XIV. La señora de la foto.

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— ¿Es tu hija? --qué pregunta Altagracia, pues obviamente es su hija.

— Sí, se llama Angélica. ¿Puedo? --señala la silla y yo asiento.

Jose Luis deja la mochila en la silla que está a la par, me dio ternura ver al gran señor Navarrete cargando con una niña y una mochila de Frozen.

— ¿Por qué viniste hoy? Podías venir cualquier otro día. --lo miro a los ojos.

— Ya había quedado contigo para hoy y porque mañana tengo que viajar a Italia, Erika me la dejó porque dice que necesita un descanso, además de sacarme en cara que prácticamente no convivo con ella. --se masajea el puente de la nariz.

— Navarrete hubieras llamado para cancelar lo entendería. --me ve a los ojos-- Además no soy ni monja, ni cura, mucho menos la madre Teresa de Calcuta para que me cuentes tus problemas. --su expresión cambia totalmente.

— Lo siento, si tanto te molesta su presencia puedo regresar otro día. --sí estoy molesta pero no es por eso.

— ¿Por qué no me contaste que te habías casado y que tienes una hija? --ignoro su anterior comentario, mi mirada pasa a la niña que se remueve en sus brazos-- Llévala al sofá, apuesto que estará mejor ahí, es más cómodo. --él asiente y hace lo que le digo.

— ¿Me vas a decir que no lo sabías? --siento como mis mejillas arden, Dios debo parecer tomate.

— No, no sabía nada. --digo firme tratando de esconder mi nerviosismo y me levanto de mi silla.

— Altagracia no tienes que mentir, sé que John le contó a Eunice. --se acerca a mí pero se detiene a centímetros de distancia-- ¿Lo sabías o no? --trago en seco y conecto mi mirada con la de él.

— Sí, lo sabía. --admito y me sonríe triunfante-- Pero no por Eunice, ella me lo contó cuando habló con John porque yo se lo pedí, te investigue Navarrete. --levanto una ceja y le sonrío de lado.

— Ah sí, y ¿qué descubriste? --se acerca tentadoramente a mis labios y siento que mi corazón va a salirse de mi pecho.

— Eso, sólo eso. ¿Tendría que saber algo más? --esta vez soy yo quien acerca más el rostro, desafíandolo.

— ¿Por qué mejor no lo descubres por ti misma? --no tuve tiempo de analizar sus palabras cuando ya tenía sus labios sobre los míos.

Al principio me resisto, pero luego el olor de su perfume llena mis sentidos y me es imposible no caer en la tentación, mis manos van a su cuello y las de él se mantienen en mi cintura acercándome cada vez más a su cuerpo.

Cuando nuestras lenguas se juntan es una explosión de emociones, este beso es muy distinto al otro, este refleja nuestras ganas, la pasión y el deseo acumulado entre los dos.

— Te amo Altagracia. --dice mientras nos separamos por falta de aire y acaricia mi mejilla,yo hago una pequeña mueca de dolor y me alejo-- ¿Qué pasa? ¿Que te pasó?

— Nada solo... --no termino de hablar ya que una vocecita se hace presente en la oficina.

— ¿Papi? --dice la niña tallandose los ojos.

Automáticamente me separo más de Jose Luis y me arreglo un poco el vestido cuando él se le acerca.

— Aquí estoy princesa. --escucharlo hablar así, tan dulce, no me sorprende siempre le agradaron los niños.

— ¿Dónde estamos? --dice mirando a su alrededor sin percatarse de mi presencia.

— Es que papá tuvo que venir a trabajar un rato mi vida. --le acaricia la mejilla-- Por eso estamos aquí.

𝑺𝒊 𝒕𝒆 𝑨𝒕𝒓𝒆𝒗𝒆𝒔 ♥︎ |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora