¿Qué es lo que sientes por mí?
Escuchar esas palabras a mis espaldas hizo que cada vello de mi cuerpo se erizara dejándome con la piel de gallina
Cuando voltee no sabía que decir al verlo recostado en el marco de la puerta de mi oficina con una sonrisa en los labios. No tenía ni idea de hasta dónde había escuchado mi conversación con Eunice.La cara de ella es un poema, me mira con una sonrisa de disculpa en los labios, estoy segura que sabía que nos estaba escuchando, pero ya se las cobraría después ahora lo que realmente me importa es como voy a contestar esa pregunta de Navarrete.
— ¿Qué haces en mi oficina José Luis? O mejor dicho ¿qué haces escuchando conversaciones privadas? --me cruzo de brazos cuando estoy de pie frente a él y lo miro desafiante tratando de cambiar el tema.
— Mejor los dejo solos. --Eunice se va prácticamente corriendo para que no la detenga, José Luis solo sonríe de medio lado cuando se hace para atrás para que la traidora de mi amiga se dé a la fuga.
— Sabes… en el pasado los dos nos equivocamos. –dice entrando en la oficina, yo voy a refugiarme detrás de mi escritorio, estoy tan nerviosa que seguramente si me quedo cerca no voy a aguantar y me quebraré.
— Ah sí? --me vuelvo a cruzar de brazos-- ¿Y según tú en que me equivoqué? --digo provocándole con el mismo tono de hace instantes.
— Tú... --se acerca al escritorio-- te equivocaste al pensar que casándote con un hombre al que no amabas ibas a solucionar todos los problemas con tu familia. --hace una pausa y suelta un suspiro-- Y yo me equivoqué cuando pensé que algún día volverías a mí.
No sé qué responder, estoy tan impactada con sus palabras que decido no hacer ningún comentario y hablar como si esto que acaba de decirme no me afectara.
— Bueno Navarrete, supongo que no has venido hasta acá para ocupar el lugar de mi psicólogo ¿verdad? --sonríe ante mi comentario y Dios esa sonrisa-- Además, no tengo tiempo en tres minutos tengo una junta. --digo mirando el reloj de mi mano.
— En serio ¿no te has dado cuenta? --me sonríe descaradamente, pero yo no entiendo que me quiere decir.
— Ilumíname. --levanto un poco el mentón-- Pero que sea rápido, no me gusta llegar tarde a mis compromisos.
— No se preocupe Doña no va a llegar tarde a ninguna reunión, la felicito tiene usted el bufete más prestigioso de todo México. --se sienta en el sofá y aún al estar sentado no pierde esa pose elegante y sensual tan característico de él-- ¿Te parece si hablamos sobre el por qué de la asociación?
Mis ojos se abren como platos, ¿cómo no lo supuse? Él es el dueño de Navarrete y Asociados.
Soy una estúpida, no sé qué voy a hacer ahora, si firmo puedo hacer que este bufete llegue a nivel internacional, eso solo pasaría si firmo con él. Navarrete supo aprovechar muy bien estos cinco años, su bufete ya existía en ese momento.
— Pero, yo tengo una reunión con Navarrete y Asociados, tu bufete no se llama así. Además, ¿por qué quieres asociarte conmigo, acaso ya no me odias o me guardas rencor? --lo encaro y tarda unos segundos en contestar.
— Bueno, si es cierto que hace cinco años no tenía ese bufete, cuando me fui a vivir a Italia dejé todo atrás, solo que después me decidí a trasladar el bufete que heredé de mi abuelo allá. Luego de eso le cambié el nombre a Navarrete y Asociados y así fiesta como logré abrirme paso en el viejo Mundo. --hace una pausa acercándose-- En cuanto a lo de asociarnos, --da de hombros-- no veo por qué no, tu bufete es hasta el momento el más influyentes de todo el país. --cuando está a solo un metro de mí se detiene-- Según tus aspiraciones profesionales y como te conozco no creo que te conformes con solo el país ¿o me equivoco?