XLV. ¿Me das un beso? 🔞

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Justo como Luis había prometido las cosas entre Doña Olga y él mejoraron en las últimas tres semanas, claro que mi futuro marido iba a paso de tortuga con el tema, pero ambos estaban dispuestos a recuperar el tiempo perdido en todos estos años.

Las cosas en el departamento habían cambiado un poco con la presencia de Roma, al principio fue complicado el tema del pañal de entrenamiento y el baño, pues no le gustaba nada el agua, sin contar con las noches en que comenzaba a llorar frente a la puerta de nuestra habitación pera que la dejara entrar. Todo eso ya es agua pasada, ahora ya no usaba pañal, dormía en su camita en el cuarto de Angie, ya no lloraba en las noches, pero el tema del agua seguía por lo que Luis era quien se encargaba de bañarla.

Hoy sería la comida familiar que llevaba tiempo planeando pues, aunque Luis ya convivía con su madre, no lo hacía en el departamento. Según él quería arreglar los problemas entre ambos antes de que conviviera con Angélica. En la comida se conocerían abuela y nieta, Angie sabía de la existencia de su abuela desde siempre, pero nunca pensó que algún día la conocería y eso la tenía emocionada.

—¿Eunice y Matamoros vienen? —me sobresalto al escuchar la voz de Luis a mi espalda.

—No vuelvas a hacer eso —llevé la mano en la que tenía antes el cuchillo a mi pecho-. ¿Me quieres matar del susto? Y por supuesto, todos vienen.

—No todos, la tía Jazmine y el tío no podrán, pero viene John con su novia —me toma de la cintura sentándome sobre la encimera—. Por eso te pregunté si vendrían los demás. Tienes el corazón acelerado —dijo poniendo una mano en mi pecho, justo en la parte de mi corazón.

—Es que me asustaste —besé la comisura de sus labios—, y no te preocupes por Matamoros y Eunice, ella y John terminaron como amigos.

—Me alegra —su boca llegó hasta mi cuello, haciéndome jadear ante el contacto de su lengua con el lóbulo de mi oreja—. Angélica todavía duerme, podríamos subir un rato para mimarnos un poco —me tomó de la cintura otra vez para bajarme, pero no me dejó en el suelo, hizo que lo envolviera con mis piernas y así encaminarnos a la escalera.

—¿Solo para mimarnos? -—susurré al pie de su oído cuando mi espalda tocó la pared, Luis tenía la cara enterrada entre mis pechos dejando besos mojados que iban desde mi cuello hasta la suave tela que cubría mis pezones.

—No, podemos besarnos —mordisqueó la punta de mi pezón y volvió a hablar—, podemos amarnos —pasó la lengua desde el valle de mis pechos hasta mi mandíbula y se detuvo para mirarme a los ojos—, podemos hacer el amor como solo nosotros sabemos.

Gemí en su boca cuando nuestros labios se tocaron y retomábamos el camino hacia la habitación. Cada vez el bulto en sus pantalones chándal se hacía más grande, estremeciendo mi cuerpo cuando su prominente erección chocaba contra mi intimidad al caminar.

Cuando llegamos a la habitación se detuvo frente a la cama para dejarme de pie en el suelo mientras la bata de seda que antes cubría mi cuerpo caía a nuestros pies. Cuando iba a tumbarme en la cama coloqué mi mano en su pecho para detenerlo.

—¿Qué ocurre? —preguntó confundido, su voz había cambiado por completo y el tono gutural que utilizó hizo que apretara mis muslos al escucharlo.

Solo le dediqué una sonrisa maliciosa antes de dejar un camino de mordiscos y sensuales besos por todo su cuello y dorso. Sentí como su cuerpo se tensaba al ver mis intenciones y llevé mi mirada a la suya que estaba completamente oscurecida al verme de rodillas ante él. Mis manos bajaron su pantalón chándal y un jadeo salió de mi boca al ver su miembro erecto frente a mí. Volví a mirarle antes de tomar la base con una de mis manos mientras que la otra descansaba sobre su cadera, saqué la lengua sin perder el contacto de nuestros ojos y me acerqué a la punta chupándola suavemente haciendo que Luis jadeara, echando la cabeza hacia atrás cuando lo acaricié con la lengua desde la punta hasta la base recorriendo una de sus venas.

𝑺𝒊 𝒕𝒆 𝑨𝒕𝒓𝒆𝒗𝒆𝒔 ♥︎ |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora