Cierro la puerta cuando entro al departamento, me apoyo en ella un momento y limpio una lágrima rebelde que corría por mi mejilla.
-Ya lo extrañas ¿verdad? --dice Moros acercándose a mí, me limito a asentir mirando al techo para evitar que salgan otras lágrimas-- Tranquila Alta, aquí estamos para ti, siempre. --me abraza y acaricia mí cabello para calmarme.
-Gracias Moros. --me separo de él unos instantes después ya más calmada-- Gracias por estar.
-No te preocupes Alta, sabes que eres como mi hermana. --sonríe.
-Te quiero mucho. --reímos mientras caminábamos abrazados de regreso a la cocina.
Moros y yo rara vez nos comportábamos así, yo muy pocas veces era tierna y él simpre se veía todo serio, pero al final del día ambos sabemos que contamos el uno con el otro. En la cocina estaba Eunice sentada al mejor estilo budista en la silla que estaba en la cabecera tomándose su típico café mañanero.
-¿Ya terminaron con su demostración de afecto? --en su tono reflejaba celos, no estaba enojada, estaba celosa.
-Por favor Euni... --interrumpe a Matamoros haciendo un gesto con la mano que tenía libre mientras tomaba otro sorbo de la taza.
-No, no quiero hablar ahora. --se levanta-- Mejor me retiro para que los "hermanos" sigan platicando. --va a la cafetera y vuelve a servirse.
-¿Más café? --pregunto y me arrepiento de hacerlo cuando me mira.
-Gracias a alguien no pude dormir así que me voy a descansar, permiso. --sube las escaleras como alma que lleva el diablo.
-Una pregunta. --digo cuando escucho un portazo-- ¿Era conmigo o contigo la indirecta?-Supongo que contigo. --da de hombros-- ¿Por qué sería conmigo?
-¿Ahora me vas a decir que no hiceron nada? --bufo y me cruzo de brazos.
-Dormimos como angelitos. --dice tranquilo mientras sirve un plato con tostadas.
-Si como no. --río negando-- ¿De verdad durmieron toda la noche? --muerdo una tostada.
-Tienes razón no fue toda la noche. --finge pensar-- Solo hasta que se comenzaron a escuchar ruidos de la otra habitación. --el calor sube por mis mejillas-- Por eso estábamos aquí cuando bajaste hace rato.
-Bueno ya, me disculpo por no dejarlos "dormir" --hago comillas con mis dedos-- No me la creo, lo siento. --frunzo los labios.
-Altagracia sabes que no me gusta hablar de esas cosas, mi boca esta cerrada. --toma de su jugo.
-Eunice me lo contará, aunque creo que tendré que esperar que se le pase el enojo. --miro a las escaleras.
-Ya sabes como es, no le hagas caso. --le resta importancia-- Mejor dime ¿vas al bufete hoy? --deja los platos a un lado.
-Sí, tengo que pasar a firmar unos documentos y un par de juntas, por eso quería que me llevaras a la casa para cambiarme. --él asiente-- Ya después hablaré con Eunice.
-Ok, no te preocupes. Voy a bañarme y salimos cuando estés lista. --asiento con la cabeza y se retira dejándome sola.
***
Cuando llegamos a la casa solo estaba Magda, no había rastro de León, era lo mejor, así no empeoraba mi día. Busqué un poco de ropa en el armario, solo para unos cuantos días, no pienso regresar a vivir aquí pero no me lo puedo llevar todo, cuando encuentre un departamento mandaré por mis cosas.