Los siguientes días fueron muy estresantes y agitados, Luis se tomó un descanso del trabajo, aunque continuaba revisando algunas cosas desde la casa. También Erika había viajado a Viena por lo que Angélica ya estaba viviendo con nosotros, al principio fue un poco difícil adaptarnos a una nueva rutina, pero nada que un par de días no pudieran solucionar.
Con Eunice nos organizamos para quedarnos en el hospital, yo me quedaba todo el día con ella y en las noches Matamoros. Como Angie tenía que ir a la escuela, iba con Luis a dejarla y ya después pasaba a dejarme en el hospital para que Moros descansara, aunque fuera un poco.
Los días pasaron hasta que los doctores decidieron darle de alta, se estaba recuperando bien por lo que no era necesario tenerla en el hospital, claro que los cuidados tendrían que continuar desde la casa y no solo por la herida sino también por el embarazo, aunque ella viera todo aquello "innecesario" pues se sentía bien.
—¿Segura que te sientes bien? —La ayudo a vestirse.
—Ya te dije que sí, ni siquiera me duele la herida. —rueda los ojos —Tú y Matamoros son unos exagerados.
—No es cierto. —le coloco la blusa —Nos preocupamos por ti.
—Ujum. Todavía no supero que se me arruinaran los planes. —hace puchero —Se tuvo que enterar por ti.
—Por el doctor. —aclaro —Yo solo corroboré la información. —busco los zapatos.
—Da igual, el caso es que no lo supo por mí.
—Bueno, ya estás lista para salir de este lugar. —la ayudo a levantarse.
—Al fin, no veo la hora de quitarme este olor a hospital. —hace una mueca.
En la última semana Matamoros contrató detectives que ahora estaban trabajando junto a la policía para encontrar a la persona que estaba detrás del atentado.
—¿Ya están listas? —aparece Matamoros con una silla de ruedas.
—Sí ya podemos irnos. —respondo.
—¿Para qué es? —pregunta Eunice apuntando a la silla.
—Para que te sientes y salgas del hospital en ella. —Eunice bufa.
—Estás loco si piensas que voy a usar esa cosa para salir de aquí, me dispararon en el pecho no en la pierna ni nada de eso. —sale del cuarto de hospital apoyada en mí.
—Te pasaste. —susurro.
—No, se pasó él. —alza un poco la voz —Yo me encuentro bien, además si afuera está el tipo que me atacó que vea que sigo de pie y más viva que nunca.
—No digas eso ni en broma.
Salimos por el estacionamiento, no sabíamos quien había sido así que para qué arriesgarnos. Minutos después llegamos al departamento de Eunice, estaba mareada por el coche y esa fue la excusa perfecta para que Matamoros fuera a mimarla y consentirla, él se había enojado un poco por el asunto de la silla pero nada que un sesión de besos en el sofá no arreglara. Yo mientras me iba a la cocina y preparaba algo para el almuerzo. Quería darles su espacio, estos días en el hospital no tuvieron tiempo juntos y el poco que tenían se la pasaban discutiendo por estupideces.
***
—Me llamó Luis para preguntar si podía traer a Angélica, ¿puede? —pregunto.
—Claro que sí. —contesta Eunice —Ya quiero ver a esa princesa.
—En ese caso. —me levanto yendo a la puerta— Sabía que dirías que sí. —giro el pomo de la puerta y la abro dando de cara con Luis y una pequeña monita agarrada de su cuello.