Quedé helada al escuchar esas palabras de su boca, esa boca que tanto extraño… Su voz
tampoco suena como la de hace cinco años, esta voz es más seria, calmada y sin emociones.
También su cuerpo ha cambiado, antes estaba más delgado, tenía músculos, pero ahora tiene el cuerpo más definido y es solo lo que alcanzo a ver gracias a la camisa de vestir que está usando.— José Luis, hijo que bueno verte. –dice Jazmin quien corre a abrazarlo.
— Tía Jazmin, ¿cómo están? Qué bueno verlos, ya los extrañaba. --corresponde al abrazo, pero sus ojos no se apartan de los míos y siento un vuelco en mi interior junto con unas ganas horribles de salir corriendo de este lugar.
— Nosotros igual, ésta vez sí fue un viaje largo. –ahora es Elías quien se le acerca para abrazarlo y darle unas palmadas en la espalda.
Eunice y yo parecemos estatuas, no nos movemos, no decimos nada, solo lo observams. Nuestros ojos parecen salirse de la cara, pendientes a cualquier movimiento que haga.
— Señorita Sandoval, ¿está bien? -me dicen, pero estoy demasiado abrumada como para
responder.— ¡Altagracia! –Eunice chasquea los dedos para que reaccione. - ¿Todavía te sientes mal? Disculpen señores es que hoy no se sentía muy bien ¿verdad? –me codea para que responda y solo logro asentir, estoy tan nerviosa por la mirada de este hombre sombre mí, en realidad la de todos.
— Si me disculpan, necesito salir de aquí. --alcanzo a decir antes que Eunice me jale del brazo sacándome de ahí.
Tras pasos apurados vamos hacia el baño y cierra la puerta con seguro detrás de ella.— Me puedes explicar que está haciendo él aquí y vivo, ¿no que estaba muerto? –no digo ni media palabra solo miro mi reflejo en el espejo saliendo del trance en el que estaba ––Lo que me faltaba te me traumaste, no es para menos si hasta yo me quedé sin habla cuando lo vi.
Eunice no para de hablar y caminar de un lado a otro tocándose el puente de la nariz, logrando que me ponga aún más nerviosa. Después de unos minutos de silencio le digo:
— Eunice, no sé qué es lo que pasó ni lo que está pasando en este momento, éste era el mal presentimiento que tenía hoy. Pero es que no entiendo ¿qué hace él aquí? Se supone que estaba muerto o bueno eso fue lo que me dijo el detective. No entiendo nada de esto, perdóname, me tengo que ir esto fue demasiado para mí. ––cuando me va a responder niego con la cabeza dándole a entender que no es negociable mi petición y salgo de ahí lo más pronto posible.
Camino a paso rápido, ––Dios pero si casi estoy volando — no quiero despedirme así que trato no llamar la atención y salirme lo más pronto posible. Cuando estoy por bajar las escaleras de la entrada del hotel siento un agarre firme en mi brazo y me giro, al ver de quien se trata es mi cuerpo comienza a temblar y me quedo sin habla.
— Qué pasa? ¿Te vas tan pronto? – trato de salir de su agarre, pero me es imposible –Por favor Altagracia, la fiesta apenas comienza. –me dice en un tono irónico.
— Suéltame José Luis me estás haciendo daño. –jaloneo para que me suelte, pero me agarra más fuerte-- Estúpido de duele.
— A mí me dolió mucho más, ¿Qué se siente Altagracia? Dímelo. --me agarra de la cintura dejándome totalmente frente a él-- Dime para ver si sientes lo mismo que yo sentí cuando pensaba que estaba todo bien, que tenía todo bajo control y de un segundo a otro mi vida cambio y para mal.
— Yo… Lo siento, no puedo. –me salgo de su agarre y voy lo más rápido posible hasta la
camioneta.Cuando abro la puerta trasera siento su cuerpo pegado al mío y cierra dando un fuerte portazo. Me gira quedando frente a frente, mi mirada va directo a sus ojos, pero no puedo ver nada más que un profundo rencor es algo que me duele demasiado, saber que está así por mí, por lo que le hice.
Ya no es el José Luis que yo conocí y lo peor es que no creo que quede nada de él.