El camino al hospital demoró alrededor de treinta minutos, el lugar en el que León nos retuvo era una fábrica textil abandonada a las afueras de la ciudad. Me fui en la ambulancia con Luis y Matamoros a mi lado, ya habían revisado su brazo por suerte la bala solo rozó, en cambio Jose Luis tenía dos disparos, unos en la pierna y otro en el abdomen.Cuando llegamos obviamente no me dejaron pasar con él, el médico apareció minutos después informando que debían intervenirlo quirúrgicamente para sacar ambas balas y que por la pérdida de sangre requería de transfusiones.
—Yo puedo donar, soy O- y estoy sana —dije dispuesta.
—Perfecto, sígame por aquí.
Y así lo hice, una enfermera se encargó de realizar la extracción mientras otra llegaba con un sándwich, jugo y fruta.
—Necesita reponer energías —dijo dejando la bandeja con la comida a un lado.
—Gracias —dije cuando me retiraron la aguja —, no me van mucho las agujas.
—A nadie en realidad, ahora coma se ve un poco pálida —dijo colocando una curita—. Su marido va a estar bien, pero usted debe cuidarse.
—Gracias —repetí tomando la fruta, si bien no tenía apetito debía hacerlo por mi bebé.
La enfermera asintió antes de retirarse dejándome sola. Minutos después salí a la sala de espera en busca de Matamoros, al verlo sentado en el mismo lugar de antes caminé hacia él.
—¿Alguna noticia? —levantó la vista y negó con la cabeza. Yo suspiré— No sé en que momento pasó todo esto.
—Mejor no pienses en eso ahora —Toma mi mano cuando me siento a su lado—. ¿Cómo es eso de que estás embarazada?
—Eunice me convenció para hacerme un test en la mañana, llevaba días sintiéndome mal y salió positivo —di de hombros —. Lo siento. Ahora no tengo muchas ganas de celebrar.
Me levante yendo a preguntar a información por si sabían algo, pero no fue así. Recordé que habían traído también a León aquí, no perdía nada con preguntar.
—Disculpe, ¿me podría dar información sobre León Contreras?
—Permítame —Esperé mientras la enfermera tecleaba en la computadora— Lo siento su pronóstico es reservado, está bajo custodia policial.
—Gracias.
Al menos no se había librado tan fácilmente, estoy segura de que a León lo esperan muchos años en la cárcel, yo misma me voy a encargar de eso.
Me dirigí otra vez dónde estaba Matamoros pero él ya no se encontraba ahí, me senté en una de las sillas y tomé mi rostro con mis manos, las lágrimas se habían acumulado listas para salir.
—Alta... —levanto el rostro al escuchar mi nombre y veo a Eunice caminado en mi dirección— Ven aquí —me abraza tanto como podía por su vientre—. Estoy aquí contigo, ya puedes llorar —la abrazo más fuerte cuando las lágrimas ya corrían por mis mejillas.
Me separé unos minutos después cuando estuve más calmada.
—¿Cómo está Jose Luis? —pregunta tendiéndome un café —¿Ya salió algún doctor?
—Guarda eso —dije apuntando al vaso—, ahora mismo es una tentación —limpio mis mejillas—. No, no ha salido nadie.
—Es chocolate caliente, hace frío afuera —asiento tomando un sorbo.
—¿Dónde está Angélica? —pregunto alarmada— ¿La dejaste sola?
—Tranquila, no está sola, Matamoros se quedó con ella abajo —dice de lo mas calmada.