Confesiones

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Ebbye

_Quería decirle que no era suya, que no me gustaba la posesividad. Pero no le dije nada porque estábamos bien, solo por el momento. Y creo que un poquitín de posesividad no mata a nadie. Un poquito, repito.

Ni siquiera cuando volvió a embestirme con rudeza yo me quejé, porque extrañamente me gustaba como Harald me trataba. Era fuerte y salvaje, pero también era delicado y atento.

Era de noche, ambos estábamos en la cocina. Harald estaba preparando un pollo con vino al horno. Yo estaba tomando sidra con su camisa puesta en la isla de la cocina.

—No sabía que un hombre multimillonario sabía cocinar— comenté levantando mi copa y tomando del exquisito líquido rosado.

—Vaya, estás generalizando. Ser chef fue mi sueño frustrado— confesó. Eso no lo sabía.

—No te envidio. Ahora soy lo que siempre quise ser— guiñé un ojo.

—Hacerme cargo de la empresa de papá no me impidió estudiar gastronomía. De hecho, nunca me obligó a seguir con el negocio, pero ni Levan ni Lila quisieron hacerse cargo— bufó. Sonreí. Se estaba abriendo conmigo de a poco.

—¿Eres adoptado?— No pude evitar preguntar. Hace tiempo tenía esa duda.

—Sí. No me mires así, no es un tema difícil de hablar. Que no te dé lástima. Seguro te lo preguntabas hace mucho tiempo, Levan y Lila parecen gemelos, pero yo no me parezco a nadie— sonrió con ironía.

—Igual eres más guapo, no te preocupes ¿Y tus padres?— pregunté— Me refiero a tus padres biológicos— aclaré acercándome a él.

—Conozco a mi madre, de hecho— Eso me sorprendió—. Vive a una hora de aquí. Y mi padre, bueno, ni mi madre sabe quién es— Se encogió de hombros.

—Oh, uhm ¿Tuviste una buena infancia?— cuestioné. Levan y Lila lo trataban bien, pero ser huérfano es duro.

—Claro. Mi familia adoptiva nunca me trató mal, de hecho, son muy buenos conmigo. Nunca me sentí excluido— Eso me hizo sonreír, me alegraba.

—¿Por qué te internaste después del contrato y no antes?— Lo abracé por la cintura y pegué mi mejilla izquierda en su ancha espalda.

—Eso es porque me di cuenta de que no era sano pagarte para que tuvieras sexo conmigo.

—Pero hasta ayer querías volver a hacerlo— Fruncí el ceño. Podía sentir su respiración.

—Quería y quiero volver a estar contigo, pero no de esa manera. Ya no quiero eso— Se volvió hacia mí.

—¿Qué es lo que quieres?— Puse mis manos alrededor de su cuello.

—Que tengas una cita conmigo esta noche— ¿Una cita?

—Las citas son para personas que quieren tener algo serio— Eché mi cabeza hacia atrás cuando me dio un beso en el cuello.

—Nos gustamos, es obvio. Hagamos algo, tengamos diez citas. No tendremos sexo, solo saldremos. Pero si en la última, alguno de los dos falta, terminamos con esto y no nos volveremos a ver— De repente me entusiasmó su idea.

—Hagámoslo. Espero que no faltes a ninguna— advertí.

Ambos comimos en la mesa, solo hablando de cosas tontas y estábamos bien. Harald me gustaba, puedo decir que en ese momento no era algo profundo, pero había química.

—Quiero que me cuentes sobre ti— pidió lavando los platos.

—¿Qué te puedo decir? No tengo una vida tan interesante— Puse mis labios en una línea recta.

—No lo sé, lo que quieras— Ambos caminamos a la sala y tomamos asiento en el sofá.

Mi cabeza estaba en las piernas de Harald. Sus manos me acariciaban el cabello. Todo se veía muy íntimo y romántico.

—Bueno, ahm. Siempre fuimos mi mamá y yo, hasta que años más tarde nació Beth. Nuestros padres son distintos y ninguno de los dos está. Mamá murió de cáncer y Beth lo heredó poco después y, desde entonces, hemos tenido una vida difícil— Confesé limpiando una estúpida lágrima que empezó a salir.

—¿Qué sientes?— preguntó. Al principio no entendía la pregunta, ni sabía qué debía responder a eso.

Pero luego quise contarle, no tenía la oportunidad de hablar sobre mí a diario.

—Siento que estoy en una mina. Tengo el pie en una mina y cuando lo levante va a explotar. Ahora estoy feliz, pero también sé que Beth puede morir en cualquier momento y no quiero que pase porque ella es la única persona que me queda ¿Entiendes?— Para ese momento yo ya estaba hecha un mar de lágrimas y Harald intentaba limpiar mi cara. Hablar de Beth era mi punto sensible.

Me incorporé a su lado y puse mi cabeza en su hombro.

—No sé qué puedo decir. Pero no te diré que todo estará bien porque perder al alguien no se supera nunca. Y vivir con ello no sucede de la noche a la mañana. Disfruta todo el tiempo que te queda con ella— Me abrazó con fuerza.

—Gracias— intenté sonreír— Qué estupidez llorar delante de ti— sonrió y terminó de limpiar mis mejillas.

—Tienes la cara completamente roja. Pareces un tomate muy adorable— Agarró mis cachetes y los apretó.

—¡Oye!— me quejé.

—Lo siento— me dio un casto beso.

Me gustaba.

—¿Puedo preguntarte algo?— Limpié mi nariz.

Asintió con los ojos entrecerrados.

—Ya sé que fuiste a terapia y todo eso ayudó mucho en tu vida. Pero, ¿Por qué no quisiste casarte con ella después de saber que estaba embarazada? ¿Por qué soy la única con la que quieres tener citas?— se puso serio.

Tardó unos eternos segundos en contestar.

—Yo no sabía que Rina estaba embarazada, Ebbye. Si ella me lo hubiese dicho, yo hubiese hecho cualquier cosa para que ella y el bebé estuvieran bien. Pero fue unas semanas después que me enteré de que estaba embarazada. Ella solo se lanzó después de abortar sin si quiera decirme. En el contrato decía que debíamos cuidarnos, pero eso no significaba que tenía que abortar. Pero ella no estaba muy bien de la cabeza, estaba obsesionada e incontrolable, hasta que llegó a ese punto— Respiró profundamente.

—Bien, ¿Y por qué soy la única con la que quieres tener citas?— volví a preguntar.

Lo miré. Sus ojos repararon en los míos y luego, como si no hubiésemos estado hablando algo incómodo, sonrió.

—Dime, no te rías y responde— exigí.

—Porque tú tienes todo lo que yo quiero, cuando te vi sentí que te necesitaba. Tu terquedad me volvió loco, no querías nada de mí y eso me enojaba. Hacías todo lo contrario y no dabas tregua. Y, cuando me dejaste excitado en el baño, supe que te quería para mí.

HARALD (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora