Después de toda una semana por fin había llegado el día de la fiesta de revelación. Era mediodía y todos los invitados estaban tomando asiento en sus respectivos lugares, si bien era cierto que era una pequeña fiesta Eunice se había lucido con la decoración, los juegos que revelarían el sexo del bebé y la lista de invitados.
Todos estaban aquí, la familia de Luis se reuniría por primera vez en años con todos sus integrantes, los tíos Elías y Jasmine junto a John y Andrea, la chica que había almorzado con nosotros en el apartamento, por supuesto no podía faltar Doña Olga que estaba feliz por conocer el género de su nieta o nieto. Mi amiga hablaba en serio cuando decía que solo ella conocía la verdad, ni siquiera Matamoros sabía.
Mi hermana Regina también había llegado desde ayer, pero no venía sola, Carlos y mi sobrino Max también. Ya los conocía, una tarde vinieron para convivir con todos y qué puedo decir de Max, es un niño demasiado hermoso y estaba más que encantada con él, su esposo se veía encantador y nos llevamos bien desde el inicio. Ahora lo podía ver desde la terraza de la segunda planta correteando con Angélica para escapar de Regina que evitaba que acabaran con los dulces antes de la hora.
—¿Ya estás lista? —entró Eunice sacándome de mis pensamientos— Estás hermosa con ese vestido.
Le sonreí de vuelta, no era un vestido demasiando ostentoso, pero era elegante. Era beige con manga larga y escote en la espalda, pegado al cuerpo marcando bien la curva de mi vientre y unos pocos centímetros por encima de las rodillas.
—Tú igual, aunque te confieso que temo que des a luz en medio de la fiesta.
Rodó los ojos ante mi comentario.
—El doctor dijo que sería en estos días —da de hombros—, no tiene que ser específicamente hoy.
Le mostré mis manos con los dedos cruzados antes de salir en busca de Luis para comenzar ya. Caminábamos agarradas de brazos en dirección a la sala cuando se detuvo en seco delante de mí.
—Alta, tu mamá no ha llegado aún —dijo decepcionada—.
—No creo que vaya a venir, Eunice —respondí para volver a caminar—. Las cosas siguen tensas con ella y, sinceramente es mejor que no venga.
Fue lo último que salió de mi boca. Mi madre no había vuelto a hablarme, pero cuando Eunice se estaba encargando de personalizar cada una de las invitaciones para luego enviarlas, surgió la pregunta de si le enviaría una a ella también o no, como no quería que luego me sacara eso en cara y porque bueno, todavía tenía la esperanza de que viniera decidí mandarle la invitación.
Llegamos a la sala donde mi guapo prometido combatía con la corbata de su traje.
—¡Que guapo! —silbé en el umbral de la puerta— ¿Necesitas ayuda?
—Sino es molestia — vino en mi dirección y me tomó de la cintura pegándome a él.
—Yo mejor me voy —dijo mi amiga—, cuando terminen salgan al jardín para comenzar.
Ambos asentimos.
—Listo —dije al terminar de atarle la corbata—. Estás hecho un bombón, ¿y si nos saltamos la fiesta por un poco de diversión en la recamara? —le susurré con voz seductora al oído, él sonrió.