—¿Quieres panqueques? --se escucha la voz de Luis en el pasillo.
—Sip, con mucha miel papá. --José Luis se ríe al ver la expresión mandona de su hija.
—Y tú, ¿quieres panqueques? --esta vez me habla a mí con una sonrisa cómplice en los labios.
—No, --le devuelvo la sonrisa-- quiero huevos revueltos y chorizo. --niega ante mi doble sentido y se vuelve para hacer los panqueques en lo que yo tomo asiento junto a Angie, que al parecer estaba mucho mejor. Tenía varias hola de papel regadas sobre la mesa y un montón de lápices de colores. Pero ella estaba muy concentrada en terminar con su dibujo, tanto que no no cuando Luis la puso el plato con sus panqueques sobre la mesa.
—¿Qué haces pequeña?
—Anoche soñé que mi papi me regalaba un cachorro. --me enseña la hoja con un pequeño perro dibujado-- Siempre dibujo cuando tengo un sueño, papá me lo enseñó. --miro a Jose Luis con ternura-- Él dice que si quiero que algo se haga realidad lo dibuje, así es más fácil que mi sueño se cumpla.
—Ya te regalé un cachorro. --protesta Luis.
—¡Papá! Es un peluche, no es igual que un cachorro de verdad. --se queja Angie, ambos con la misma expresión en la cara.
—Angie verás que pronto vas a tener un cachorro. --Luis me mira-- Ahora desayuna para que crezcas bonita y saludable. --de paso el plato.
—¿Así como tú? --Luis ríe.
—No, aún más hermosa que yo. --ella sonríe y comienza a comer.
En lo que Angie devoraba sus panqueques yo fui al lado de Luis para ver como iba nuestro desayuno.
—¿Así que más hermosa que tú? --pregunta divertido.
—Todas las mujeres somos hermosas Luis, cada una a su manera. --le guiño-- ¿Por qué no dejas que tenga un cachorro?
—No lo sé. --encoje los hombros-- No me gustan los perros. --ruedo los ojos.
—Entiendo, ¿Angie te sientes mejor? --ella asiente contenta.
—Sipi, pero ya no quiero tomar más medicina sabe rara. --hace una mueca de asco.
—Pero tienes que tomarla, así te mejoras y podemos salir al parque, a comer helado, a donde tu quieras pero solo cuando te sientas mejor corazón.
—Alta tiene razón hija.
—Además piensa que si te la tomas tu padre te compensará con un lindo cachorro. --río cuando Luis casi escupe el café.
—¿En serio? --pregunta toda ilusionada Angie.
—Puedo pensarlo. --asiente Luis matándome con la mirada y le lanzo un beso.
—¡Yei! --grita ella abrazándome.
Moría de hambre luego de la doble sesión de sexo mañanero, muy buen sexo de hecho. Alejo esos pensamientos de mi cabeza cuando Luis me toma de la cintura.
—Tú serías una excelente madre ¿No has pensado en tener hijos? --la pregunta me deja sin habla, no quiero hablar de eso y menos delante de Angie.
—Mejor comamos. --intento dejar en tema a un lado y le ayudo con los huevos.
—Buen provecho. --se sienta a mi lado y toma mi mano dándole un leve apretón-- Después podemos hablar, si quieres. --asiento con la cabeza y comienzo a desayunar.