Ebbye
_Yo fui la que propuso ir a un café en nuestra primera cita. La verdad es que no tenía ningún lugar en mente, así que un café era algo sencillo y estaba bien para comenzar.
No era algo tan formal, así que me coloqué un pantalón de mezclilla, un top ajustado acompañado de una chaqueta negra y unas cómodas sandalias del mismo color.
−¿Segura que no te gusta? Estás sonriendo como tonta frente al espejo− Beth comentó parada en la puerta de mi habitación con los brazos cruzados.
−Sí me gusta, pero no es nada serio− admití colocándome un poco de labial.
−Ajá− Pasó y se sentó en mi cama−. Por cierto, saldré con Kath, iremos a un club de baloncesto− Aplaudió emocionada.
−Está bien, no hagas esfuerzo− ordené mirándola por el espejo.
−No lo haré, solo veré a personas jugando− Rodó los ojos.
−Muy bien, ya me voy. Dame un abrazo− Me acerqué y la apreté en mis brazos.
−Me asfixias− Se alejó−, ya vete− Me empujó hacia la puerta.
Tomé mi bolso y bajé las escaleras, Harald ya estaba esperándome en su auto.
Abrí la puerta del copiloto y tomé asiento.
−Hola− saludé colocando mi bolso en el asiento trasero.
−Hola− Me acercó hacia él y me dio un beso.
−¿Cómo estás?− pregunté cuando nos reincorporamos. Solo asintió− ¿Te duele la boca si hablas?−cuestioné al no escuchar una respuesta normal.
−Estoy bien, no te preocupes− Sonrió− ¿Cómo está Beth?− Tomó mi mano. No sentí corriente eléctrica, más bien, sentí una sensación de que todo iba a estar bien.
−Está bien, saldrá a ver un partido de baloncesto− respondí.
−Por cierto, ¿No estás buscando trabajo?− preguntó acariciando mi mano.
−Oh, sí. De hecho, estaba mirando una veterinaria cerca, pero aún no lo sé− informé.
−Uhm− eso fue lo único que dijo. Lo ignoré porque al parecer Harald no sabía cómo hablar ese día.
Llegamos al café. Harald solo quiso tomar café, pero yo pedí unos panecillos y chocolate.
Llegó un mensaje a mi celular.
Me encanta cómo te quedan esos pantalones.
Era un número que no tenía agregado en mi celular pero que, desgraciadamente, lo tenía grabado en mi memoria. Muchas veces ese número era a quien marcaba tarde en la noche por alguna emergencia. Ryan.
Me puse nerviosa. Eso significaba que me estaba mirando. Ay no. Era mi maldita primera cita.
−¿Pasa algo?− preguntó tomando de su café. No soy buena disimulando así que...
−No− dije mirando a mi alrededor. Estaba buscándolo, pero no lo veía.
−No te creo− Alzó una ceja.
−No pasa nada, en serio. Vengo enseguida, voy al baño− Me levanté nerviosa.
Caminé por entre las mesas hacia el final del pasillo. Solo me mojé un poquito la cara y respiré para calmar mis nervios.
Salí, pero Harald no estaba en la mesa, más bien, en su silla ¿Qué haría Harald encima de la mesa?
En el baño no podía estar, miré a mi alrededor. No había casi nadie. Solo me fui por cinco minutos.
Miré que mi celular no estaba. Demonios.
Salí al estacionamiento solo para encontrar un ring de boxeo. Ryan y Harald estaban golpeándose frente a la gente que disfrutaba como si fuera la WWE.
Al principio era una pelea tonta porque ambos eran lo suficientemente inteligentes para esquivar sus golpes. Hasta que Harald tocó la cara de Ryan con su puño y lo lanzó al piso en un descuido.
Nadie hacía nada. Se supone, como en la mayoría de novelas, que yo debía ir y decirle a Harald que parara de romperle la cara y, mágicamente, dejarían de pelear. Pero yo no era tonta y si entraba allí, probablemente yo saldría con un moretón en el ojo. No, gracias.
Así que, como las demás personas, me quedé esperando a que se quitaran su furia.
Sabía que era por culpa de Ryan, así que no me importaba. Mi celular estaba en el medio de la calle, completamente destrozado. Supuse que Harald había visto los mensajes, aunque yo dejé el celular bloqueado. Uhm.
Cuando ambos terminaron, Harald caminó hacia mí y me tomó del brazo. Antes de irnos, recogí mi celular inservible y me acerqué a Ryan. Tenía sangre por todos lados.
−Te dije que no dejaras el boxeo− susurré haciendo referencia a que Ryan estaba en un entrenamiento de boxeo y lo dejó.
Harald estaba esperándome enojado en el auto. Solo tenía un rasguño en la ceja y uno en el labio. Él se habría llevado el cinturón si estuviéramos en la WWE.
Entré al auto y no dije una palabra, ni siquiera lo miré. Estaba enojada, me percaté después. ¿Cómo podían agarrarse a golpes en un lugar público? No eran niños, además de que era muy bochornosa la situación.
Más bien, me dispuse a ver si mi celular aún servía, pero no encendía.
−Te compraré otro− murmuró.
−No quiero otro, y si quiero otro yo lo compraré− bufé.
−No seas inmadura. Yo lo rompí, yo lo pago− murmuró otra vez, mirando siempre al frente.
−¿Yo? ¿Fui yo quien se agarró a golpes y dañó nuestra primera cita?− grité.
−No me grites y no me culpes. Ese idiota estaba enviándote mensajes estúpidos y tú solo te fuiste al baño. No soy idiota, no sabes disimular− La vena de su cuello sobresalía.
−Ajá− dije sin más. Me estaba doliendo la cabeza.
−Ebbye− susurró. No lo miré, pensaba ignorarlo−. Ebbye− repitió. Cerré los ojos con la cara hacia la ventana− ¿Podrías responder?− preguntó cansado.
−¿Qué?− Lo miré− No quiero hablar.
−Está bien, pero ya llegamos− Abrí los ojos.
Estábamos en su casa. Un momento.
−¿Por qué vinimos a tu casa? No voy a tener sexo contigo− dije bajándome.
−Yo tampoco quiero tener sexo contigo, niña− Arqueé una ceja−. Bueno, sí, pero estás enojada y quiero arreglar lo que hice. Vamos a la piscina− sonrió.
¿Él creía que me iba a conquistar con esa estupidez? Pues sí, lo hizo.
Ambos entramos a su casa.
−No traje traje de baño− le dije desde su cama, él estaba en su gran armario.
No me respondió, luego salió con una toalla. Intenté quitar mi vista de su abdomen, pero soy humana.
−¿Qué decías? No te escuché bien− Se acercó.
−Que no traje traje de baño− repetí sintiéndome nerviosa por su cercanía.
−¿Para qué lo necesitas?
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HARALD (Editando)
Romance¿Te gusta llorar como Magdalena cuando pasa algo malo con los protagonistas?. ¿Te enamoras a diario de esos personajes fríos y sin corazón que te hacen temblar?. ¿Te gusta reír por horas frente al celular y que tu familia te vea como si estuvieras l...