XVII. Padacitos muy pequeños.

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Ya llevábamos bastante tiempo tomando, íbamos por la mitad de la segunda botella pero Eunice no estaba borracha, ni siquiera se veía mareada o "divertida". Cada cinco minutos me repetía la misma pregunta "¿Cuando me vas a contar?"

— Bueno ya me cansé. --se levanta de su silla dejando el vaso sobre la mesa y se dirige a mí-- Dame. --me quita mi vaso dejándolo al lado del suyo haciendo ruido al impactar en la madera-- No vas a tomar ni una sola gota más hasta que me cuentes que pasó.

— Altagracia. --llama mi atención Matamoros-- Dile de una vez, no lo retrases más. --yo asiento y tomó aire.

— Habla ya mujer. --está desesperada y yo no sé como decírselo sin causar que salga por esa puerta y mate a León.

— Lo que pasó es que... --me levanto buscando en mi bolso Ara sacar un paquete de toallas húmedas-- Esto fue lo que pasó. --paso la toalla por mi mejilla para quitar el maquillaje que cubría el golpe.

Ella no dice nada, solo me mira sorprendida y levanta su mano para pasarla sobre el moretón. De pronto sus ojos se llenan de lágrimas y me abraza fuerte a ella, mis lágrimas no tardan en correr como ríos.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? --me observa mientras pasa sus manos por mi cabello-- ¿No vas a decir nada? --no respondí, tenía un nudo en mi garganta y ella se dirige a Matamoros quien también guardaba silencio-- ¿Ya lo sabías? --él asiente cuando ella se para delante suyo observándolo-- O sea tu sabías y no me dijiste nada, eres un...

— No, no es ningún pendej* --intervengo antes de que Eunice impacte su mano en su rostro y vacíe toda su rabia en contra de Moros-- Él fue quien detuvo a León. --ella me mira sin entender-- Si Matamoros no hubiera llegado no sé cómo estaría ahora. --más lágrimas salen de mis ojos lo que hace que Eunice me abrace.

— ¿Alguno me va a contar cuales fueron los motivos? --Matamoros me la za una mirada y asiento.

***

Luego de varios minutos contándole todo a Eunice, desahogarme por todo lo ocurrido en estos días y tratando de mencionar lo menos posible a José Luis en toda la conversación, nos encontramos los tres en la cocina preparando una lasaña para la cena.

— ¿Por eso preguntaste si se podía quedar conmigo unos días? --ve a Moros entre cerrando los ojos.

— Sí, ella no quería contarle a nadie y un hotel no era la solución. --ella niega.

— Ésta es la segunda vez que estoy de acuerdo contigo, Altagracia necesita mi apoyo ahora. --mete la lasaña en el horno.

— Hello --hago un gesto con mi mano llamando su atención-- ¿Podrían dejar de hablar como si no estuviera? --ambos asienten-- Gracias. Matamoros después de cenar con Eunice me llevas a un hotel.

— ¿Por qué? --me miran sin entender.

— Éste es el departamento de Eunice, ella necesita privacidad además no te voy a dejar sólo por quién sabe que sitio. --ella niega.

— Altagracia, por supuesto que no nesecito "privacidad" eres bienvenida aquí y en cuanto a Matamoros conozco un hotel cerca. --suspira-- Además no acepto un estúpido NO como respuesta. --entorno los ojos.

— ¿Moros se puede quedar? --junto mis manos y ella niega-- No dejaré que duerma solo en un lugar extraño. --me cruzo de brazos-- Al menos deja que se quede en el sofá, es grande.

𝑺𝒊 𝒕𝒆 𝑨𝒕𝒓𝒆𝒗𝒆𝒔 ♥︎ |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora