Luego de soportar el resto del camino las burlas de Matamoros, pues le había contado sobre la plática con Jose Luis, llegamos sanos y salvos al gran portón de la escuela. Hacía tanto tiempo que no estaba en un lugar como este que la piel se me erizó al ver al tantos niños compartiendo el mismo espacio, algunos jugaban en el jardín, otros salían de la institución de la mano de sus padres. Sentí como mi corazón se encogía al imaginar a Angélica saliendo al jardín y no ver a ninguno de sus padres esperando por ella.
Jose Luis no me explicó nada, pero no veo bien eso de dejar a tu hija a se suerte en una escuela en la que apenas acaba de comenzar y en una cuidad que no conoce, ya me contará los detalles. Ahora sólo necesito salir de este lugar lo más pronto posible con Angélica hasta que su padre regrese de viaje.Bajé del auto y caminé hasta una señora que se encontraba en la puerta, supongo que es maestra.
—Hola, buenas tardes. --la señora de unos cuarenta años posa sus ojos en mí antes de contestar.
—Hola, ¿busca a alguien? --preguntó amable.
—Sí, busco a... --cierro la boca al ver a Angie aparecer con su mochila por el pasillo.
—¡Alta! --grita antes de salir corriendo en mí dirección con los brazos abiertos.
—Hola hermosa. --bajo a su altura para abrazarla y besar su mejilla-- Vine por ella. --le digo a la señora una ver vuelvo a mi estatura mientras Angie abrazaba mis piernas-- Soy amiga de la familia, su padre me pidió recogerla, tuvieron un problema en casa.
—Claro, el señor Navarrete llamó en la tarde y avisó que vendría. --responde.
—¿Nos vamos? --esta vez me dirijo a Angie-- Hoy te quedas conmigo.
—¿En serio? --dice sorprendida formando una perfecta "o" con sus labios, supongo que le agradó la idea.
—Sip. --nos despedimos de la señora haciendo un gesto con la mano.
—¿Quién es él? --apunta a Matamoros cuando llegamos al coche.
—Él es Moros, es mi mejor amigo.
—¡Hola! Mucho gusto... --saluda Matamoros a la niña teniéndole la mano.
—Hola Moros. --le da su manita-- soy Angélica. --muero de ternura.
—Mucho gusto preciosa.
—Vamos. --digo abriendo la puerta trasera del auto.
Angie se sube con un poco de dificultad por lo que la ayudo y le abrocho el cinturón de seguridad.
—Alta tengo hambre. --dice con un puchero algo gracioso en sus labios cuando Matamoros arranca el auto.
—¿Se te antoja algo en especial? --me giro hacia ella.
—Mmm... --coloca su dedito en el mentón-- ¿Pizza?
—¿Segura? --ella asiente juntando sus manitas-- Bueno.. Matamoros ya sabes a donde vamos.
— Sí Doña. --me lanza una mirada acompañada de una sonrisa divertida a través del espejo, lo que me hace rodar los ojos y negar con la cabeza.
Mientras nos dirigíamos a la pizzería Angie y yo platicabamos acerca de su día. Me contaba acerca de sus amigas, me sorprendió al decirme que no tenía tantas, charlamos sobre sus maestros, sus notas, etc.
—Ven. --le tomo la mano para entrar al lugar-- Esta es la pizzería favorita de mi mejor amiga así que creo que te gustará.
—¿Tienes mejor amiga? --asiento-- Pero si Moros es tu mejor amigo, ¿por qué necesitas otra? --Matamoros suelta una carcajada ante su pregunta.
—Bueno es que... tener amigos es bueno así cuidan de ti, te dan consejos, están a tu lado siempre. --nos sentamos en una mesa al fondo pegada al ventanal.
—Es como tener hermanos de otra sangre. --dice Moros y le sonrío.
—Yo no tengo tantos amigos, siempre estoy cambiando de escuela y no me da tiempo. --dice jugando con las servilletas.
—No te preocupes todavía estas pequeña seguro después encontrarás una súper mejor amiga que te haga reír mucho. --le hago cosquillas provocándole la risa-- Pero ahora mejor vamos a pedir la comida.
Moros le hace señas al mozo y este rápidamente viene a nosotros. Pedimos varias cosas, Angie pidió su pizza con jamón y extra de queso mientras yo y Moros nos decidimos por una hawaiana, pedimos jugo para los tres un una pizza napolitana, pero esta vez era para llevar, si Eunice se entera que vinimos y no le llevamos nada se arma la tercera guerra mundial.
—Alta ¿puedes picarme un poco más chica la pizza? Por favor. --le ve tímida.
—Claro. --tomo su plato y comienzo a cortar-- ¿Así? --le muestro y ella asiente.
—Gracias. --me sonríe y lleva un trozo a su boca.
—De nada hermosa.
Terminamos de comer y salimos del lugar, era raro ver a Angélica tan atenta al lugar, se fijaba en todos los detalles, aunque era bastante tímida apenas nos levantamos de la mesa le dio las gracias al mesero y tomó mi mano hasta llegar al coche.
—Matamoros ¿recuerdas la dirección de Jose Luis?
—Sí, está a pocas cuadras de aquí.
—Bien pues llévame ahí, hoy me toca cuidar de esta preciosura. --acaricio el cachete de Angie quien se encontraba sentada a horcajadas sobre mis piernas con la cabeza en mi pecho.
—¿Mi papi ya regresó?
—No mi amor. --peino un poco su cabello-- Llega mañana temprano pero me pidió que te cuidara en lo que él regresa.
—Mi mami me dijo que estaba en Milán y que ella tenía que irse de viaje también. --la miro confundida.
—¿Cuándo te dijo eso tu mamá?
—Hoy, cuando me dejó en el cole. Dijo que mi papi iría por mí.
—Mm... entiendo. --entoces fue eso, Erika viajó.
***
—Moros necesito que pases al departamento de Eunice y me busques algo de ropa.
—¿No vuelves conmigo? --pregunta extrañado.
—No, Jose Luis me encargó a Angélica hasta que regrese de su viaje, me quedaré aquí para que esté cómoda en su propia habitación.
—No te preocupes Alta, yo le cuento a Eunice. --asiento.
Matamoros sale de la casa de Jose Luis y yo subo en busca de Angélica. Entrar a la casa fue una batalla, gracias a Dios la niña sabía donde estaba la llave, al parecer Jose Luis no cambió mucho y siguió guardando las llaves bajo el tapete de entrada como hacía desde hace años.
—Angie ¿estás aquí? --doy leves golpes en la puerta antes de abrirla.
—¡Alta! --viene hacia mi con un peluche en las manos-- ¿Te gusta? Se llama Toby.
—Está muy bonito preciosa. --le acaricio la mejilla observando el perrito de felpa-- Tuve un perrito con ese nombre.
—¿En serio? --me mira sorprendida-- Mi papi también, este me lo regaló él por eso se llama así.
—Claro. --río-- Ese Toby del que te contó tu papá es el mismo del que yo te hablo. --me miró sin entender-- A ver --hago que se siente en mis piernas al borde de la cama-- Tu papá y yo éramos muy amigos, tanto así que teníamos un perro juntos.
—Mmm... ¿Alta te puedo hacer una pregunta? --yo asiento no muy convencida de querer responder-- Pero me tienes que contestar con la verdad eh. --me señala con su pequeño dedo.
—Ahora no sé si quiero contestar. --suelta una risita.
—¿Eras novia de mi papá antes?
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Un poco corto : (
Gracias por leer UwU