo con los protagonistas?. ¿Te enamoras a diario de esos personajes fríos y sin corazón que te hacen temblar?. ¿Te gusta reír por horas frente al celular y que tu familia te vea como si estuvieras l...