Cuando me despierto siento un peso sobre mi cintura, me renuevo un poco y cuando abro los ojos puedo ver que es León abrazándome a él con tanta fuerza que me molesta. Me siento en la cama tallando mis ojos, cuando me giro a verlo se ve tan relajado y tranquilo que parece otra persona.
Busco un camisón pues tenía un poco de frío y tomo mi celular para ver la hora, 10:30 am. No tengo idea de cuando llegó pero tuvo que ser bastante tarde para continuar durmiendo aún. Cierro un poco las cortinas para que no entrara tanto la luz y bajo a desayunar.
En la cocina soy recibida por una Magda bastante alegre tarareando canciones por lo bajo.— Buen día Magda. --tomo asiento-- Amaneciste contenta hoy, por lo menos alguien es feliz en esta casa.
— Buenos días Doña, sí desperté contenta, hace un día precioso. --miro por la ventana hacia el jardín y doy de hombros-- ¿Qué quiere que le traiga para desayunar?
— Tengo ganas de panqueques con nutella y fresas, muero de hambre. --ella asiente y va.
— Ni crea que no me di cuenta que no cenó, Matamoros apareció con usted dormida en brazos y ya no la ví más hasta ahora. --sirve un poco de jugo de naranja.
— Sí, ayer me dormí en el auto, estaba muy cansada. --le acepto el jugo.
— El que tanto trabajo agota, supongo que la comida china fue usted. --señala el refri.
— Sí, aunque no me la pude terminar pero me desperté en la madrugada hambrienta y la encontré ahí.
— Bueno, aquí tiene sus panqueques. --me trae varios en un plato-- Usted me dice sí hago más.
— No, gracias Magda pero así está bien sino terminaré rodando. --los pruebo-- Te quedaron súper.
— Que bueno que le gustaron, pero debería de alimentarse mejor usted se cuida mucho.
— Te prometo que comeré más. --sonríe-- Ahora siéntate conmigo que no me gusta estar sola, por cierto ¿a qué hora llegó el señor? --ella se sienta y se encoge de hombros frente a mi pregunta.
— No lo sé Doña, solo sentí la puerta de la entrada cerrarse a eso de las 3:30am supongo que fue él. --asiento y continúo mi desayuno tranquila.
Termino y le agradezco a Magda para después subir a mi habitación. Cuando entro la cama estaba vacía, voy al baño abriendo la puerta y ahí estaba tomando una ducha.
— Buen día. --digo sin ánimos.
— Buenos días mi amor ¿Dormiste bien? --asiento mientras me llevo el cepillo de dientes a la boca.
Algo le pasa a León, el solo es así de cariñoso cuando hace algo que no me gusta.
— ¿A que hora llegaste ayer? --enjuago el cepillo y me seco las manos-- No te sentí llegar. --me giro quedando frente a él.
— Mi vida ya sabes, tenía mucho trabajo. Hoy no voy a ir, quiero pasar el día contigo. --se envuelve la toalla en la cintura y se acerca a mí dándome besos por todo el cuello y cuando va a deshacerse de mi camisón lo freno.
— Hoy no León, no tengo ánimos. --ahora soy yo quien se quita la ropa para bañarse.
— Siempre es lo mismo contigo Altagracia, ya no dejas que te toque. --me reclama.
— ¿Perdón? --cierro la ducha-- Por si no lo recuerdas eres tú el que llega a la hora que se le da la gana sin ni siquiera avisar, "supuestamente" arreglando cosas de trabajo. --hago comillas con mis dedos-- Pero tu y yo sabemos que no es cierto. Además el otro día estuvimos juntos. --me giro dándole la espalda.
— ¿Qué estás insinuando, que tengo una amante? --doy de hombros abriendo el grifo de nuevo-- Y que estuviéramos juntos el otro día ni significa que no podamos tener relaciones de nuevo, tienes que cumplir tu papel como esposa Altagracia. --sale del baño dando un portazo que yo simplemente lo ignoro, me choca cuando se pone en plan machista.
Aveces preferiría que tuviera una amante, por lo menos llegaría a la casa después de haber saciado sus ganas de coger y me dejaría en paz.
Paso el resto de la ducha pensando cómo le voy a decir lo de Navarrete. No voy a negar que por un momento pasó por mi cabeza la idea de rechazar la propuesta de José Luis, así lo evitaba a él y me ahorraría un problema con León. Claro que luego deseché esos pensamientos ya que, como dijo el mismo Navarrete, Somos unos profesionales.
Ahora lo que tengo que hacer es pensar solo en la empresa y decidir si acepto o no, para luego ir y enfrentarme a la bestia. Eso será lo más difícil de todo, ni siquiera sabe que Luis está aquí y la verdad me preocupa su reacción.
***
— León necesito hablar contigo. --digo entrando al estudio pero solo me ignora-- Es sobre el bufete pero bueno si no quieres no me importa igual lo iba a hacer con o sin tu consentimiento. --me doy la vuelta para salir pero me llama.— ¿De qué quieres hablar Altagracia? --su tono es tranquilo pero sé que solo esta tratando de disfrazar su enojo.
— Bien, te lo diré brevemente. --hago una pausa pensando en resumir todo lo que ha ocurrido en los últimos días-- Jose Luis Navarrete acaba de regresar y me ha propuesto asociarnos para expandirnos a nivel internacional, voy a aceptar su propuesta.
— ¡¿Qué?! Por supuesto que no, no te vas a asociar con él. --se levanta apoyando sus manos al escritorio con los puños cerrados.
— Lo siento, creo que no me expresé bien, no te estoy preguntando, te estoy comunicando como socio mayoritario que voy a asociarme con Navarrete y eso no está en discusión. --salgo del estudio como alma que lleva el diablo y me dirijo a mi habitación cerrando la puerta con seguro.
Sé que León es mi marido por lo tanto tiene derecho a darme su opinión pero no voy a permitir que se entrometa en mis asuntos laborales, una cosa es dejar que me aconseje por ser socio del bufete, pero otra muy distinta es querer meterse en mis decisiones.
Mi celular suena sacándome de mis pensamientos. Cuando veo el nombre de Navarrete en la pantalla, no sé que es lo que quiere así que dejo sonar el teléfono. Cuando ya va por la tercera llamada lo tomo, debe ser algo importante para que insista tanto.
— Bueno. --trato de mantener un tono neutro sin emociones mientras que por dentro estoy mueriéndome por los nervios. Para Altagracia que se dará cuenta, estás temblando mujer.
— Hola Alta ¿como estás? --Dios, sólo a mi se me ocurre hablar con este hombre cuando sé que no me puedo controlar.
— Ah, Navarrete eres tu. --digo con indiferencia-- Yo estoy bien, espero que tu también. --hago un esfuerzo sobrehumano para no decir: ¿Tu esposa e hija están bien? Pero me contengo, no puedo dejarle ver que me afecta.
— Pues si, yo estoy bien gracias por preguntar. --¿en qué momento pregunté?-- ¿Por qué no contestabas?
— Estaba ocupada, no eres el centro del universo. --digo obvia-- ¿Qué quieres?
— Uy! Que agresividad. --se escucha la risa a través de la línea y juro que puedo ver cómo está sonriendo en este momento-- Bueno, te llamaba para saber si ya me tienes una respuesta, es que se me adelantó el viaje, salgo mañana temprano y quería dejar ese asunto resuelto.
— Pues sí, ya te tengo una repsuesta, pero no te la diré por teléfono. --¡¿Qué estás haciendo Altagracia?!
— Bueno entoces ¿te parece si te invito a comer? Después de todo va a ser una comida de negocios.
— Mmm... No estaría mal. Mándame la ubicación y la hora. No llegue tarde Señor Navarrete, sabe que no me gusta la impuntualidad. --digo en un tono seductor y finalizo la llamada.
Esto va a ser muy divertido...