°•Jose Luis•°
—¿Encontraste a ya sabes quién? —pregunta Matamoros bajando un poco la voz al otro lado de la línea.
—Sí, de hecho hablamos de muchas cosas. Te juró que cuando la policía encuentre a León pasará el resto de su vida en la cárcel.
—¿Tan bueno es lo que encontraron los investigadores?
—Bueno es poco, ella está dispuesta a declarar en su contra —suspiro—. El problema será cuando Altagracia se entere de la verdad. Por cierto, no le contraste nada ¿verdad?
—No, ella y Eunice creen que estás en Roma.
—Solo espero que valga la pena mentirles, por lo menos hasta que se lleve a cabo el juicio.
—Yo también espero eso, Eunice me va a matar cuando lo sepa. ¿Paso por ti al aeropuerto?
—No gracias, mi vuelo se retraso un poco, pero estaré ahí a tiempo para el almuerzo —escucho por los altavoces—. Me tengo que ir ya están abordando, adiós y dile a Altagracia que la amo.
—Yo le digo, adiós.
Minutos después ya estaba sentado en el avión que me llevaría de regreso a la Ciudad de México. No paraba de pensar en el momento en el que Altagracia supiera el verdadero motivo de mi viaje, ni siquiera estaba en Roma como le había dicho, había ido a Londres en busca de respuestas.
Hace una semana los detectives privados que contratamos encontraron algo en el pasado de León, algo que cuando explote habrá más de una persona afectada con esa verdad y lamentablemente Altagracia será una de ellas.Flashback.
Estaba de pie frente a la puerta de una bonita residencia mientras esperaba que alguien atendiera después de tocar dos veces. Según la dirección que me dieron aquí encontraría a la persona que me daría todas las respuestas que necesitamos.
Se escucharon los pasos de alguien aproximándose a la entrada y fue ahí cuando supe que no me había equivocado de dirección,justo la persona que buscaba.—¿José Luis? —fueron las palabras que salieron de la boca de la mujer frente a mí, pero su rostro solo reflejaba sorpresa— ¿Eres tú?
—Hola Regina, ¿puedo pasar?
Fin del flashback.
∞
Al fin había aterrizado, ya estaba de vuelta en la ciudad y lo mejor de todo era que estaba a tiempo para el almuerzo.
—¡Taxi! —llamé la atención de un conductor que estacionó frente a mí para luego bajarse y ayudarme con la maleta.
—Buenas tardes señor, ¿dónde lo llevo? —le pasé la dirección al sujeto que me miraba por el espejo retrovisor con ojos claros y una espesa barba en el rostro.
Cerré los ojos en el asiento trasero del auto recordando lo poco que había dormido en las últimas semanas hasta que me quedé dormido.
∞
Desperté un rato después cuando el taxi se detuvo, solo que no era la dirección que le había dado al conductor, estábamos en medio de la nada.