Capítulo 36

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_No voy a negar que mi corazón rebotó cuando me arrinconó contra la puerta de su oficina.

Sentía su respiración en mi cuello, eso me puso los pelos de gallina.

-No tengo más que hacer aquí- dije tragando saliva. Estaba muy nerviosa.

-¿No querías explicarme?- me abrazó por la cintura.

-No quieres escucharme. No seguiré intentando en vano- intenté moverme y salirme de sus brazos, pero me apretó más, dejándome un beso mojado en el cuello.

-¿Vas a volver a irte con Ryan?. Es lo que quiero saber- preguntó sin parar de dar besos en mi cuello y nuca.

-No estoy con Ryan. Si no dejas de hacer eso, no te podré explicar- dije débilmente- además estoy incómoda, mi brazo lastimado me incomoda- pero era mentira. Estaba bien así.

Y de repente comenzó a subir mi vestido. No, se supone que debíamos hablar.

-Harald, tenemos que hablar- repliqué, pero sin hacer el menor movimiento.

-Primero déjame tenerte, por favor- suplicó haciédome un chupete en la espalda.

Y ya no pude negarme. Era Harald. ¿Cómo podía detenerlo?.

Rompió mis bragas y no sé ni me interesa dónde las puso. Entró su mano por mis piernas y apretó mis glúteos. Podía sentir lo mojada que estaba. Y vi la gloria cuando tocó ese punto que tanto quería. Empezó a acariciar mi clítoris lentamente, en un vaivén que pretendía ser excitante. Yo solo me removía contra su mano.

-¡Harald!- gemí su nombre cuando introdujo dos dedos dentro de mí de golpe. Pero no me dolió, estaba lo suficientemente empapada como para que sus dedos se resbalaran dentro de mí.

Sus dedos me tocaban en ese punto que me volvía loca mientras que la otra me acariciaba por delante lentamente. Y no aguante ni dos míseros minutos. Llegué a un orgasmo que me hizo moverme hacia él, sintiendo más cerca su erección.

Sacó sus dedos de mí, pero de inmediato sentí cómo abrió más mis piernas. Su lengua me atacó nuevamente. Lamió mordió y chupó, haciéndome llegar a un segundo orgasmo.

-Al parecer Ryan no te coge así, tus gemidos lo confirman- gruñó enojado.

No, el sexo con Ryan no se asemejaba al sexo con Harald ni en sueños. No quiero humillar públicamente a Ryan, pero no me hacía volver loca.

-No, yo no...- me empecé a negar ante lo que dijo. Pero tuve que detenerme para gemir porque sentí si gran erección dentro de mí, bombeando tan fuerte que me hizo casi desfallecer.

-Ebbye- susurró mordiéndome el lóbulo de la oreja- dime que todo es mentira, que no me dejaste por él- pidió con la respiración entrecortada.

Yo solo estaba pendiente a todas las sensaciones que me hacía sentir. Desde la manera en la que me hablaba, hasta la forma en la que me tomaba.

-¡Dímelo!- me azotó. Más que dolerme, hizo que me excitara- ¡Dime que es mentira!- exclamó azotándome frenéticamente.

Estaba segura de que mis glúteos estaban rojos.

-Es mentira, todo es mentira- pasé mi brazo libre por su cuello y lo atraje hacia mí para besarlo. Su lengua peleaba con la mía con necesidad.

Mordió mi labio antes de separarse de mí y luego estallé en un orgasmo. No podía más. Que me estuviera follando parada era más excitante. Luego supe que ya se había venido, pero tenía un condón.

Me dió un beso antes de alejarse de mí y arreglar mi vestido.

Se desapareció por un momento y luego volvió, tomó asiento en el sofá y luego me ordenó que me sentara también.

Tuve que sentarme de lado porque mi culo escocía.

-Tienes tres minutos para que me expliques- miró su reloj. Pff, sabía que no sería tan fácil.

-Yo sí quería ir a nuestra última cita y quería decirte que estaba dispuesta a todo contigo, ya estaba lista. Pero Beth me dijo que se sentía mal y se desmayó en mis brazos- empecé mientras me miraba serio- y la llevé al hospital. Lo que ella me dijo fue que desde hace días se sentía mal, pero no me lo quería decir porque estaba feliz contigo, entonces ella me dijo que ese era el momento- miré al suelo, recordando todo lo que ella me había dicho- me dijo que me quedara contigo, porque le caías bien y me trataba bien- sonreí, pero mi sonrisa no llegó a mis ojos.

-¿Cómo está Beth?- preguntó con el ceño fruncido.

-Ese día, el último aliento de Beth acabó el mis brazos. Y lo último que me dijo fue que dejara las cenizas en un sitio de Italia, así que me fui. Lo hice sin avisar, pero realmente no estaba pendiente a nadie en ese momento- limpié una lágrima que empezó a caer.

-No, no, no. Espera, no, Ebbye. Detente, yo no sabía que...- lo interrumpí en su desesperación.

-Sé que no sabías y no te culpo, de hecho, te entiendo. Déjame terminar- di una palmada en su pierna derecha- cuando llegué, Ryan se hizo pasar por mi novio y entró a mi habitación del hotel y posiblemente fue ahí cuando me fotografió. No solo eso, también robó las cenizas de Beth. Luego me hizo pasar como loca en el hotel para que no sospecharan. Me dijo que no me daría a Beth si no terminaba contigo, por eso te envié ese mensaje- sorbé mi nariz.

-¿Es en serio?¿Por qué no me pediste ayuda?- preguntó tomando mi cara entre sus manos. Pero estaba enojado.

-Porque él robó mis documentos y rompió mi celular, a los dos meses me lo dio- concluí- y ahora llego y te encuentro con otra- agregué con una ceja arqueada.

-Ebbye...- me dio un abrazo. Ya no era necesario que me dijera más. Y en sus brazos seguí llorando porque, aunque no sabía el futuro de nuestra relación.

-¿La quieres?- pregunté acariciando su cabello.

-No, ¿De qué hablas?. Bell y yo no somos nada, no tenemos ningún contrato ni nada, solo es una amiga. Solo te quería poner celosa- me dio un beso en el cuello.

-Eres una mala persona- lloriqueé nuevamente.

-Pero te quiero a ti, puedes volver a irte. Igual te seguiré molestando. Lamento no haber estado allí cuando me necesitabas, pero ahora estoy aquí. Y eres mía, no voy a permitir que te pase algo malo. Voy a encontrar a Ryan y...

-No, solo olvídalo- me alejé de él.

-Ryan se metió con mi mujer, eso significa que se metió conmigo.



Jejejej. Hola.

Díganme qué les pareció este capítulo.

Los amo, XOREADERS.


HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora