Nuestras bocas se volvieron a unir al decir aquellas palabras, no quería reconocerlo pero extrañaba a José Luis, me había hecho demasiada falta. Nuestros cuerpos se pegaron como imanes, me aferrada a sus brazos, no quería soltarlo parecía como si todo se fuera a acabar de un momento a otro y en ese instante el miedo de que eso pasara me paralizó.
José Luis me miró a los ojos y me tocó la mejilla con su dedo índice, acariciando mi rostro desde los ojos a mis labios.
— Percibo sentimientos contradictorios en tu rostro. --dijo aún cuando su pecho subía y bajaba por la falta de aire.
— ¿Eso es lo que ves? --pregunté-- ¿Es lo único que ves?
— Me deseas. --toma mi rostro en sus manos.
— Sí. --asiento cerrando los ojos.
— Pero no quieres desearme. --los abrí otra vez y su mirada estaba inquieta, sus ojos tenían un brillo especial al pronunciar esas palabras.
— Has acertado también en eso. --reconocí dedicándole una débil sonrisa.
Tenía miedo de amarlo, desearlo como lo hago, no quiero que todo termine y que suceda lo mismo de hace casi cinco años, no soportaría hacerle daño a José Luis y mucho menos que desapareciera de mi vida otra vez...
— Eso resume bastante nuestra relación. --besa mi frente.
— ¿Me estás convenciendo de dar marcha atrás? --pregunté y rápidamente negó con la cabeza.
— Solo no quiero que luego te arrepientas, mucho menos que te alejes de mí, mejor aquí la dejamos. --se aleja y lo detengo cuando se va a dar vuelta para salir del agarre de mis piernas.
— ¿Tú quieres parar? --conecta su mirada a la mía-- Dime la verdad ¿Podrás perdonar lo que te hice en el pasado o siempre me vas a guardar rencor?
— Alta... --suelta un suspiro apenas audible y me sostiene el rostro con sus manos-- Jamás te guardé rencor, mucho menos odio. --cerré los ojos aliviada-- Escúchame. --hace que lo mire y cuando lo hago vuelvo a sentir ese cosquilleo en el estómago-- Te amo y me siento como un imbécil por no luchar por ti en su momento. --lo miro con el ceño fruncido-- Sí, yo también debí luchar por ti y no darte por perdida tan rápido, me rendí a la primera. Perdón. --coloco mi dedo en sus labios para que guarde silencio.
— Tu no tienes que pedir perdón, yo me equivoqué, escogí el que pensé sería el camino más fácil para mí. Escogí a León por cumplirle el capricho a mi mamá, solo porque ella te odiaba, sin razón alguna pero también lo hice por mi comodidad. No sería justo que la culpara por todo cuando yo fui la que se dejó influenciar en lugar de luchar por lo que realmente quería... --mis ojos están nublados por las lágrimas retenidas pero sonrío al mirarnos-- Tú eres lo que más quiero.
— No sabes lo que significa eso para mí. --junta sus labios con los míos y nos besamos, saboreándonos como dos muertos de hambre.
Mientras, recorría su cuerpo con mis manos, su espada, sus brazos, su pecho...
Apreté fuerte mi cuerpo al suyo, moviendo mis caderas contra él con urgencia, volviéndolo loco de deseo mientras lo acariciaba por todas partes hasta deslizar mis manos hacia abajo, más allá del cinturón, para tocar tu erección. Por un momento me sorprendí por lo que encontré. ¿Cómo puede olvidar ese detalle?
José Luis tocaba mis pechos por encima de la camiseta, llevándoselos a la boca mientras bajaba una de sus manos por mi abdomen, adentrándola en mi chándal para rozar mi intimidad con sus dedos aún por encima de la tela de mis bragas.— Luis por favor... --digo aferrándome a su camisa.
— ¿Quieres que pare? --le lancé una mirada de pocos amigos.