— Perdón por la demora. --dice Jose Luis cerrando la puerta detrás de él-- Era el capitán del jet para informarme que todo está listo.
Yo asiento con una sonrisa y él se percata de la presencia de Angélica en mis piernas.
— Princesa. --llama su atención y ella deja de comer-- ¿Qué haces ahí sentada? --la mira y después hace lo mismo conmigo, la niña lo mira pero no responde.
— Papá ¿está mal que me siente en las piernas de Alta? --dice después de un par de minutos.
José Luis me mira sin saber que decirle.— No hermosa. --le respondo tomándola de los cachetes, sus ojos ya estaban aguados-- ¿Tú eres mi amiga cierto? --ella asiente-- Entonces te puedes sentar en mis piernas, puedes llamarme Alta, --enumero con los dedos-- puedes jugar conmigo, mmm bueno y muchas cosas más que hacen las amigas. --le hago cosquillas y ella estalla a carcajadas.
Detengo las cosquillas al ver su cara roja, la dejo recuperar el aliento para que después se termine la fruta. Mi mirada va a la de Luis quien me analizaba en silencio y sonreía con ternura.
— ¿Estás bien? --digo con el ceño fruncido-- ¿Nunca la habías escuchado reír o qué?
— No es eso, solo me hiciste recordar buenos tiempos.
— Sí, a veces me pasa lo mismo. --sonrío viendo hacia Angie-- Angélica me hizo recordar a Regina de pequeña.
— Es verdad, recuerdo que se te daban bien los niños. --deja los papeles encima del escrtorio-- No he visto a Regina, ¿dónde está?
— No lo sé, puede que esté en París, quizás España. --doy de hombros-- Después de la muerte de mi padre todo cambió Jose Luis.
— Me enteré estando en Roma, no te llamé por obvias razones. --asiento bajando la mirada-- Ahora me arrepiento de no hacerlo, lo siento mucho Alta sé cuanto amabas a tu padre.
— Gracias, dos años parecenucho tiempo pero todavía es algo que no he superado del todo. --toma otra vez los documentos y fija su mirada en ellos, yo hago lo mismo.
Regina se había ido un mes después de la muerte de nuestro padre, no soportaba la presencia de mi madre. Ellas nunca se llevaron del todo bien, siempre discutían por alguna razón claro que hacían un esfuerzo delante de mi padre. Al morir Regina no tuvo nada que la atara a continuar en esa casa, esas fueron una de las razones que me dió cuando nos despedimos. De vez en cuando me manda e-mails pero nunca menciona nada sobre regresar a México.
— Alta... --me saca de mis pensamientos Angie.
— Dime corazón.
— ¿Puedo ir a jugar un rato fuera con tu secretaria?
— No lo sé, pregúntale a tu papá si el te da permiso entonces llamo a Thania ¿va? --asiente antes de llevar su mirada a la de Luis.
— ¿Papi? --su voz sonaba como una súplica.
— Está bien, no hagas travesuras y hazle caso a Thania. --ella asiente en lo que llamo a mi secretaria.
— Thania, te voy a mandar a una princesa que quiere jugar, por favor cuídala muy bien. --cuelgo después de escuchar un —No se preocupe, Doña— Puedes ir. --Angélica se baja de mis piernas depositando un suave beso en mi mejilla y sale corriendo sin mirar a su padre.
— Vaya, no llevan ni una hora conociéndose y ya me cambia por tí. --dice fingiendo indignación.
— ¡Ay por Dios! --río-- No seas extremista Luis, sólo te cambió por su nueva amiga entiéndela. --se cruza de brazos-- Admítelo, soy buena onda los niños me aman.
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