III. Jacuzzi.

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Pasaron los días y la verdad es que me hizo mucho bien desahogarme aquella noche con Eunice, aunque bueno, mi tranquilidad no duró mucho, solo hasta que entró por la puerta un León bastante borracho y agresivo, algo que no era muy común en él.
No tenía ganas de aguantarle su borrachera, ya bastante había tenido con la mía horas antes por lo que me fui al cuarto de Eunice y dormí con ella esa noche.

Hoy era viernes y no quería ir al bufete, pero mucho menos quería quedarme en casa así que me arreglé y me dirigí al coche donde me esperaban Matamoros con una cara de pocos amigos y Eunice con una expresión en el rostro totalmente distinta a la de él. Nos subimos los tres y no pude evitar preguntarle a Eunice el motivo de su emoción.

— Herma, ¿todo bien? –pregunté al ver que no dejaba de mover los pies y jugar con sus manos-- ¿Por qué estas nerviosa?

— Altagracia es en serio ¿Lo olvidaste? –se cruza de brazos negando con la cabeza y el ese momento todo viene a mi mente ¿Cómo se me pudo olvidar eso?

— Ay!! Es verdad, se me pasó, discúlpame tengo muchas cosas en la cabeza estos días. --dije ya que no era del todo cierto-- Perdón, ya no lo voy a olvidar.

— No te preocupes y discúlpame tu a mí por cargarte con más cosas. –dijo eso en un tono que me hizo sentir culpable-- Si quieres cancelo.

— NO! Nadie va a cancelar nada además ya dije que iría esa cena, sé que es muy importante para ti. –le dije y pude ver la felicidad asomarse en sus ojos, algo que me puso de buenas. Tenía que estar relajada iba a ser un día agotador y una noche demasiado emocionante.

Hoy habíamos quedado en conocer a la familia de John y pues como Eunice no tiene familia pues “quien mejor para ir que tú que eres como mi hermana” –sonrío al recordar sua palabras cuando me dijo lo de la cena- La verdad es que tenía curiosidad por saber quiénes eran, había algo que me decía que todo iba a cambiar esta noche.

***

Las horas pasaron rápido entre papeles y más papeles. Me dolía ya la cabeza de tanto analizar contratos y casos judiciales, ya no daba más solo quería dormir por lo que recogí todas mis cosas y avisé a Matamoros para llegar lo más rápido posible a la casa.
Llegamos como en media hora no había tanto tráfico pero había comenzado a llover, ahora sí quería mi cama.

Cuando me baje del coche no me importó mojarme de todas formas tenía que ducharme así que daba igual. Entro en mi habitación como pollito mojado y me llama la atención un aroma dulce en el ambiente, velas aromáticas también —Que raro si aquí no hay nadie– cuando entro al baño no pude evitar sonreír cuando vi lo que estaba parando.

— Eunice!!! –digo en voz alta y comienzo a carcajear cuando da un brinco y se le caen los pepinos de los ojos-- ¿Que pasaría si León entrara y no yo?

— Ay mana asustas, un día de estos te quedas sin comadre y sin tía para tus hijos. –se frota el pecho calmando el dolor, yo solo permanezco callada, ya no me estoy riendo y ella se da cuenta de por qué-- Lo siento no debí decir eso.

— Tranquila tienes razón. –le doy una media sonrisa-- Pero bueno, ¿qué haces aquí en mi baño? 

— Lo siento es que necesitaba relajarme y pues solo tú baño tiene jacuzzi –me dice saliendo de él-- Pero ya terminé, de todas formas, estoy tan nerviosa que un simple baño no me relaja así quetodo tuyo.

— Gracias, yo sí que lo necesito, el baño y un buen vino es justo lo que mi cuerpo reclama en estos momentos. –digo mientras vuelvo a llenarlo de agua y me desvisto, ella se pone una bata de baño y acomoda su cabello.

𝑺𝒊 𝒕𝒆 𝑨𝒕𝒓𝒆𝒗𝒆𝒔 ♥︎ |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora