XLIV. Regaño y disculpas.

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—Entonces, ¿no podré dormir con mi hermanito? —preguntó con los ojos llorosos.

Tenía a Angélica sentada en mis piernas mientras lloraba y gritaba a todo pulmón apoyada en mi pecho, su padre y su tío comenzaron a molestarla mientras jugaban hace rato, pero las cosas se salieron un poco de control. Ahora tenía a una niña llorando y dos “adultos” siendo regañados por Eunice en la cocina.

—No corazón, tu hermanito o hermanita va a estar muy chiquito y dormirá con nosotros por un tiempo —la mimo—, pero cuando crezca podrán hacer muchas pijamadas. ¿Ya estás mejor? —la veo.

—Sipi, papá y el tío Moros hacían trampa —se queja—. No los voy a perdonar tan fácil —se cruza de brazos.

—Haz que sufran un poquito, que se sientan culpables por hacer llorar a mi princesa —beso su frente.

Angie se levantó de mis piernas cuando estaba más calmada para ir a su cuarto mientras yo iba a la cocina.

—¿Ya se van? —miré confundida a Eunice y Matamoros salir de la cocina, mi amiga asintió como respuesta mientras que él tenía cara de niño después de haber sido castigado.

—Luego te llamo, recuerda que quedaste en acompañarme al centro comercial —se acercó para darme un beso en la mejilla y susurró—. Consuela a Luis, creo que me pasé.

Ambas reímos, yo continué mi camino después de escuchar la puerta cerrarse y encontré a Luis con la cabeza apoyada en la isla.

—¿Todo bien? Mi amor… —me sorprendí cuando me abrazó de la cintura apoyando la cabeza en mi pecho.

—Soy un papá muy malo, no merezco ser papá —dijo haciendo drama, sabía perfectamente lo que le ocurría.

—Luis, no digas eso.

—No lo dije yo, fue Eunice —me miró a los ojos—. Regaña feo, pobre de Matamoros lo que tiene que aguantar —le pegué en el brazo—. ¡Au!

—Tampoco te pases, aunque los dos sabemos que hacían trampa para poder ganarle a Angélica, y no estoy de acuerdo con eso, no puedes decir que eres un mal padre porque sabemos que no es verdad —dejé un beso en la comisura de sus labios—. Eso sí, te toca ganarte el perdón de tu hija y no creo que sea nada fácil.

—Bueno, pero… —se calló al escuchar su móvil, frunció el ceño al ver el remitente, pero contestó— ¿Bueno?

Luis salió a hablar al despacho en lo que yo buscaba unas galletas en la alacena. Angie bajaba las escaleras cuando encendí la tele, vino hasta el sofá conmigo y comenzó a mimar mi vientre.

—¿Quieres? —le invité de mis galletas, pero se negó.

—Está muy chiquito, ¿cuándo va a crecer? 

—Mi amor ya te pareces a tú papá —reí —. Aún es pronto para que se note, pero con los vestidos pegados ya se me nota un poquito. ¿Tú qué quieres que sea?

—Mmm —entecerró los ojos pensando su respuesta—. Creo que niño, así puedo seguir siendo tu princesita —La miré enternecida.

—Yo también quiero niño, aunque si es niña, tú siempre serás mi princesita —le besé la mejilla varias veces—. Le sufrí cuando tu tía Eunice nos dijo que era niña, yo juraba que era niño y luego me sentí culpable.

Angélica comenzó a reír y se escucharon los pasos de Luis venir hacia nosotras.

—No invitan a la diversión —se sentó a nuestro lado—. ¿De qué hablaban?

—No puedes saber, estás castigado —dijo Angie cruzándose de brazos.

—Princesa, ¿hay algo que pueda hacer para que me perdones? —la miró arrepentido.

𝑺𝒊 𝒕𝒆 𝑨𝒕𝒓𝒆𝒗𝒆𝒔 ♥︎ |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora