Ebbye
_Lo que Harald me había dicho me había dolido cuando no debía ser así. Él tenía razón, yo no tenía nada de especial, solo había sido suerte. Y le agradecía a esa suerte por haberme encontrado con Lili ese día.
Era domingo, podía visitar a Beth después de salir de cuidar a Lili.
Pero también había revisado mi cuenta bancaria y justo por eso estaba tan feliz. Harald había depositado en mi cuenta una cantidad suficiente para pagar los gastos de la clínica. Una semana más y podía pagar la hipoteca, al menos la mitad.
Cuando Lila llegó a casa, me fui de inmediato después de decirle lo bien que se había portado Lili.
Salí directamente hacia la clínica y después de esperar unos minutos, me dejaron verla.
Beth estaba en su cama, como la mayor parte del tiempo. No estaba despierta, la quimioterapia la dejaban agotada. Su pequeño cuerpo conectado a mil cosas era lo único que se veía con vida en la habitación blanca.
—Beth— susurré después de tomar asiento en el sofá a su lado.
Ella no me podía escuchar, pero me conformaba ver que sus ojos se movían a través de sus párpados.
—Espero que estés soñando algo lindo— acaricié su pequeña mano.
—Ebbye...— Abrió un poco los ojos, pero al parecer seguía agotada.
—No hables, duerme. Estoy aquí, no te preocupes— acaricié su cabello.
—No voy...no creo que...— y volvió a quedarse dormida.
Allí me quedé hasta que las enfermeras me dijeron que no podía quedarme más.
Derrotada, salí del lugar y tomé un taxi que me llevó directamente al banco. Después de esperar mi turno, salí para dirigirme a casa.
Estaba parada sosteniendo la confirmación de pago en mis manos. Harald pagaba bastante bien. Parecía que no sabía qué hacer con su dinero. Tenía muchas preguntas para él, pero me daba miedo cuestionarle y que me respondiera algo malo o me ignorara.
—Vaya, pero si es Ebbye— Levan venía hacia mí con una sonrisa de estúpido.
—Levan— Lo miré seria.
—¿Qué haces aquí?— preguntó dándome un codazo.
Auch.
Lo fulminé con una mirada asesina.
—Contando los autos que pasan— respondí con sarcasmo— .Obvio esperando un taxi— aclaré.
—Déjame llevarte— negué de inmediato— ¿Te caigo mal?— Cruzó sus brazos sobre su pecho sin borra su estúpida sonrisa.
—No me caes mal, pero tu cara de psicópata no ayuda mucho— Bueno, tal vez sí me caía un poquitín mal.
Se carcajeó a mi lado como si mis palabras habían sido lo más gracioso del mundo.
—Puedes confiar en mí, no te preocupes. Solo es mi apariencia, soy un ángel por dentro— hizo un puchero que me dio cringe.
—Está bien, iré contigo. Pero que sepas que sé artes marciales y te golpearé si intentas hacerme algo— Entrecerré mis ojos mientras lo señalaba con mi dedo índice.
Asintió con diversión y me jaló para luego empezar a correr calle abajo.
—¿Estás loco?— pregunté cuando llegamos a un auto negro, supuse que era de él.
Asintió abriendo la puerta para mí.
Ambos entramos y emprendimos camino hacia mi casa.
Estábamos en silencio, Levan no estaba haciendo chistes estúpidos y lo agradecía. Pero al menos el silencio no era incómodo.
—Sé lo que tienes con Harald— soltó de repente. Tenía una cara de reproche y no se estaba riendo.
Mi corazón latió rápidamente.
—¿Y?— Tuve el valor de preguntar. Crucé mis brazos sobre mi pecho.
—¿Por qué aceptaste? Harald es mi hermano, pero es un idiota— me miró fijamente.
—Tuve que hacerlo. ¿A ti qué te importa? Ni te conozco— lo dije en tono de broma.
Levan empezaba a caerme bien.
—Tienes razón. Pero debes tener cuidado, no solo con él, con los humanos en general. Además, solo chismeaba, obvio no me importa lo que hagas con tu vida— volvió a sonreír de manera estúpida.
Me sacó la lengua y siguió conduciendo. Qué infantil.
—Es allí— Señalé mi casa.
Se estacionó y bajó junto conmigo.
—No me sigas, no voy a invitarte a pasar— Salí de su auto y me paré frente a él.
—Oye, ¿Por qué?— preguntó en tono dolido, fingiendo enojo.
Pero alguien más respondió por mí.
—Porque tiene cosas que hacer conmigo— Harald estaba parado detrás de él con las manos en sus bolsillos y una expresión nada amable.
Tenía un usual traje negro, ¿Hasta los domingos trabajaba?
—Hey, Harald. ¿Qué te trae por aquí?— Levan lo saludó, pero Harald no quitaba su vista de mí.
Harald se acercó y le susurró algo al oído a su hermano, haciendo que este se subiera en su auto y se fuera, solo dándome un último saludo con su mano.
Quedamos nosotros solos frente a mi casa. Busque su auto con la mirada y divisé a su chófer a un lejos.
—¿Qué haces aquí? Es domingo— dije mientras me dirigía a la puerta.
—Uh. Solo pasaba— Escuché detrás de mí.
Antes de poner la llave en la cerradura me volví hacia él.
—¿Estás seguro? Nos hemos encontrado varias veces por ahí y no estoy muy segura de que fuera coincidencia— entrecerré mis ojos.
—¿Insinúas que te sigo? Por cierto, ¿Qué hacías con Levan?— se acercó más a mí.
—No, para nada. Sé que no soy lo suficientemente importante para ti como para seguirme, además de que eres una persona ocupada y no tienes tiempo para esas estupideces, pero ya me parece raro. Hoy no es mi día de trabajo, por cierto— Abrí la puerta.
Entró junto conmigo y cerró la puerta. Ambos estábamos frente a frente junto a la misma.
—Evitaste la pregunta de Levan— Se acercó peligrosamente.
—Solo me trajo— dejé las llaves en una mesita al lado de la puerta.
—Recuerda que no puedes tener otra relación, no me gusta compartir— me acorraló en la pared. Sus manos estaban cada una a cada lado de mi cabeza. Realmente me ofendió un poco que pensara eso.
—Ya lo sé, tampoco me acostaría con dos hermanos a la misma vez— Arqueé una ceja. ¿Quién se creía que era?
Harald sonrió, luego me robó un beso, besó mi cuello y me dedicó otra sonrisa.
Sonreí también, pero porque estaba nerviosa. El hecho de que se apareciera en mi casa mientras no era mi día de trabajo me hacía dudar, pero ignoré ese detalle cuando sus labios atracaron los míos nuevamente. Estaba entrando en confianza con él rápidamente. Se alejó unos segundos después.
—Te veo el martes y...— lo interrumpí alejándome de la pared.
—Ya sé, sin bragas— Sonreí.
—No, llévalas. Yo te las quito.
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HARALD (Editando)
Romance¿Te gusta llorar como Magdalena cuando pasa algo malo con los protagonistas?. ¿Te enamoras a diario de esos personajes fríos y sin corazón que te hacen temblar?. ¿Te gusta reír por horas frente al celular y que tu familia te vea como si estuvieras l...